IV.

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Si alguien se lo preguntaba, probablemente negaría en su totalidad estar nervioso, incluso si ni él mismo se lo creía. No podía siquiera permitirse el mostrarse de esa forma, no en ese punto tan importante.

El partido contra Países Bajos estaba justo en frente, a tan sólo horas de suceder y Cristian sentía una responsabilidad enorme, además de la necesidad de contribuir al triunfo que, por supuesto, visualizaba de forma clara pese a la ansiedad que lo sofocaba poco a poco. Era consciente que no debía confiarse, no estaba enfrentándose a cualquiera. Tanto su selección como la rival buscaban la victoria y cada segundo sería aprovechado.

En ese tiempo, pese a intentar estar completamente enfocado en lo que se aproximaba, su cabeza solía desviarse a una pregunta que le daba vueltas y que prefería evitar, fallando en el intento.

¿Era o no un adolescente enamorado?

Sabiendo de sobra que no tenía quince años y no estaba para ese tipo de cosas, ahí estaba; queriendo descifrar qué sucedía con él. A veces se desconocía totalmente y se preguntaba qué era eso que se apoderaba de él y tomaba posesión de sus pensamientos justo cuando no debía perder el foco principal.

Su solución a eso fue no intercambiar demasiadas palabras con Heungmin desde que en su cabeza se había presentado esa interrogante, creyendo que así tal vez estaría más tranquilo y lograría responderse.

Grave error.

Reconocía lo ingenuo que había sido al pensar eso como posibilidad, estaba claro que sus pensamientos no lo dejarían en paz, principalmente cuando esa incógnita había surgido gracias a él; gracias a Son Heungmin y su cálida personalidad, gracias a su sonrisa que brillaba con la misma intensidad de la luna en una noche despejada, gracias al apoyo incondicional que recibía de su parte y gracias a lo seguro que se sentía entre sus brazos. Le estaría eternamente agradecido por dejarlo ser él mismo en su presencia.

Y eso sólo significaba una cosa: si con él podía ser él mismo, entonces esa personalidad que todos conocían no era del todo sincera y había algo muy dentro de él que no estaba preparado para dejar salir.

Sabía de la importancia de Sonny en su vida, pero jamás hubiese imaginado que todo escalaría hasta ese punto. Lo preocupaba y hasta llegaba a asustarlo.

Justo en ese momento, sin poder lograr que su cabeza tomara un descanso, había optado por hablar con sus compañeros sobre aquello, en busca de ese apoyo emocional que no podía ir a buscar en Heungmin. No hasta tener las cosas claras con sí mismo primero.

—Yo opino que sos un boludo —habló Rodrigo, centrado totalmente en las cartas que sostenía frente a él—. Y uno importante.

Parecía ser que Rodrigo tenía más claro su juicio que él mismo. No lo culpaba, incluso llegaba a pensar que en ocasiones solía ser muy obvio.

—Típico de piscis —continuó Alejandro, igual e incluso más pendiente a las cartas que el otro.

—Soy de tauro —contraatacó, sin saber de dónde había salido eso pero sin pensarlo demasiado; Alejandro no solía tomarse las cosas con demasiada seriedad.

—Bueno, qué sé yo, es lo mismo.

Rió apenas, notando así la tensión que cargaban sus hombros.

—No quieras obligarte a algo tampoco —Leandro Paredes opinó, mirándolo—. Tal vez hasta estás confundiendo las cosas, date tiempo para pensar y organizarte.

—Pero no ahora, no es tiempo de pensar —Enzo Fernández se unió a la conversación—. Toca jugar, así que primero eso, después hasta te ayudo a conquistarlo si querés.

Nuevamente rió, dándole la razón y agradeciéndole luego.

Por ese momento, prefería sólo analizar las palabras de Leandro, que parecía estar más cerca de su realidad. O al menos de eso se quería convencer.

Una parte de él —la cual, quería creer, era la racional— le decía que no podía simplemente estarse preguntando si estaba enamorado de alguien más, mucho menos estando casado y con un hijo. Además, se trataba de un hombre, y pese a no tener nada en contra, sí le resultaba extraño sentirse así de repente.

Sentía que todo aquello lo estaba ahogando, era asfixiante y lo único que lograba era provocarle dolores de cabeza, no tenía manera de hacerlo a un lado.

Tal vez la única forma de apaciguar la situación era teniendo al mayor en frente, sonriéndole de esa manera y diciéndole que siempre estaría ahí para él. Si todo eso no se trataba de una mala jugada por parte de su subconsciente, entonces por fin podría aclararse las cosas.

Por supuesto, nada de eso podría ser aclarado sin el personaje principal en esa historia que su cabeza estaba creando sin su consentimiento.

Necesitaba de él y su compañía, ahora más que nunca lo necesitaba a su lado. Necesitaba que Son Heungmin le diera las respuestas que no encontraba en su propio desorden, esas respuestas que aparentemente sólo tenía él.

Sólo esperaba no perderse a sí mismo en el proceso, ese proceso que tenía su final tan cerca y a su vez tan lejos.

ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora