THREE

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—¡Park! —era la cuarta vez que JungKook le gritaba—¡Baja a desayunar!

El chiquillo se la había pasado hablando por teléfono con su novio desde que despertó. Se había cumplido la primera semana del pelinegro desde que llegó a Tokio y juraba que ya tenía dolor de cabeza permanente a causa de que el pequeño hacía lo que fuera con el único propósito de molestarlo. Y con su madre detrás de él todos los días haciéndole video llamada, era imposible que se desobligara de tener que alimentar al rubio. No quería pelear por alguien tan insignificante en su vida. Esperaba que su infierno durara unas cuantas semanas más.

"No pienso hablarle otra vez"

"Es un fastidio... maldito mocoso"

JungKook subió a su cuarto con evidente flojera en cada paso que daba. No había tenido muchas ganas de hacer ejercicio ni nada por estilo. Estando ahí encerrado, aunque la casa era el lugar perfecto para pasar la cuarentena, le tenía con su alma pendiendo de un hilo. Al saber que no volvería a Corea del Sur sus ánimos se fueron al suelo. Se atrevió a pensar que, probablemente, tendría que continuar con sus estudios en línea. Y no se equivocó...

...apenas se había acostado en su cama cuando le llegó una notificación de la escuela donde informaban que la cuarentena sería por tiempo indefinido y debían entrar a clases virtuales en una semana. Sí, todo indicaba a que sería peor de lo que él había pensado. Su carrera ya era difícil aun cuando tomaba sus clases sin faltar ni una y veces era complicado entender los temas, ahora en línea sería el doble de complicado. Además ser estudiante de medicina requería de su total presencia. Eso le hizo sentir aún más frustrado. Definitivamente no la estaba pasando bien.

—Mi comida está fría—irrumpió JiMin en el cuarto del pelinegro.

—¿Eres inútil? —respondió sin mirarle.

—Se supone que debes darme de comer.

Aquello hizo que algo dentro de JungKook se crispara. Cuando el rubio se lo proponía de verdad podía ser más que irritante. Además el tono tan petulante que usó le provocó un dolor de cabeza más fuerte. Se levantó lentamente y caminó hacia él con una mirada que a cualquiera le hubiera dado pánico, sin embargo, JiMin gozaba en demasía lo que estaba viendo. Hasta ese punto creía que JungKook no sería capaz de golpearlo, no tenía las agallas para hacerlo. No obstante, Jeon ya no estaba para aguantar sus jueguitos infantiles.

—Hazlo tú—gruñó y golpeó la charola de comida para que cayera al suelo.

Después de lanzarle una mirada llena de furia salió de su habitación echando chispas y se fue directo a la sala deseando con todas sus fuerzas que no lo persiguiera. JiMin, a causa de la impresión de aquel movimiento que no vio venir por ninguna razón, se quedó paralizado en el mismo lugar mirando el desastre de comida en el suelo. Fue inevitable para él no sentir ganas de llorar por la impotencia de no responderle como debería. Tal vez un buen puñetazo en su nariz dejaría las cosas por igual, sin embargo, el rubio era débil y no tan valiente como simulaba. Y aunque hubiese sentido miedo por el pelinegro en ese momento, sus ganas de molestarle hasta el final de sus días en esa cuarentena persistían. A partir de ese momento se prometió hacerle la vida un lío de todas las maneras posibles. Pero antes debía encontrar su punto débil, aun cuando pareciera que no tuviera, todos teníamos uno y él no podría ser la excepción.

Limpió el desastre antes de volver a su habitación, de pronto el apetito se le quitó y se sentía muy enojado. Volvió a llamar a TaeMin, pero nunca le contestó. Siempre hacía eso; cuando sentía que más lo necesitaba éste no atendía ni sus llamadas ni sus mensajes. Tampoco iba a su casa cuando se lo pedía. A veces pensaba que lo ignoraba a propósito. A veces sentía que era un fastidio para él y para todos. Se quedó dormido después de un rato, empezando así una ardua lucha contra el mismo y sus pensamientos que no se cansaban de repetirle que era insuficiente.

Cuarentena (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora