FORTY SIX

6K 703 102
                                    

Entonces JiMin estaba en lo cierto.

Ahora entiende por qué su corazón latía con fuerza y por qué nunca logró controlar sus nervios. Después de todos estos años por fin la tenía frente a él. Y lucía hermosa pese a la expresión cansada. No la recuerda y odia no poder hacerlo del todo, pero eso ya no importa, porque ahí está ella y se siente como si hubiese vuelto a nacer.

—¿Mamá? —habló JiMin.

Sus ojos comenzaron a cristalizarse y apretaba los puños con fuerza. Quería escucharla. Quería que lo recordara y le abrazara. Quería pedirle perdón por haberla culpado, por incluso haber negado de ella. Por haberla juzgado tan duramente.

Al escuchar eso, JiHyo volteó hacia donde estaba el pequeño... su pequeño. ¿Cómo no pudo reconocerlo antes? Pero es que con ese cabello azul ¿quién lo haría? Además los años no pasaron en vano; se veía hermoso. Muy adorable, pero a la vez maduro. Si no mal lo recuerda, porque jamás perdió la cuenta de sus cumpleaños, en unos meses cumplirá veinte años y agradece al cielo por tenerlo de vuelta.

—Mi Mochi—dejó salir en un sollozo.

Y entonces JiMin pudo recordar algo en sus memorias de esa niñez. Así que no había duda, era su madre. A la que esperó todos los días. A la que le lloró mucho tiempo. A la que pensó que jamás volvería a ver. Ahí estaba, llorando a la par de él. Y entonces se abrazaron; el peliazul escondió su rostro en ella y aspiró su aroma porque no quería olvidarlo jamás. Se abrazaron con fuerza y deseaban detener el tiempo, porque ya no querían perder más. Habían tenido suficiente.

TaeYang los observaba con ojos de cordero, pero aun sintiendo culpa por haberles robado ese derecho. No se sentía capaz de interrumpir ese momento y sentía que sobraba en ese lugar. Pero le reconforta saber que ahora JiMin puede estar con su madre. Pese a que antes la necesitó mucho, eso no significa que ahora no sea igual.

—¡Mírate! —deshizo el abrazo y lo tomó de las mejillas—¡Estás enorme! ¡Y creciste siendo muy guapo! ¡Mi pequeño, Mochi!

Para JiHyo no había nada mejor en el mundo que tener a su primer hijo entre sus brazos. Había pasado tanto tiempo que era difícil de creer que fuese real. Que lo tuviera ahí. Pero a la vez le dolía no haber sido parte de su crecimiento y eso sólo se lo podía deber a una persona. Mismo al que le guardó mucho resentimiento todos estos años. Y no podía evitarlo, porque le negó posibilidades y le quitó lo más importante de su vida. Pero no se lo diría frente a JiMin. Quizá después.

—No te lo llevarás ahora ¿o sí? —preguntó JiHyo con un poco de agresividad.

—No—suspiró TaeYang—De ahora en adelante podrás verlo—sonrió con fragilidad—¿Hay algún problema si se queda contigo un rato?

—Claro que no—respondió sin ocultar su tono molesto.

—Entonces vendré por él más tarde.

Hizo una reverencia corta y miró con dolor a su hijo. Éste se sintió extraño ante eso y, por más que su padre haya cometido un error, no podía juzgarlo y tampoco podía ser tan duro con él. Así que antes de que llegara a su auto corrió y lo abrazó por la espalda.

—Gracias, papá.

TaeYang dejó salir unas cuantas lágrimas al escuchar como JiMin le decía de nueva cuenta "papá", pese a que le gritó que ya no lo reconocería como tal. Y se sintió emocionado, porque eso quería decir que estaría bien con su hijo en el futuro.

Se giró para corresponder a su abrazó y se aferró a él como nunca antes. Sentía que tal vez podría perderlo para siempre y no quería, pero si así era el caso, lo aceptaría sin más. Porque esta vez haría lo correcto para que su hijo sea feliz.

Cuarentena (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora