VIII

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Lauren alzó la mano con intención de detener a Camila e impedir el beso, pero su cerebro tenía otros planes. Antes de poder contenerse había agarrado a Camila de la camisa y la atraía con fuerza contra su cuerpo. Sus labios se fundieron con una pasión innata e inexorable. A Lauren se le escapó un gemido ronco; o puede que fuera a Camila, porque Lauren no pudo distinguirlo. Sonaba espontáneo, gutural. Sorprendido y al mismo tiempo... no. Era una promesa.

La dulce lengua caliente de Camila exploró su boca con fruición. Joder, qué bien besaba. Le rodeó la nuca con las manos y le soltó la goma de la cola de caballo. Llevaba un buen rato deseando hacerlo. Entonces le hundió los dedos en la lustrosa melena y le apretó el pelo para disfrutar de su suave tacto. La postura acercó sus senos a los de Camila y Lauren se apretó contra ella, buscando a ciegas el roce de pecho contra pecho, pezón contra pezón. Le latía todo el cuerpo, húmeda, acalorada y abierta. La libido la había puesto en piloto automático y el subidón sensual era sencillamente salvaje. Camila separó los labios un instante, pero sin irse muy lejos.

-Por amor de Dios, querida, te deseo...

-Lo sé -repuso Lauren con voz temblorosa por el asombro.

Camila atrajo a Lauren por las caderas, hasta que la rodeó con los muslos y lo único que se interpuso entre ellas y su deseo fueron los tejanos: unas pocas capas de tela y fuego húmedo y familiar. Camila la besó de nuevo, le recorrió los labios con la lengua caliente, se la metió hasta la garganta y la sacó de nuevo, sin dejar de acariciarle los brazos, la espalda y los muslos con ansia y destreza.

Lauren le metió la lengua un poco, con timidez, y Camila se la chupó delicadamente, arrancándole un respingo. Se miraron a los ojos y se sostuvieron la mirada. El tiempo se detuvo y contuvieron la respiración. Entonces las envolvió una nueva oleada de pasión. Lauren nunca había imaginado que un simple beso pudiera ser tan bueno. Tan perfecto. Camila era suave y cálida, descaradamente femenina. Lauren anhelaba más y más y le tiró de la camiseta con impaciencia, para sacársela del pantalón.

Deslizó las manos bajo la tela para acariciarle la piel desnuda e increíblemente suave que admiraba desde lejos desde hacía demasiado tiempo. Cuando le pasó las manos sobre el firme estómago de marcados abdominales y le rozó los pezones endurecidos con la yema de los dedos, Camila gimió y se derritió contra el cuerpo de Lauren. Esta siguió descubriéndola poco a poco y le hundió los dedos en la curva de sus anchas espaldas.

Camila la hizo sentarse más atrás, hasta que Lauren dio con la cabeza en el espejo, con algo más de fuerza de lo previsto. Esta se llevó la mano a la cabeza y se rio.

-Lo siento -rio Camila a su vez.

Sin embargo, Lauren se abalanzó sobre ella de inmediato y devoró su risa con labios hambrientos. Camila no tuvo ninguna queja. Dominada por la necesidad de balancear las caderas, Lauren se arrimó más a Camila con poca gracia, tirando un cepillo del pelo en el proceso. Aún no había dejado de repiquetear contra el suelo cuando lo siguieron la pastilla de jabón y el vaso del cepillo de dientes.

A Lauren le dio igual y a Camila tampoco pareció importarle demasiado. Lauren frotó su centro palpitante contra el vientre de Camila hasta que estuvo a punto de explotar. Esta enroscó sus largos dedos de artista en los pechos de Lauren, los estrujó y le desabrochó el sujetador por delante con habilidad, para apartarlo. Lauren se arqueó, apretó los pechos contra las manos de Camila y echó la cabeza hacia atrás para que le comiera el cuello con sus labios ardientes. En ese momento llamaron a la puerta.

«Da igual, a la mierda. Estoy ocupada. No hay nadie en casa.»

Y llamaron otra vez.

Lauren abrió los ojos de golpe. Oh, no, Alexa. Alexa, que tenía instrucciones de convencer a Camila de que el aspecto de Dama de la Noche de Lauren era inaceptable. Sin embargo, era evidente que a Camila le gustaba y Lauren no podía estar más de acuerdo...

Una mentira sin importancia (adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora