Lata de gusanos

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Su existencia no había sido más que una pobre leyenda, olvidada en el tiempo, el legado de los oni, demonios sedientos de sangre que asolaban todo a su paso. Los vampiros, como se llegó a conocer a esos seres, habían desaparecido junto a sus creadores o al menos eso se creía, atacaban aldeas, destruían ciudades, atacaban sin raciocinio, buscando saciar su deseo de destrucción, logrando ser detenidos por los maestros elementales, aquellos bendecidos con el poder del primer maestro Spinjitzu.

Los maestros elementales terminaron con la amenaza de los vampiros, desterrándolos de Ninjago. Su victoria regresó la paz al reino, inconscientes de que al igual que sus padres, los sobrevivientes vampiros cambiaron su forma a semejanza de los humanos, viviendo entre ellos, buscando el momento de terminar con el reino que el primer maestro había creado.

Los vampiros al igual que los oni eran seres cambiantes, con una naturaleza imperceptible a la vista, pero no imposible de descubrir, los humanos ante su miedo crearon formas de reconocer a los vampiros entre ellos...

—En el pasado, mucho antes de la llegada de los maestros elementales, se decía que al percibir el olor de la muerte, un vampiro estaba cerca

Concluyo la anciana tomando una descuidada muñeca de trapo entre sus manos, Kai la miro sin decir nada dejando en su lugar el último libro en el estante.

—Los vampiros no son reales —se limitó a decir sirviendo otro vaso de agua a la mujer.

La anciana negó, acariciando con ternura los desaliñados cabellos de la muñeca —Debes aprender a ver más allá Kai, hay todo un mundo oculto a plena vista esperando por ti

—Lo intentaré —hablo sin ganas, despidiéndose, listo para regresar a casa.

Había escuchado las historias de la señora Mei toda su vida, cuentos sobre personas capaces de manipular los elementos, sobre reinos increíbles más allá del Ninjago, pero desde la muerte de sus padres sus historias siempre trataban sobre los vampiros. La anciana vivía alejada del pueblo, como extranjera nunca fue aceptada en él, pero a pesar de los rumores de su demencia entre los habitantes, la señora Mei era importante para él y su hermana, fue la única que los ayudo cuando Ray y Maya murieron, eran lo más cercano que tenía a una familia en Ignacia, así que se turnaban para pasar tiempo con ella, evitando que pasara sus últimos años en soledad.

No entendía por qué la señora Mei se aferraba a creer en viejas historias. Quizás en verdad estaba loca.

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—¿En verdad estamos haciendo esto? —escucho quejarse a Jay— El sensei se molestará cuando descubra que no estamos

Se acercó a Jay, saltando y columpiándose entre las ramas— Para esto es para lo que entrenamos. Asumiremos las consecuencias después —afirmo.

Escucharon el canto del halcón volar sobre sus cabezas, tan majestuoso que jamás notarias los engranajes girando en su interior.

—¡El último en llegar es un ninja podrido!

Se burló Nya pasando entre ellos, casi haciéndolos perder el equilibrio.

Recorrían el camino de Wildwood Forest guiados por el halcón de Zane, saliendo del monasterio en mucho tiempo, saliendo a espaldas de su maestro, buscando un grupo de serpentines que el halcón había localizado con anterioridad. El sol comenzaba a ocultarse tiñendo el cielo de tonalidades rojizas que les advertía, debían ocultarse, la noche era peligrosa en Ninjago, se envolvía en sombras que atraían a los vampiros.

Se ocultaron al encontrar el improvisado campamento serpentine, observando a las distintas razas de serpientes, quienes a pesar de ser de sangre fría se mantenían cerca al fuego que habían prendido.

SempiternusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora