- Yaeee...tengo hambreeee...
Las dos estudiantes sacaron la cabeza de sus libros cuando escucharon la voz del pequeño. Miko le echó un vistazo al reloj de pared y frunció el ceño.
- Lo siento, peque, se me ha pasado la hora de merendar. Unnie, ¿te importa que tomemos un descanso? A nosotros tampoco nos vendría mal parar un poco.
Ei asintió y frotó sus ojos intentando despejar la vista, llevaban más de dos horas sumergidos entre documentos. Si bien no tenía queja alguna por haber tenido la oportunidad de observar a Miko todo lo que había querido y más, ella no estaba acostumbrada a trabajar tanto.
Y, si aquella tarde había descubierto algo, no era que los autores del romanticismo vivían en un estado permanente de disconformidad, si no que Miko, a parte de ser la chica más bonita del mundo, era tremendamente inteligente.
Quizá Ei no estaba poniendo toda su atención en aquel trabajo, pero cómo hacerlo si tenía sentado a apenas unos palmos de distancia a la chica de la que estaba perdidamente enamorada.
Miko siempre hablaba con dulzura y se explicaba con calma y paciencia, sonreía amablemente y arrugaba su pequeña nariz cada vez que algo le confundía.
Ei también pudo apreciar que la omega
tendía a morder su labio inferior cuando se concentraba y, en esos momentos, la alfa no podía hacer más que mirar embelesada cómo la tentadora carne era apresada entre los dientes blancos y perfectos.Realmente, nadie podría culparla por su falta de concentración. Miko era el
prototipo perfecto de omega, todo en ella incitaba la atracción de los alfas; su
mirada chispeante, sus labios gruesos y apetecibles, su piel perfecta y su olor...su olor.Ei podría escribir mil y un poemas sobre la esencia de la omega, y ninguno se acercaría siquiera a describir la perfección de aquel olor.
Nunca había estado lo suficientemente cerca de Miko como para apreciar su aroma de omega con exactitud y, una vez lo hizo, su lobo interior se volvió automáticamente adicto a ella.
Miko olía a vainilla y canela, a manzanas asadas y a caramelo líquido, olía a infancia y a hogar, dulce y acogedor, suave y enloquecedoramente embriagador. Ei debía contenerse mucho para no asaltarle y deslizar la nariz por su esbelto cuello, bebiendo de aquella esencia con deleite.
A ese paso, su lobo enloquecería.
- ¿Qué quieres merendar?
Miko había alzado a su pequeño hermano y lo mantenía sobre su regazo.
- Mmm...- El niño se llevó su pequeño dedo índice a la barbilla y miró al techo, meditando su respuesta. - ¡Galletas con chispitas de chocolate! -
Exclamó al fin abriendo sus brazos.Miko rió y revolvió el pelo de su pequeño hermano en un gesto cariñoso.
Ei no podía hacer más que contemplar la familiar escena, algo en su interior se revolvía al ver a Miko siendo tan dulce con el pequeño, algo cálido y desconocido para ella. La palabra "hogar" resonaba en algún rincón de su subconsciente, pero desconocía su verdadero significado.
- Bien, vamos a ver si mamá no se ha comido las galletas que sobraron. - Dijo Miko dejando a Gorou en el suelo. - Unnie, ¿quieres galletas?
Ei contempló la amable sonrisa de Miko y asintió. Quizá, el sentido de la
palabra "hogar" se escondiera tras aquella hermosa expresión.Los dos hermanos se perdieron por el pasillo, dejando a Ei solo en el salón. La alfa se levantó de la silla y estiró su cuerpo, escuchando el crujir de sus articulaciones como respuesta.
Dio una pequeña vuelta por la estancia, deteniéndose a observar el mueble de la televisión y la decena de fotos que lo adornaban. En ellas se veía a una Miko más joven, con su rostro más aniñado y una figura menos marcada. Aún así, igual de hermoso a los ojos de Ei.
También habían fotos de Gorou de bebé, y otras tantas de los dos hermanos juntos, sonriendo alegremente a la cámara. Hubo una foto que llamó en especial la atención de Ei, en ella también salían los hermanos, pero no estaban solos. Una pareja se encontraba junto a ellos,
sonriendo con serenidad.La primera mujer que visualizó ahi era hermosa, con un cabello negro azabache y un rostro fino y elegante, de baja estatura y ojos grandes y despiertos.
Entre sus brazos, envuelto en una manta azul celeste, sostenía a un pequeño bebé que alzaba su manita intentando atrapar uno de los mechones rebeldes del cabello una de sus madre. Junto a ella se alzaba otra mujer pero de aspecto exótico, con marcados rasgos europeos.
Era más alta, de piel un poco bronceada y ojos verdes azulados intensos, una espesa mata de cabello rosa caía en ondas sobre su frente. Esta rodeaba con uno de sus brazos la cintura de la otra mujer, mientras posaba su otra mano en el hombro de una muchacha, una chica sonriente de unos trece años, con cabello rosa y mejillas abultadas.
Sonrió, ahora entendía de dónde había sacado Miko su peculiar cabello.
- Aquí están las galletas.
Ei se giró sobresaltado en cuanto escuchó la voz del omega.
Miko dejó la bandeja que traía sobre la mesita de café y se sentó en el mullido sofá de estampado floral que presidía la sala. Su pequeño hermano prefirió dejarse caer sobre el parqué. Ei los miró, sin saber muy bien si debería acompañarlos, hasta que Miko palmeó el hueco junto a ella en el sofá.
La alfa se sentó, bastante cerca de Miko si consideramos que era un tresillo.
A ninguna pareció molestarle.
- He traído zumo de manzana, no sé si te gusta.
- ¡El zumo de manzana es lo mejor! ¡Es el favorito de Yae y mío!Ei sonrió sutilmente mirando al pequeño.
- Así que es el favorito de Yae.
Gorou asintió.
- Entonces me encantará.
Y la alfa tomó el vaso y lo llevó a sus labios, ignorando el sonrojo que había aparecido en las regordetas mejillas de Miko.
- ¡Yae parece un tomatito! - Exclamó Gorou.
Miko adoraba a su hermano pequeño pero, en aquel momento, bajo la divertida mirada de la alfa que tan nerviosa la ponía, habría deseado tener algo de esparadrapo para cubrirle la boca, o una bolsa para ocultarse de la tremendamente atractiva sonrisa ladeada de Ei.

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-Untouchable'
Fanfiction"Tras meses de silenciosa observación, ¡llegó la hora de pasar a la acción! Ei es la alfa más temida y respetada en todo el instituto, pero no ha podido evitar caer por la dulce omega de cabello rosa y mejillas regordetas. ¿Será capaz de dar un pas...