Una vez más, Cristian Romero se encontraba frente a un escenario determinante, un escenario al que por supuesto deseaba llegar; ese partido contra Croacia se veía prometedor.
A diferencia del partido pasado, estaba ligeramente más tranquilo. Aseguraba que eso se debía a que tan sólo minutos antes de que ese partido diera lugar a su inicio, Heungmin había aparecido, tan deslumbrante como siempre y, rodeándolo con ambos brazos, le deseó toda la suerte del mundo, haciéndole saber que él estaría ahí, alentando, como si fuera un argentino más.
No iba a negarlo, su visita le dio las energías necesarias, y aunque no logró responder sus miles de preguntas, al menos ya no se sentía tan apresado por lo que pensaba. Eso era un alivio, le hacía creer que estaba bien encaminado y que pronto obtendría lo que quería.
Sin embargo, en ese preciso momento, lo que quería estaba a muy poco tiempo de suceder, justo como el partido anterior, sintiéndose con las mismas ganas de obtener la victoria como siempre.
Los días anteriores, apenas preocupado, había dedicado un breve momento a analizar aquello tan raro a lo que estaba obligado a hacerle frente, sin alternativas ni opciones de escape. No le importó enredarse con sus propias ideas ni mucho menos pensó en detenerse cuando su cabeza había comenzado doler; lo único importante en ese momento era Heungmin, quería saber qué lo hacía tan especial como para tenerlo en esa situación. Quería saber qué lograba él que su esposa ya no.
El tan sólo referirse a ella de esa manera le causó un ligero escalofrío.
Sabía que aquello podía traer consigo varios problemas, sabía que corría el riesgo de que la madre de su hijo no aceptara lo que estaba pasando y sabía que había una posibilidad, tal vez mínima, de que esta incluso le prohibiera ver a su hijo.
Pensarlo revolvía su estómago y lograba que sus ojos se nublaran debido a las lágrimas. Todo lo abrumaba, mas no encontraba la manera de ponerle un freno para que no siguiera avanzando de esa forma, para que no continuara cambiando su vida sin que él lo quiera de esa manera.
Si debía llegar a una conclusión, entonces tal vez sí estaba enamorado.
Pero aún faltaba algo para que estuviera completamente seguro de eso.
Y conocía a alguien que tal vez podía ayudarlo a entenderse más a sí mismo.
Habló con Emiliano, incluso le pidió que le diera una respuesta desde el lado psicológico, casi que obsesionado con descifrar todo por fin.
—Pará que el psicólogo no soy yo, boludo —le había dicho, haciéndolo reír apenas y haciéndolo notar, de nuevo, lo tenso que estaba.
Necesitaba respirar y relajarse.
Así, el mayor se tomó el tiempo de darle su opinión, le otorgó posibles opciones y le pidió que lo tomara con calma, nada de lo que le sucedía era su culpa ni debía hacer de su situación un martirio.
Aunque nuevo, no dejaba de ser algo totalmente normal. No era el primero ni el último a quien le sucedía algo parecido.
Debía digerirlo con calma y aceptarlo, no sería el fin del mundo.
—Y respecto a Karen, deberías hablar con ella lo antes posible.
Suspiró, exhausto. Ese era otro punto que no sabía cómo tratar, pero que no descansaría hasta encontrar la mejor manera de abordarlo. Más allá de lo que pudiera pasar luego, ella se lo merecía.
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Sólo segundos antes de ingresar a la cancha, él había hecho acto de presencia, justo en ese lugar.
Heungmin lo miraba, con su típica sonrisa adorable. Vestía una camiseta que conocía de sobra, con el número trece en ella. Esa camiseta que él le había regalado tiempo atrás.
“Para que me hagas el aguante”, le había dicho.
El mayor se acercó, sin perderlo de vista ni deshacer su expresión.
—Acá estoy, haciéndote el aguante —habló el otro, haciéndolo reír—. No me olvido de la promesa que te hice esa vez.
“No me importa el resultado, siempre voy a estar ahí apoyándote”.
Que hiciera el esfuerzo de estar ahí incluso cuando su equipo ya no estaba participando era algo que agradecía y apreciaba muchísimo.
Sin importarle nada más, lo rodeó con ambos brazos, olvidándose de todo a su alrededor por escasos segundos, los suficientes para volver a sentirse conectado con lo que estaba a punto de pasar.
—Cuidate, no quiebres tantas piernas que te pueden echar —su comentario lo hizo reír con ganas, su breve visita lo hacía feliz y había logrado darle más confianza de la que ya tenía.
En ese punto confirmaba una cosa más: Sonny también era algo así como su amuleto de la suerte.
Se separó de él, sin querer hacerlo realmente, y sus ojos conectaron con los ajenos.
—Una última cosa, Cutie —habló el asiático, devolviéndolo a la realidad de la que sus ojos lo habían desviado.
—Decime, te escucho.
Contrario a eso, Heungmin no necesitó usar palabras.
Armándose con todo el valor necesario, se acercó lo suficiente y depositó un pequeño beso sobre los labios ajenos, sin darle importancia a nada más y únicamente centrándose en el momento.
—Te quiero.
Aquello fue suficiente para crear una revolución en el cordobés, que lejos de molestarse, sonrió; feliz, dichoso.
—También te quiero.
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ARGENTINA ESTÁ EN LA FINAL Y YO NO DOY MÁS DE ALEGRÍA, doble actualización porque se las debía y además estoy muy feliz.
disfruten hermanas, gracias por leer, por la paciencia y el aguante ♡
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Imposible
FanfictionCristian Romero no quería aceptar los sentimientos encontrados hacia su compañero de equipo, siquiera sabía cómo interpretar lo que sentía y lo que le pasaba al tenerlo cerca o escuchar su voz. Son Heungmin no quería enredarse en relaciones ni nada...