El frío del agua helada penetró en lo profundo de sus huesos y la sensación de escozor le recordó que no se trataba de ningún sueño. Quería maldecir pero ¿a quién?
Tal vez a su mala suerte por haber llegado en un mal momento, a una mala vida y al mundo equivocado. Sin embargo, aunque se dedicara a maldecir por cien días y cien noches sin descanso, ¿de qué le serviría? Sus maldiciones no lo sacarían de ese miserable lugar.
Sabía que debía afrontar este acoso como lo venía haciendo desde hace un mes. Era cierto que era injusto y lo peor es que prácticamente ya se había acostumbrado. Aún así, con una voluntad inquebrantable que ni siquiera él sabía de donde salía —quizás era la última dignidad que quedaba del dueño original—, se negó a mostrarles una pizca de debilidad a esas estúpidas sirvientas, así que apretó la mandíbula tanto como pudo al intentar reprimir el rechinar de sus dientes, hasta que el sabor metálico de la sangre inundó su boca.
"Esto no es tan malo, fue peor el tener que cargar piedras en medio de la nieve."
—¿Qué sucede princesa? ¿El calor no ha disminuido? —preguntó con un repugnante tono amable la líder de las sirvientas. La persona en el agua apretó su mano en el borde de la tina. Quería golpear a alguien pero sabía que responder solo empeoraría su situación. Suerte que nadie podía ver su mirada llena de resentimiento o el baño helado se habría prolongado otras dos horas.
Contentas con la actitud sumisa de "la princesa", las mujeres se fueron con risas burlonas en sus rostros. Ninguna se tomó la molestia de dignarle una mirada a la persona en la tina.
Anael levantó la vista cuando todas se fueron. Con el cuerpo dolorido y lo último de sus fuerzas, salió del agua helada. Al salir, varias gotas terminaron en el suelo y casi provocan que él cayera. Logró estabilizarse al último segundo pero su mano se lastimó en el proceso.
—Ah...no puede ser. ¿Tan mala es mi suerte? —se quejó al sentir el dolor en la muñeca.
Cuando la molestia disminuyó se sacó la ropa y la tiró al suelo, dejando al descubierto una piel blanca llena de moretones por todos lados. Las insignias de los castigos por su mala actitud.
Si hubiera habido un alma en ese miserable baño, habría visto que las costillas se asomaban a lo largo del pecho del chico y la piel del estómago casi parecía tocar su columna vertebral. Sus delgados pies y brazos daban la sensación de romperse al segundo siguiente. Era una apariencia lamentable. Sin embargo, no había nadie más con él.
—Ja, parece una broma de mal gusto.
Con solo ver una mancha morada se podía percibir la malicia de la persona que había aplicado "el correctivo". Pero Anael no se quejó. Un mes era suficiente para acostumbrarlo al dolor físico. Además, este cuerpo tenía una resistencia física más elevada que el de su vida anterior, por lo que era difícil para él notar cuando su límite se acercaba.
Con las piernas un poco débiles, caminó hasta la única silla que había y tomó el intento de toalla que le habían dejado las mujeres. Secó su cuerpo y para cuando terminó se dio cuenta de que no había ropa de repuesto. Antes de poder decir algo dos sirvientas abrieron la puerta del baño y entraron sin mirarlo. Solo tomaron la ropa mojada y salieron.
El mensaje era obvio, regresa a tu habitación con esa ridícula tela envuelta en el cuerpo.
Anael quería reír, pero por alguna razón un líquido caliente corrió por sus mejillas. La calidez de esas lágrimas casi queman su piel helada. Se limpió tan pronto como estas llegaron a su mentón.
Resignado a su lamentable destino, salió del baño y se enfrentó a la ventisca.
Este nuevo lugar tenía el mismo calendario que su anterior mundo así que para él era fácil saber que estaba a mediados de diciembre. Para su mala suerte, era la época del año cuando la nieve caía con más intensidad en este lugar.
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¡Resulta que soy el villano!
RomanceAnael despierta y se da cuenta que ahora está en el cuerpo adolescente de la villana ¡que en realidad es un chico! Aún sin poder asimilar lo que sucede, es enviado frente al Emperador para tener una comida familiar. No solo están ellos, sino los pro...