18. ¿Libertad?

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Él

Volví de La Calera directo al ensayo porque después de todo me duché y me cambié allá, no se me conoce por impuntual así que cuando llego media hora después de lo esperado los perros me ven con curiosidad.

- No quiero saltar a conclusiones pero usted nunca llega tarde así que espero nos cuente todo pri - dice Martín con su sonrisa de niño burlón esperando detalles que claramente no le voy a dar.

- Creí que ya habíamos pasado la edad de las preguntas mi niño - le digo despeinándole el pelo porque después de todo siempre va a ser el más pequeño de la banda y todos lo vemos como nuestro niño.

- Lo único que puede que haya cambiado son las respuestas - se une Isa - pero dudo que vaya a madurar algún día. - dice carcajeandose porque aunque el tipo es un workaholic de tiempo completo, ya sabía dónde estaba yo - Ahora tome el bendito banjo y póngase a trabajar que no nos pagan por coger - levanta las cejas serenándose y vuelve a su guitarra.

- Menos mal que no, porque la vida sexual de un Vargas y un Juan Pablo nos desgraciarían los royalties - llega Moncho a mi rescate para burlarse de los otros dos. Me volteo a ver con desconcierto a Martín.

- ¿De verdad nada aún con la paisa?

- Pues a diferencia de usted yo no soy un man que despierte en una cama diferente todos los días - los demás sisan, Isa, Moncho, Juanjo, Gabe y hasta Nath que acaba de llegar de México a pasar unos días con Simón.

Ella hace el gesto de sacar una cuerda imaginaria y se la lanza a Simón, los dos simulan poner cosas sobre ella o eso creo.

- Estira más mi amor que ese trapo fue muuuy amplio - dice la pelirroja entre risas.

Pendejos.

- Ya tendremos tiempo para descocer a Villa pero en este preciso momento deberíamos estar ensayando - empuja a Martín con cuidado de no hacerlo caer para llevarlo hasta la batería.

El ensayo transcurrió con normalidad, tocamos, arreglos, volvemos a tocar, a Martín se le ocurre algo sobre las luces que conversa con Triana, Nath graba, tocamos y eventualmente terminamos.

Simón corre a los brazos de Nath, oigo a Martín hablar por teléfono y le veo una sonrisa de oreja a oreja así que probablemente esté hablando con Nia e Isa que recientemente comenzó a salir con una venezolana podría estar haciendo lo mismo pero solo está sentado mirándome.

- ¿Qué? - le pregunto.

- No, nada - levanta las manos y niega con la cabeza.

- Ay no empiece, si va a decir algo dígalo y ya, no me vaya a escribir una canción para contármelo - le digo sentándome a su lado.

- Es solo que... ¿Usted está bien? - me pregunta viéndome a la cara.

- Pues creo que no he estado mejor - respondo sinceramente.

- ¿Y qué hay sobre lo que dijo Martín?

- Sabía que quería hablar de algo... Pero sigo sin entenderlo así que sea más específico perro - le digo volteando los ojos porque siempre pasa lo mismo cuando quiere darme un sermón.

- Es que usted de verdad es así huevón... Y está doblando sus reglas con Diana ¿No le parece?

- Pues sí, pero la verdad estamos bien, ella sabe lo que opino al respecto desde el primer momento, no estoy buscando meterme en una relación - lo miro - mucho menos con una mujer casada porque eso solo complicaría todo.

- ¿Ella lo sabe? - me pregunta extrañado.

- Sí.

- ¿Usted se lo dijo? - achica los ojos mientras me hace la pregunta y asiento - ¿Se lo dijo explícitamente con palabras o solo se lo dió a entender?

- Se lo dije Isa, le dije que siempre hacía lo mismo porque nunca estoy en la ciudad y porque no tengo tiempo de complicaciones.

- Bueno, me alegra que estén en la misma página entonces... Pero usted sabe que eso no es cierto.

- ¿El qué?

- Eso de no querer meterse en una relación por falta de tiempo o por no complicarse, Papo... No digo que no tenga sus motivos pero usted mismo acaba de decir que nunca ha estado mejor - me dice encogiéndose de hombros - Solo digo que quizás eso es lo que lo tiene tranquilo, la estabilidad.

- ¿Usted quién es y qué hizo con Isaza? - le doy un empujoncito con el hombro mientras me río porque definitivamente Juliana debe estarle poniendo algo en la comida - Estoy bien así, deje de preocuparse por cosas imaginarias.

- Bueno, lo dejo porque a diferencia de usted yo sí tengo con quién hablar - me da una palmada en el hombro y en vez de irse solo se voltea para darme la espalda y en cuestión de un par de minutos oigo a la rubia hablar súper rápido al otro lado del teléfono.

Voy a tener que hablar con ella eventualmente sobre sus intenciones con mi amigo pero hasta ahora parece ser chévere.

Vuelvo a mirar a mi alrededor, Simón está con Nath viendo una nueva colección de Jibbitz y eligiendo cuáles van a comprar mientras ella está acostada con la cabeza en el regazo de él, Martín está contándole a Estefanía sobre el tres leches de Juliana y le bromea con una sonrisa en el rostro diciéndole que es el mejor que ha probado y por último Isaza está dándole un tour virtual por el estudio a Juli en Facetime.

Todos los demás salieron a comer y no puedo negar que me siento algo... solo.

Hasta hace nada éramos tres Morat solteros y uno solo enamorado hasta la médula, ahora no estoy seguro de contar con los otros dos o si se pasaron al bando de Simón.

Estoy pensando en sacar mi celular y escribirle a Diana pero eso sería algo insensato, básicamente acabamos de despedirnos hace solo un par de horas después de un fin de semana que alargué hasta que pude y aunque su compañía es maravillosa, no debería estar pensando en eso.

¿A esto debería llamarlo libertad o soledad?

Casi ~ Juan Pablo Villamil (Morat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora