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Perspectiva de Anael.

Anael salió del lugar con una pequeña bestia en brazos y todas sus Piedras de Poder intactas. Meg dijo que en realidad eran un centro manejado por el imperio, por lo que era gratuito para el público en general, cosa que él agradeció pues aún debía comprar varias cosas para su nuevo amigo y no sabía cuanto tendría que pagar. Entre más Piedras de Poder tuviera para intercambiar, mejor sería para los dos.

Anael siguió el camino de regreso y al salir del callejón, se detuvo. Él estaba indeciso sobre en qué camino tomar a continuación, por lo que iba a preguntarle al pequeño ser entre sus brazos, en un intento por acercase un poco más. Al mirarlo desde arriba, vio una pequeña cabecita con varios huecos en el pelaje y tuvo sentimientos encontrados. Por un lado, la pequeña bestia era tan orgullosa, y por el otro, ciertamente lucía ridículo.

Sonrió y justo cuando le iba a preguntar a donde ir, cerró la boca. Aún no podía creer que un animal hablara. Lo había visto en películas y series en su anterior mundo, pero saber que podía pasar en la vida real era algo muy diferente.

Mientras veía al pequeño, Anael recordó cierta parte de la historia original. Aunque no recordaba todos los detalles, tenía la noción de lo sucedido.

Luego de finalizar el torneo anual de magia, Heira, molesta por haber perdido de una manera patética contra la Princesa Amaranto, decidió internarse en el bosque maldito cerca de la Frontera de Caelestis, con el propósito de mejorar sus habilidades mágicas. "Ella" eligió dicho lugar —Maledictus silva—, porque era conocido como el sitio más peligroso dentro del Imperio. En él había peligrosas y sobre todo, poderosas bestias nocturnas, con y sin inteligencia, además de otros peligros ocultos, pues había rumores de que muchos criminales que escapaban de Sunscreens —una especie de fuerza policial de élite—, y temían ser lanzados al Desierto de los Renegados, huían a este lugar. Por lo que si alguien se internaba sin cuidado, no solo corría el riesgo de encontrarse con bestias poderosas, sino también con criminales buscados.

Pero a la villana Heira no le importó nada de eso, "ella" solo quería forzarse a ser más poderosa, pulir sus habilidades y por fin, ser reconocida por su familia. Y la reciente derrota había herido su orgullo, y sobre todo, despertado su sentido de lucha.

Sin considerar nada más, dijo que iría a entrenar para superar a la princesa falsa; y solo dejó atrás una carta para su Maestra, informarle de lo sucedido.

Al tercer día de haber ingresado al Maledictus Silva, Heira se encontró con una bestia nocturna muy poderosa, aunque algo desquiciada, un Jagleón*. Tan pronto como hicieron contacto visual, la sangre de Heira se congeló al ver los vacíos ojos azules de la bestia.

El Jagleón, a pesar de ser una bestia de clase alta, parecía haber perdido toda inteligencia por alguna razón, y aunque "ella" quería encontrar un compañero contratado con el que al menos pudiera comunicarse, se vio forzada a elegir a la bestia enloquecida, pues esta no dejaba de perseguirle y atacarle. Luego de una pelea que le costó casi todas sus fuerzas a ambos, por fin hicieron un contrato del alma. Heira eligió dicho contrato pues temía que de elegir otro tipo, esta bestia no le obedecería. Con el contrato del alma, el Jagleón, aunque no tuviera inteligencia, y en esencia no fuera más que una bestia primitiva, debía obedecer sus palabras igual a un animal domesticado.

Contenta con su adquisición, volvió a casa de Shival, en donde recibió una reprimenda severa por haber ido a ese lugar sin permiso y sola. Pero a Heira no le importó, pues ya tenía su poderosa bestia contratada.

Anael miró la cabecita calva y quiso reír por lo que parecía, era el destino. Heira contrató un poderoso Jagleón sin inteligencia, y él recogió un inteligente pero débil Cait Sith*. El pequeño alzó la mirada y lo instó a seguir caminando, podía ver la insistencia dentro de sus ojos.

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⏰ Última actualización: May 05, 2023 ⏰

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