25. Ruleta rusa

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El viaje termina de transcurrir en silencio lo que solo hace que la tensión sexual aumente tanto que ya se puede cortar una porción con un cuchillo de plástico.

Tenía un tiempo ya que no venía a su casa pero parece que el tiempo aquí se detuvo, casi puedo verme a mí misma caminando hacia su cuarto con su hoodie puesto y sin que pasara nada.

Todas las promesas de esa noche llegan a mi mente como una tormenta de arena. Coger hasta que se caigan las paredes, que me recorra entera con la boca, que me quitara el hoodie él mismo...

- ¿Conoces la ruleta rusa? - me pregunta mientras lo veo sacar muchos vasitos de shots totalmente negros de la alacena.

- Creo que solo lo he visto en películas de mafiosos así que tendrás que explicarme porque dudo que quieras quitarme los dedos - me río.

- Pues los tragos de Giovanni estarán en estos shots, como puedes notar no se ve en lo absoluto lo que hay dentro, la mitad tendrán alcohol y la otra mitad agua, vamos eligiendo y hay que beberse el que toque - asiento con la cabeza y cuando le voy a decir que entendí, vuelve a hablar - pero para hacerlo más interesante dado a que usted me retó, cuando toque alcohol hay que quitarse una prenda y nooooo podemos tocarnos hasta que termine el juego - hace énfasis excesivo en el no.

- Prepárate para perder, Juan Pablo Villamil - es lo que le digo.

- Eso es lo que diría una perdedora.

Al comienzo todo es risas y diversión porque casualmente nos tocan los shots de agua, el primero en beber es él, su primera reacción es oler el contenido del vasito para saber qué le tocó.

- A tu salud - lo eleva en mi dirección y se lo lleva a los labios sin dejar de mirarme hasta que arruga la cara por lo que sea que le haya tocado - Qué asco, tantos tragos y me viene a tocar el Black Russian otra vez - dice pasándose el antebrazo por los labios para quitar los residuos - ¿Qué prenda quieres?

- ¿Me dejas elegir? Mmm - hago como que me lo pienso - Me parece que hay que empezar de a poco, quítate los zapatos.

- Creo que te estás yendo por el camino fácil para no querer tocarme aún, pero está bien - me concede quitándose la pieza en cuestión.

Es mi turno de nuevo, elijo un shot y desde que me lo acerco a la nariz sé que es un Sex On The Beach, al ser una bebida con la que estoy familiarizada ni siquiera hago una mueca.

- Era agua - le digo dócilmente.

- Agua es una canción y también un gran libro, pero ese shot estoy seguro de que no, así que no te creo - se cruza de brazos mientras me mira y las mangas de la camiseta que tiene puesta se tensan, creo que ha estado haciendo ejercicio porque el cambio aunque no es demasiado notorio, es suficiente como para despertar nuevos deseos en mí.

- Te muestro - le digo acercándome, a su rostro y cuando finalmente lo tengo a escasos centímetros soplo en su dirección. La piel se le eriza momentáneamente y descubro que la estrategia de dejarlo vestido y provocarlo suena más interesante que nunca.

- Nope, a mí no me engañas, eso era alcohol... Por cierto, quiero la blusa - dice extendiéndome una mano.

Le doy la blusa y un baile privado también, mi cuerpo se mueve al ritmo de Supermassive Black Hole y me doy cuenta de dos cosas, la primera es que está duro dentro de sus jeans y se frota por encima de la tela casualmente, lo que me hace sentir infinitamente deseada y poderosa, la segunda es que nunca esperé que un rock de Muse pudiera bailarse de manera erótica y aquí estoy, deseando estar bailándolo con él.

Pero hay una meta qué cumplir, así que le lanzo la blusa y vuelvo a mi lugar en el sofá.

Le toca un trago como siguiente movimiento y le pido la camisa, su pecho lleno de lunares parece la galaxia en la que quiero vivir para siempre.

Las próximas tres rondas al maldito hombre divino le toca agua y a mí solo alcohol, por lo que ahora tiene una clara ventaja y no me molesta en lo absoluto porque quiero que este juego se termine.

Él no hace ningún movimiento para tocar y a mí me pica la piel por la conexión. Su desafío es silencioso, para demostrar lo mucho que lo quiero, juega en el fondo de mi mente, mientras traza su labio inferior con el borde de su lengua. Trago grueso, porque quisiera hacerlo yo misma.

- Estoy en clara desventaja.

- Teniéndola enfrente con solo dos prendas de ropa que dejan muy poco a la imaginación creo que la desventaja la llevo yo...

Se me acerca una vez más tentándome, estoy de pie porque acabo de quitarme el pantalón así que él se sitúa justo detrás de mí y siento su aliento caliente cuando me habla.

-... pero podríamos terminar con este juego ahora mismo. No te preocupes, serás recompensada por tu aguante - termina de recortar la distancia, pero sigue sin tocarme y siento que me condenso como una cerveza muy fría en la playa.

Puedo sentir el roce de su dureza contra la parte baja de mi espalda, su mano envuelve mi cuello y da leves masajes en mi nuca que cada vez son más firmes y definitivamente ya no puedo más, me giro con algo de urgencia y lo veo a los ojos.

- Que conste que me tocaste tú y acabas de perder - le digo y estampo mis labios contra los suyos.

Es un beso sumamente desordenado, nuestras lenguas se enredan, sofocando su gemido mientras deslizo una mano dentro de su pantalón. Aspira un poco de aire cuando trazo la punta de su erección y luego froto en círculos.

Con su mano libre toma la que estoy usando para tocarlo y frota más fuerte incentivándome a continuar lo que estoy haciendo. Sus labios siguen una línea de besos hacia abajo a mi garganta.

Algo debe estar mal con la lista de reproducción o quizás se está repitiendo porque Supermassive Black Hole vuelve a sonar.

Tomando en cuenta que en este momento me siento como la propia Afrodita, no debería sorprendernos el hecho de que soy yo quien le quita las prendas restantes a Juan Pablo, la lujuria es clara en sus ojos mientras me quita la ropa interior y me ve como si fuera la primera vez nuevamente.

Lo empujo contra el sofá y él se inclina para tomar un condón que tenía en el bolsillo del pantalón, lo enfundo con mis propias manos y me subo a horcajadas sobre él, bajo poquito a poquito por su longitud y cuando finalmente me llena los dos jadeamos.

Todo en él es sensual, desde la forma en que sus uñas se clavan en mis muslos hasta la forma en que gime contra mí cuando suspiro.

Aumento el ritmo y los movimientos a mi manera, ya que estar arriba me da ese tipo de ventaja y la utilizaré a mi favor.

Él me sujeta de las caderas y cada segundo que pasa el ritmo es más frenético, su pulgar se une a la fiesta y hace y deshace con mi clítoris lo que le da la gana. Una vez que alcanzo mi orgasmo, él nos mueve hacia la barra de la cocina y pega su espalda a la mía a la vez que me hace descender sobre el mármol frío de la misma, en esta posición no puedo ver sus ojos pero alcanza un punto exquisito dentro de mí y no pretendo detenerlo porque siento mi segundo orgasmo construirse. Él ni siquiera deja de moverse cuando la me vine, lo que hace que la sobreestimulación me haga clavarle las uñas en el brazo que tiene alrededor de mi cadera, cuando se viene con mi nombre en sus labios esa voz ronca me hace perder la cabeza.

Cuando estamos recostados sobre la cama, me llega un mensaje de texto que debió romper el mood, pero resulta que decidí ignorarlo porque por primera vez en mucho tiempo me dormiré en los brazos de un hombre que me hace feliz.

Casi ~ Juan Pablo Villamil (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora