III.

4.8K 598 331
                                    

Son Heungmin no solía ser alguien negativo o que se la pasara pensando en lo peor como resultado para cada ocasión que se le presentara. Pese a esto, debido a las instancias en las que se encontraba su selección, le estaba costando bastante visualizar un resultado que los beneficie en el partido contra Brasil. Eran una selección de claro renombre, con jugadores por demás experimentados y mucha ventaja sobre un equipo como el suyo.

No iba a negarlo, sentía una presión encima que llegaba a atosigarlo y lo encerraba en una incertidumbre que le desagradaba por completo. Si bien sabía que no todo dependía de él, como capitán sí sentía un peso extra.

El día anterior a ese partido decisivo para él y su selección, había vuelto a encontrarse con Cristian; pese al importante compromiso que lo rodeaba, no se olvidaba de la promesa que le hizo. Así como el menor cumplió su promesa de ganarle a México, de igual forma él cumplió con su palabra y salieron a cenar. Pasó bastante tiempo en internet buscando el lugar ideal, asegurándose que no estuviera tan lejos de donde se hospedaban y que fuese fácil para ambos acudir. Cutie no merecía menos.

Ahí, aunque casi que obligado por Cristian, pudo desahogarse y contarle cómo se sentía respecto al encuentro contra Brasil. Le habló sobre sus preocupaciones, abrió su corazón a él y dejó que lo viera en un estado vulnerable, no iba a pretender ser fuerte cuando claramente no le iba a resultar. No quería despedirse de todo tan pronto, no cuando sabía que podían demostrar un poco más.

Heungmin era alguien sumamente apasionado por lo que hacía además de exigente y veces temía no dar suficiente de sí.

Por supuesto, a Cristian no se le pasó por alto ninguna de sus expresiones, la forma en la que su voz llegaba a temblar ligeramente e incluso cómo jugaba con sus manos y evitaba verlo fijo. Aunque era sincero con sus emociones, sabía que había momentos donde prefería no mostrárselas a nadie. En ese momento, donde claramente sentía que todo estaba perdido, agradecía que le tuviera la suficiente confianza como para permitirle ver ese lado suyo, uno que en muchísimas ocasiones el resto prefería guardarse hasta explotar.

Ante tal reacción, el cordobés no dudó en levantarse de su lugar e ir directo a sentarse a su lado, siendo esta la única opción que consideraba fiable para que el otro le prestara atención.

—Hey —llevó ambas manos a sus mejillas, obligándolo a que le dirigiera la mirada—, nada de andarse mufando —regañó, serio—. Yo también sé cómo jugás y lo que sos capaz de aportarle a tu selección, confío totalmente en tus habilidades y en que no vas a dejar tirado a nadie.

Heungmin lo admiraba en silencio, apreciando sus palabras y guardándolas en lo más profundo de su ser. Que alguien le dijera ese tipo de cosas cuando durante toda su vida había vivido bajo exigencias, le resultaba un alivio enorme y agradecía la compañía del otro en ese momento. Probablemente, si estuviese solo, ya se hubiera hundido en comentarios y pensamientos pesimistas, los cuales, pese a no ser típicos, sí solían invadirlo en situaciones como esas.

No estaba todo perdido, no mientras Cristian estuviera a su lado.

Sin siquiera pensarlo demasiado, apresó el cuerpo ajeno en un abrazo, un contacto que necesitaba y que de ninguna manera podía venir de alguien mejor que él.

Cristian continuó con su discurso alentador, dándole las fuerzas necesarias para enfrentar ese partido. Él sólo lo apreció, sintiéndose enormemente agradecido por tener a alguien tan dulce en su vida.

—Te quiero mucho, Cutie —se atrevió a susurrar, sin intenciones de apartarse del cuerpo cálido que lo rodeaba aún—. Gracias.

—Estoy para eso, no me agradezcas —finalmente, Cristian deshizo con lentitud aquel abrazo, depositando un beso sobre la frente ajena y haciéndolo mucho más especial—. Yo también te quiero, muchísimo, no lo olvides.

.

.

.

.

.

Tiempo más tarde, con el resultado ya presentado y su destino decidido, una vez más Son Heungmin se encontraba abrazando a su mejor amigo, quien le prometió alentarlo entre el público sin importar el resultado final.

Ese cuatro a uno le pesaba e incomodaba, no quería aceptar ni asimilar que hasta ahí había llegado su participación en el mundial, no cuando todos y cada uno de sus compañeros habían dado todo de sí para ganarse su lugar.

Le encantaría poder reescribir ese final, pero sabía que era imposible. Le tocaba despedirse del torneo, debía volver a casa y decirle adiós una vez más a Cristian era la peor parte.

No quería, simplemente no.

—Ni se te ocurra reprocharte algo —regañó el menor, dándole leves golpes en la cabeza en medio del abrazo y haciéndolo volver a su realidad—. Que hayas llegado hasta acá después de tanto también es un logro. Así es el deporte, vos tenés que tener claro que no dejás de ser enorme en lo que hacés.

Rió ante esas palabras. Aunque no quería aceptarlo, tenía razón; de eso se trataba.

Sin nada que responder, optó por aferrarse más al cuerpo ajeno, haciéndose a la idea de que tal vez sería la última vez hasta que les tocara reencontrarse en el club. En todo caso, quería disfrutar de la sensación que removía todo su ser por un momento más.

A Heungmin nunca le gustó reprimirse a sí mismo, si debía ser sincero, admitía que sentía una especie de atracción por su mejor amigo, que le hacía sentir cosas que nadie más lograba; con él encontraba calma y plena felicidad, incluso cuando Cristian era totalmente energético y efusivo, justo como él.

Sin embargo, tenía un objetivo, y este para nada involucraba relaciones o situaciones amorosas. Sin mencionar el fuerte rechazo que recibiría por parte de su país natal, aún más por los aficionados del deporte al que se dedicaba.

Incluso así, la realidad era otra, Cristian tenía novia y un hermoso hijo que siempre esperaban por él. No podía interponerse, mucho menos sabiendo que jamás sería correspondido.

—Prometo hacer todo lo posible por quedarme y ver tu partido —habló, deshaciendo el abrazo y armándose de valor para depositar un beso sobre su mejilla.

Cristian, encantado con esto, soltó una leve risa y no dudó en devolverle ese pequeño besito, feliz ante su compañía aunque sin entender qué sucedía con él cada que Heungmin tenía ese tipo de gestos con él.

Se sentía como un adolescente enamorado, pero no estaba enamorado de él, ¿o sí?

Comenzaba a creer que había una sola forma de averiguarlo.

.

.

.

.

.

EL FINAL DEL PARTIDO ME TIENE TRISTE HERMANAS, de ese resultado dependía esta actualización, así que acá estamos. sólo decirles que es muy probable que de ahora en más estos dos avancen un poquito bastante rápido, también porque como dije, no quiero hacerlo muy largo.

muchas gracias por leer, nos vemos en la próxima ♡

ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora