II.

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Si debía ser sincero, la idea de encontrarse había aparecido de manera fugaz en su cabeza, no había tenido el suficiente tiempo de procesar antes que las palabras salieran de su boca. Pese a esto, no iba a retractarse; pasar tanto tiempo con Heungmin se había vuelto una costumbre que por nada del mundo quería perder.

Con eso en mente y también considerando que ninguno conocía los alrededores de los edificios en los que se hospedaban, Heungmin había quedado en que sería él quien se tomaría el tiempo de acercarse. Intentó negarse, le pidió que arreglaran un punto de encuentro, sin embargo, el mayor se negó. Cristian sabía que podía ser muy terco si se lo proponía, por lo que no tuvo más remedio que aceptar sus condiciones y prepararse para recibirlo de la mejor manera, justo como merecía.

Así, el tiempo pasó, ni muy lento ni muy rápido, dándole el suficiente espacio a Cristian para prepararse y despejarse, también para responderle un par de cosas a la voz dentro de su cabeza que se encontraba bastante ruidosa desde la conversación por teléfono con el número siete, ¿por qué se sentía tan ansioso por verlo? El sólo pensarlo removía algo dentro suyo, y era extraño, parecía que estaba a punto de encontrarse con el amor de su vida después de no verse durante más de diez años, se sentía como el típico cliché donde las almas gemelas volvían a verse y confirmaban que habían nacido para estar juntos.

Negó ante sus propias ocurrencias y se dispuso a salir de la habitación que le había sido asignada para dirigirse a la cafetería de ese lugar, sin nada mejor que proponerle al otro.

Heungmin había hecho acto de presencia no mucho tiempo después, lo vio adentrarse al lugar claramente desorientado y aquello lo hizo reír. Se levantó de su lugar y se acercó a él, lanzándose a sus brazos sin pensarlo demasiado, siendo recibido con esa efusividad y cariño que tanto caracterizaba a Heungmin.

Se sintió dichoso al rodearlo, los abrazos de Heungmin eran sin dudas sus favoritos; se sentía bien, en casa, Sonny era como su hogar.

Heungmin, por su parte, se sentía igual de feliz al estrecharlo entre sus brazos, le recordaba al cariño que recibía por parte de su familia al regresar a su país natal. Cutie era como su familia.

Ambos encontraban su lugar seguro en el otro.

Seguía siendo extraño, pero ninguno se atrevía a frenar para cuestionarse qué estaba pasando exactamente. Les gustaba así, les agradaba disfrutar de algo tan simple como lo era acompañarse.

—¿Cómo entraste? —fue lo primero que le preguntó al deshacer el cálido contacto.

Sabía que había gente de todo tipo ahí afuera, era necesario controlar quién entraba al lugar y con qué intenciones, principalmente sabiendo que la selección argentina no era la única que se hospedaba en ese lugar, la Universidad de Qatar.

—Tengo mis métodos —ambos rieron ante tal respuesta—. No te preocupes, no hice nada ilegal.

Siquiera había pensado en esa posibilidad, a Sonny no le gustaba meterse en ese tipo de problemas, eran muy largos, tediosos y en ocasiones hasta casi imposible de salir. Él prefería la paz.

—¿Qué onda vos? ¿Cómo se preparan para jugar?

Una vez ubicados, cómodos y con el mate ya preparado, Romero volvió a interrogar.

—Estamos tranquilos, por supuesto que queremos ganar y tener nuestro lugar, pero también somos realistas y sabemos que no nos enfrentamos a cualquier selección, va a pasar lo que tenga que pasar. Como sea, siempre confiados.

Cristian sonrió, mirando al mayor frente a él con fascinación. Siempre había admirado su actitud de líder, su manera tan tranquila de abordar las cosas y la forma en la que era un apoyo para cada uno de sus jugadores. Sin dudas era un excelente capitán, merecía su puesto.

ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora