21. De cero

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Ella

Ese día me fui a casa de Nia, ella me buscó algo de ropa en mi casa y asumo que no vió a Andrés porque aún no la está buscando la policía.

Es extraño sentir que todo se desmoronó frente a mis ojos, como la puerta secreta de un mago principiante que todos podían ver menos yo.

Han pasado cinco días desde que vivo con ella y la verdad estoy muy agradecida por ser paciente conmigo y no decirme en mi cara todo lo que probablemente quiere decirme... Igual ya tendrá tiempo para hacerlo, pero de momento creo que quiero seguir ignorando todo.

No hay un solo día en el que haya dejado de trabajar, ahora más que nunca el show está en auge y demanda más energía y tiempo, cosa que agradezco porque así no tengo tiempo de pensar en nada más, ni en Andrés, ni en Juan Pablo, ni en mis padres, me concentro en darlo todo en el set para luego llegar a casa y solo dormir.

Pero hoy era sábado y no tendría con qué llenar ese tiempo además de que estaba cansada en exceso.

Revisé mi teléfono, tenía un mensaje en WhatsApp que leí hace par de días pero ninguno era suyo así que me levanté de la cama y revisé la tierra de los cactus para ver si tocaba regarlos, la ansiedad me comía viva por el miedo de que fueran a morir por mi culpa pero definitivamente debía aprender a saber cuándo me necesitaban.

Me siento extraña, como si me faltara un pedazo de mí y ahora mismo no sé si se deba a Andrés, Juan Pablo o a otra cosa.

Hay un tipo de tristeza que no te hace llorar, sino que te vacía por dentro y sé que no me voy a morir por esto pero básicamente es como cargar un luto... Por lo que no será con Andrés, por lo que casi fue con Villa.

Salgo de la habitación de invitados de Nia aún con una pijama gris de botones, camino en automático hacia la barra de la cocina que siempre tiene una prensa francesa llena como si fuese mágica porque nunca la he visto vacía, tomo un banco y me siento para servirme una taza viendo hacia la sala cuando me percato de que Nia está sentada en el sofá y no está sola.

- ¡Hijueputa! - suelto un grito asustada que se apaga hacia el final cuando caigo en cuenta de que es Martín quien está con ella.

- Buenos días - me saluda mi amiga que está sentada leyendo con el rubio recostado en sus piernas.

Me da un poco de nostalgia saber que me recuerdan a Andrés y a mí en cierta parte... y que eso ya no va a pasar.

- Perdón, creí que irían al viaje en Cartagena este fin de semana y que estaría sola - le respondo dándole un sorbo a mi taza - ¿Y este intruso qué?

- La intrusa es usted loca - Martín se reincorpora riéndose - Decidimos dejar ese plan para el próximo finde porque usted dijo que este iba a estar muy ocupada pero no me parece a mí que esté a punto de tomarse un café con el presidente ¿O sí? - me dice irónico.

- De hecho tengo cosas muy importantes que hacer hoy - le digo con mi semblante de ejecutiva exagerada.

- Comerse las sobras de lo que pidió anoche al restaurante de Gio no parece demasiado digno - se ríe Nia en mi cara - Ay ya, dejá la tontería que sabemos que no querés ir para no ser la tercera rueda a pesar de que te dijimos que íbamos en plan tranqui.

- Ah pues la ciudad amurallada no suena un plan tan tranqui para mí - ruedo los ojos.

- Igual vístase que vamos a salir - me dice Marto.

- ¿Los tres?

- Cuatro, le voy a presentar a un amigo.

- Mejor dejen de joder, me voy a mi cuarto.

Nia se levanta de donde está, me agarra por una de las mangas de mi pijama y me arrastra al cuarto mientras me habla.

- Vamos a salir porque sos una mujer adulta y no voy a dejar que te eches a morir por un man.

Me da como diez kilos de pereza salir así pero después de todo este par me caen muy bien como para no hacerlo, Martín viene todos los días a tomarse un café con Nia y aunque he preferido no acompañarlos puedo escuchar las risas hasta el cuarto. Además, la felicidad que irradian no puede ser solo por el sexo.

Contra todo pronóstico tomo una ducha, me pongo unos jeans con un suéter tejido  y nos vamos a la calle.

Martín que es un tipo bastante preocupado por el medio ambiente y que odia buscar lugar para parquearse decide que vayamos en un solo auto así que nos subimos al suyo, es automático así que su mano libre va y se posa muy naturalmente sobre la pierna de Nia, ella cubre la mano de él con la suya mientras tararean una canción de Fito Páez que suena en la radio y yo otra vez me siento mal tercio.

Y sé que no es su culpa, que no lo hacen por molestarme ni nada, sé que debo trabajar en como yo reacciono a eso, pero es que pensar en conocer a alguien de nuevo y llegar a esa sincronía después de tanto tiempo suena absurdo y como una gran pérdida de tiempo.

Es como cuando consigues una pareja de baile perfecta con quien ya tienes una comunicación no verbal maravillosa. Cuando bailas con otra persona solo no se siente igual y te pisa o se enredan al dar una vuelta.

Me doy cuenta tarde de que se parqueó justo frente al bar de Giovanni, cosa que también me hace algo feliz y al mismo tiempo trae recuerdos viejos mientras entramos.

Este era nuestro bar, y ahora estoy aquí sin él, es como si la ciudad ahora fuese un campo lleno de minas que detonan un recuerdo en mí y se llevan otro pedacito de lo que fuimos.

Pero entonces lo veo.

Está sentado en la barra como aquella primera vez.

Voltea y me sonríe.

- Un placer conocerla, Juan Pablo Villamil.












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BUEEENAS BUEEEENASSSS ESTOY DE VUELTAAAA.

Primero que nada: EN 93 DÍAS VEO A MORAT HIJUEPUTA!!!!!! ME MUERO DE EMOCIÓN Y TENGO QUE COMPARTIRLO CON USTEDES!!!!!!!

Y segundo: este capítulo va para Choco_Villa porque la amo infinito y le mando toda la buena vibra para ese final de semestre, vamos que sí se puede.

Mañana salgo de vacaciones así que tendremos actualizaciones mucho más seguido jeje bsos en las nalgas.

Casi ~ Juan Pablo Villamil (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora