Cuarentena (Kookmin)

ONE

—Tú madre quiere que viajes el siguiente fin de semana para que pases tus vacaciones con ella—ese fue el argumento del señor Jeon que terminó de arruinar el día, el mes y el maldito año de JungKook.

—¿Con ella o con su asquerosa familia? —preguntó el pelinegro con suma petulancia y desprecio.

—¡Hey! —su padre lo golpeó ligeramente en la cabeza como castigo por su comentario—Modera tu lenguaje, Jeon JungKook.

Aquel chico no había tenido días fáciles desde que inició el año...no...más bien desde que sus padres se divorciaron. Él no tuvo ningún problema al principio, sabía que desde hacía un tiempo ya no se llevaban bien y que sólo seguían casados por su supuesto bienestar, pero lo cierto era que en esa gran casa ya no se respiraba paz. Él ya no era ingenuo cuando notó esos cambios drásticos en sus padres. Tenía quince años, ya no era un niño. Dejó de serlo cuando sin querer encontró revistas pornográficas y con esas despertó su curiosidad llevándolo a tener su primera masturbada sintiendo lo grandioso de un orgasmo. Desde entonces tuvo que madurar rápidamente para tomar la decisión que sus padres no se atrevían a ejecutar quién sabe por qué.

Cuando cumplió dieciséis pidió como regalo de cumpleaños el divorcio de sus padres, un regalo muy inusual ¿no? Pero sabía que era lo justo. Ya no quería pasar las noches escuchando como sus padres discutían en voz baja en la sala porqué ya no se querían. Ya no quería ser la causa de su infelicidad. Quería estar tranquilo, aunque eso significara la separación de su familia.

Vivió un tiempo con su mamá en el departamento que tenía su padre en Seúl. A pesar de que ya no eran una pareja se llevaban muy bien, de hecho, mejor que cuando estaban casados. Jeon JiHyun, el padre de JungKook, jamás dejó de proveerlos de todo lo necesario para que continuaran teniendo una vida digna. Kim JiSoo, ex esposa de éste, no tenía nada que reprocharle pues, el padre de su hijo, siempre cumplió cada uno de sus antojos y caprichos. No iba a negar que lo amó demasiado, pero la burbuja se rompió cuando cayó en la cuenta de que ella era muy joven cuando se embarazó de JungKook y que también tuvo que casarse a causa de eso porque sus padres eran demasiado anticuados y conservadores. Al principio le pareció que era una buena idea. Estaba enamorada y JiHyun acababa de terminar su carrera en medicina.

El padre de Jun Kook tenía un buen trabajo. Era dueño de su propio hospital que lo hacía ganar grandes cantidades de dinero, lo suficiente para que al pelinegro no le faltara absolutamente nada. Y en algún momento de su vida, ver tantas veces a su padre con esa bata blanca y escuchando sus anécdotas de cómo salvaba vidas, decidió ser como él.

Ahora se encontraba cursando su tercer año de carrera en la facultad de medicina de Seúl. Se mudó con su padre cuando empezó la universidad. Una jugada muy necesaria pues su madre mantenía una relación con un empresario que residía en Japón. Un año después se casó con él y por ende se mudó a ese país donde vivía actualmente. Aquel hombre tenía un hijo cinco años menor que el pelinegro. Un chiquillo muy fastidioso y malcriado que cada vez que se veían le hacía la vida imposible. Evidentemente la diferencia de edad era mucha y JungKook no estaba para sus bromas infantiles y caprichos de bebé recién nacido.

Se veía obligado a viajar para pasar tiempo con su madre, aunque no podía negar lo mucho que la extrañaba a pesar de que sólo había pasado un año desde la última vez que se vieron. Que, por cierto, se llevó una fuerte regañada de la misma a causa de haber discutido con el hijo de su esposo, provocando que el pequeño engendro cayera unos cuantos escalones abajo, algo que le causó mucha gracia a JungKook. No se lastimó ni nada, unos cuantos raspones, pero hizo un drama tan innecesario sólo para que castigaran al pelinegro.

—¿De verdad tengo que ir? —preguntó el menor haciendo un puchero.

—Sí, tu madre quiere verte—respondió su padre haciendo otro puchero para burlarse de su hijo.