Tete es un sirviente de palacio criado para ser ayuda de una vieja cocinera que se convierte en su única familia. Nadie sabe su verdadero nombre, pues fue encontrado en el campo de batalla. Él de pequeño solo balbuceaba TETE y por ello recibió ese...
Al trasladarse el pequeño Tete al castillo, obviamente el perrazo marrón no quiso quedarse en el establo por más tiempo. Siendo el perro del Rey, tenía acceso a todas las partes del reino, incluido el castillo.
Bam se traslado al interior del castillo y eso fue muy placentero para el Rey. Ver que el adorado can de su hijo ya permitia la cercanía de ciertas personas y que poco a poco había salido de su apatía y depresión lo tenía muy contento.
Así que cuando se enteró que habia sido el pequeño niño de la cocina quién lo había ayudado a reponerse de salud y animicamente, no tuvo mayor problema en que el niño viviera en las cocinas, más bien, le pareció bueno que ambos, perro y sirviente, interactuaran dentro del castillo para mantener entretenido al perro.
Y así fue, como en las noches, ambos pasaban tiempo en las cocinas, hablando hasta altas horas de la noche. Digo hablando porque Tete le contaba todo lo que hacía, lo que soñaba, lo que deseaba y hasta lo que le molestaba. Y Bam , muy pacientemente escuchaba atento hasta que el sueño lo vencia.
La amistad que ambos tenían era una de las más hermosas.
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Llego el invierno y todo se congeló afuera, había nieve por todos lados y hasta los cultivos parecían un páramo sin fin. El frio comenzó a afectar los animales y las plantas, y Bam comenzó a resentir no tener mucho pelo en el cuerpo. Tiritaba de frío en las noches, y aún cuando dormía abrazado de Tete, no había como calentarse. Incluso Tete castañeaba al sentir sus huesitos helarse.
Al ver esto el cocinero mayor le cosió a Tete un gran saquillo de piel de oveja , cubierto por dentro con vellón y por fuera con tela gruesa que saco de unas cortinas viejas.
Oh, ahora si Tete no tenía frío al dormir, pero su amigo entrañable seguía tiritando pues ambos no entraban en el saquillo. Para su suerte, el Rey vio alguna vez al pasear por el castillo, a su hermoso perro pasando frío, y no dudó un segundo en hacerlo dormir en su habitación en las noches invernales.
Todo parecía en orden, ya Tete dormía abrigadito y Bam dormía bajo el fuego de la chimenea de la habitación del Rey.
Pero como siempre, lo bueno dura poco y las desgracias nunca llegan solas...
