VIII.

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Ese día había amanecido tranquilo, la charla con Karen el día anterior había ayudado por demás y se sentía mucho más relajado.

Ambos quedaron en firmar el divorcio apenas volvieran a Argentina y compartirían en su totalidad la custodia de su hijo. También adaptándose a su pesado trabajo que claramente implicaba sus viajes de acá para allá y su poco tiempo en el país.

Cristian no tenía intenciones de perderse el crecimiento de su hijo, como fuera, estaría presente.

Si fijaba su total atención en ese hecho, le resultaba extraño; de repente dejaría de compartir hogar con Karen, ya no dormiría a su lado ni recibiría sus buenos días cuando aún estaba adormilado, con su pequeño hijo intentando eliminar por completo cualquier rastro de sueño en su sistema. Y por supuesto que sería raro, sentía que todo había sucedido con demasiada rapidez, sin darle siquiera tiempo a tomarse las cosas con la calma necesaria; aunque tampoco podía pretender que fuera el tiempo quien esperara por él.

De todas formas, no quería que aquello sonara como un reproche a su vida. Todo implicaba un cambio, algo nuevo para él, pero como fuese, se adaptaría.

La idea de pasar su vida junto a Son Heungmin no le desagradaba en absoluto.

Horas después de despertarse, le había mandado un par de mensajes a Heungmin, horas que se tomó para pensar con calma cómo debería abordar todo después de que sus mensajes fueran leídos y respondidos. Le pidió que se encontraran, diciéndole que habían un par de cosas que le gustaría hablar con él y que no podía continuar aplazando, mucho menos hablarlo por mensajes.

Le gustaría decir que todo estaba a un paso de quedar claro por completo, sin embargo, todavía faltaba la parte más difícil: hablar con sus amigos.

Le esperaba un día largo, lo presentía.

Como era de esperarse, su presentimiento no había aparecido en vano, pudo confirmarlo una vez que logró poner sus ideas en orden y comunicarles a sus compañeros lo que había sucedido y lo que pasaba por su cabeza justo en ese momento.

—¿Pero te gusta o no te gusta? —cuestionó Lionel Messi, su amado capitán y número diez.

¿Que si le gustaba? Se quedaba corto con eso. Son Heungmin provocaba muchas cosas en él, imposible de resumirlo en simples palabras.

Sin embargo, el capitán había hecho una pregunta concreta, e igual de concreta debía ser su respuesta si quería ahorrarse las burlas exageradas. Tenía claro que con ese grupo no podría librarse de las burlas en general, al menos esperaba poder aligerarlas un poco.

Asintió a sus palabras, emitiendo un pequeño “sí” que logró dibujar una sonrisa en su rostro.

—¿Entonces cuál es el problema? —Sergio Agüero, quien los acompañaba en ese momento, se unió a la charla—. No me vengas de nuevo con el verso de que es imposible porque yo a eso no te lo compro, acá lo único imposible es que el Papu se parezca a David Beckham.

Tras sus palabras, recibió una mirada de falso disgusto por parte del mencionado.

—Justo lo que necesitaba escuchar eh, gracias —se quejó Alejandro, con claro sarcasmo.

Sergio rió.

—De nada, amigo, para eso estamos.

—Típico de sagitario —contraatacó de nuevo.

—¿Qué decís, boludo? Si yo soy de géminis —respondió Sergio, riendo una vez más.

—Bueno che, nada les viene bien a ustedes. 

La carcajada que escapó del ex número nueve dejaba ver cuánto disfrutaba molestarlo.

No mucho tiempo atrás, Cristian había hablado con sus amigos sobre la confusa situación en la que estaba su cabeza, siendo ellos el único soporte que encontraba en ese momento y en ese lugar; en Qatar, donde se suponía, su único objetivo era jugar y ganar un mundial. Aseguraba que era el único que se cuestionaba cosas de esa forma estando en medio de una competencia tan importante como esa.

ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora