Son Heungmin observaba fijo a su amigo frente a él, con sus ojos rojos, los cuales ardían y derramaban lágrimas silenciosas. A su vez se preguntaba por cuánto tiempo más podría aguantar aquello.
Dejándose llevar por sus propios impulsos, bajó la mirada y apretó sus ojos, dándose un breve descanso de la cruel imagen frente a él.
—¡Te gané! —Cho Guesung exclamó a modo de burla, con sus ojos igualmente rojos y con pequeñas lágrimas en ellos.
Sí, definitivamente la imagen del fracaso era algo que no quería ver, mucho menos al otro burlándose de él.
No sabía si lo de Guesung se debía a que tenía una especie de talento para ese juego o él simplemente no podía estar tanto tiempo sin pestañear.
—Bueno, es la tercera vez que te gano, ahora contame el chisme —pidió, mirándolo expectante.
Le había contado muy por encima lo que últimamente estaba sintiendo, le dejó saber que su cabeza era un total desastre y que en ocasiones debía buscar la manera de callar por un momento sus pensamientos tan ruidosos para poder descansar adecuadamente. Diciéndolo en voz alta, hasta le parecía que estaba enloqueciendo poco a poco.
Antes de su juego, le prometió contarle y darle los debidos detalles, después de todo, también necesitaba un consejo, y nadie mejor que su mejor amigo para dárselo. Pese a su diferencia de edad, ambos lograban entenderse y de forma constante estaban en sintonía, no les costaba en absoluto conectar ni mucho menos aconsejarse. Después de todo, se conocían hacía mucho, esa diferencia de seis años no estaba tan presente. Ahora, debido a la clara victoria ajena, debía organizarse y así buscar la manera de contarle lo sucedido. Incluso cuando siquiera había sido mucho, se sentía acorralado y hasta le costaba encontrar las palabras adecuadas para expresarse.
En ese lío de emociones lo tenía Cristian Romero, donde ni él era capaz de entenderse. Nunca antes se había sentido de la misma forma con alguien, pero le agradaba que fuera el argentino quien provocara aquello.
Suspiró, dándose las fuerzas necesarias para hablar sin tropiezos en el medio, para dejar salir aquello que, debido a que se lo guardaba sólo para sí, lograba agobiarlo; en ocasiones no tenía total control de lo que pasaba por su cabeza, y debido a esto, miles de posibilidades se adueñaban de sus pensamientos, reemplazando su calma por asfixia y dejándolo agotado ante la insistencia de pensar en otra cosa. Ya no quería sentirse de esa forma, y lo único que podía hacer contra eso era dejarlo salir.
Agradecía tener a alguien como Guesung para esos casos. Él siempre se ofrecía a escuchar, opinar si se lo pedían, aconsejar y ayudar hasta donde pudiera y le fuera permitido.
Por su parte, el menor no lo presionó a hablar, se ponía en el lugar ajeno y comprendía que él también estaría vacilando si tuviera que hablar sobre cómo se sentía respecto a alguien.
En cuanto Heungmin comenzó con su improvisado discurso, le dio su total atención y no lo interrumpió en ningún momento, a su vez pensando cómo respondería y de qué manera podría darle una mano sin haber estado en una situación similar antes.
—Entonces —hizo una pausa, analizando todo lo que había escuchado—, está claro que te gusta —fue lo que dijo, mirándolo e intentando averiguar si sus ojos le decían algo que sus palabras no.
Heungmin rió, sintiendo un peso menos sobre sus hombros.
—Sí, creo que sí.
—Nada de “creo que sí” —contraatacó de inmediato—. Hasta te brillan los ojos al hablar de él, no hay lugar a dudas. Estás enamorado y claramente perdido.
Lo miró, incrédulo, sin querer aceptar que sus palabras no eran más que la pura verdad. Incluso después de haberse escuchado a sí mismo, quería convencerse con que todavía podía estar confundiendo las cosas.
Siendo sincero y conciso, no quería interponerse en una relación.
—¿Tan parece que estoy tan perdido? —al borde de entregarse por completo, cuestionó.
—Mucho más de lo que podría imaginar, en realidad —su sinceridad lo hizo reír, contagiando esta vez al menor, logrando que ese momento se volviera mucho más distendido.
—¿Qué creés que debería hacer ahora?
El menor lo observó por un par de segundos, con su mirada suave, en clara comprensión.
—No creo que puedas hacer mucho, Min. No elegís de quién enamorarte y eso lo sabemos.
Aunque le costara aceptarlo, Heungmin debía admitir que Guesung tenía razón. Si hubiese tenido oportunidad de elegir, por supuesto que se hubiera fijado en alguien más.
Llevó ambos manos a su rostro, suspirando con pesadez y preguntándose qué debía hacer ahora.
—Además —fijó su mirada en él nuevamente en cuanto lo escuchó, aparentemente sin intenciones de dejar la conversación ahí—, son los dos unos homosexuales en potencia, a mí no me jodan. Su forma de actuar me lo dice claramente. Él hasta dijo que sos suyo, ¿eso no te dice algo?
Guardó silencio, sin saber qué decir ante tan repentino ataque.
—Pero él–
—No sé lo que vas a decir, pero no me importa —lo interrumpió—. Los dos se aman, ya lo decidí.
—¿Ahora vos decidís por nosotros?
—¿Cómo querés que le de vida al club de fans si no meto presión? Pero por supuesto que sí. Alguien tiene que hacer algo para salvar esta compañía y ese voy a ser yo.
Rió con ganas, dejando por un momento aquella preocupación de lado, mirando a su amigo quien estaba convencido por completo de lo que decía.
Y conociéndolo, hasta era capaz de traer a Cristian junto con él para que le confesara sus sentimientos.
Aun así, jamás pondría en duda el cariño que le tenía ni mucho menos se arrepentiría de llamarlo su mejor amigo.
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Imposible
FanfictionCristian Romero no quería aceptar los sentimientos encontrados hacia su compañero de equipo, siquiera sabía cómo interpretar lo que sentía y lo que le pasaba al tenerlo cerca o escuchar su voz. Son Heungmin no quería enredarse en relaciones ni nada...