—Niño... —dijo Shival después de varios minutos de silencio. Anael levantó la mirada y se encontró con los profundos ojos de la mujer.
—Dime maestra —respondió él con el mejor tono sumiso que fue capaz de imitar. Aunque gracias a su garganta lastimada, la voz que salió fue horrible de escuchar. Anael frunció el ceño ante el dolor, pero intentó ignorarlo lo mejor que pudo y con esfuerzo, tragó saliva.
—Tengo tres noticias para ti. No sé si son buenas o malas pero sin duda tu vida cambiará a partir de ahora. —El chico asintió, esperando que la mujer continuara. —Gracias a esto, el Emperador se dio cuenta del tipo de vida que te ha otorgado. Que unas simples sirvientas casi te mataran no deja bien a la Familia Real. Él accedió a compensarte con un estatus real de Princesa. Te mudarás al Castillo Del Norte.
Cuando Anael escuchó estas palabras, un sudor frío recorrió su columna vertebral. ¡Estar cerca de la Familia Real era lo que menos quería! Había tantas maneras de morir en ese horrible lugar
૮( ꒦ິ࿄꒦ີ)ა
—Segundo, tu poder... —cuando llegó a este punto, Shival se detuvo. Conocía mejor que nadie a su discípulo y sabía lo mucho que quería ser reconocido por su familia y para eso había pasado años de entrenamiento tortuoso, tan solo para elevar aún más su poder mágico. —Tu poder...está bloqueado. No tienes manera de lanzar un encantamiento otra vez.
Levantó la mirada para ver al niño en la cama. Pensó que su reacción sería un colapso emocional que lo haría querer tirar y destruir todas las cosas cercanas, pero para su sorpresa el niño se quedó en silencio sin mover un solo músculo. ¡Cosa que le preocupó más! Era obvio que el niño estaba totalmente devastado.
—Mira, el bloqueo puede no ser permanente. —Se apresuró a agregar para disminuir el impacto recibido. —La tercera noticia es que...gracias al maltrato de esas mujeres y a que te obligaron a vivir en ese tipo de condiciones durante meses, y el clima...sabes que como mago tu constitución es un poco diferente a la de un humano ordinario. Nuestras enfermedades no son las mismas que las de ellos. Y...debido al clima al que estuviste expuesto por tanto tiempo adquiriste la enfermedad del Alma Congelada. Esa es la razón de tu bloqueo mágico.
—¿Alma Congelada? —repitió Anael.
"¿Esa es una excusa que el mismo cielo me brindó para no revelar mi verdadera identidad?", se preguntó emocionado mientras escuchaba pasivamente las palabras de la anciana. Él sabía gracias al libro que el poder mágico en este mundo pertenecía enteramente al alma del mago, nada que ver con su cuerpo físico, era una conexión innata entre el Éter —la energía pura que regía el mundo— y el mago. Fue por esa verdad insuperable que al final del libro, cuando Heira cambió su alma al cuerpo de la protagonista femenina, se reveló todo fácilmente. Su castigo fue la disolución de su alma de una manera muy dolorosa.
—Si. Básicamente esta enfermedad hace que tu centro mágico se congele.
Anael fingió una mueca de dolor —pues sabía lo que significaba la magia para el original— y preguntó con voz temblorosa. —¿Hay alguna manera de curarme?
Shival vio al niño con una expresión angustiada y su corazón se rompió. ¿Por que este niño tenía que tener tan mala suerte?
—Alma Congelada es una enfermedad que en términos humanos es muy parecida a la hipotermia, tu cuerpo deja de producir calor y necesitas pociones cálidas para no congelarte desde el interior. Y sumado a los síntomas, hay un bloqueo mágico, básicamente no eres diferente de un humano ordinario. Por lo tanto tienes dos opciones, la primera es buscar una planta llamada "Ardore Solis", una planta legendaria que se retrata en los libros antiguos de Los Meridia. Sus registros muestran que su néctar puede curar enfermedades relacionadas con el hielo. Es solo que...dicha planta se cree extinta desde hace cuatro siglos...
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¡Resulta que soy el villano!
RomanceAnael despierta y se da cuenta que ahora está en el cuerpo adolescente de la villana ¡que en realidad es un chico! Aún sin poder asimilar lo que sucede, es enviado frente al Emperador para tener una comida familiar. No solo están ellos, sino los pro...