Asesinar

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Daehyun había despertado con un mal presentimiento esa mañana, y aunque sonara quizá demasiado supersticioso, siempre que tenía ese tipo de corazonadas resultaba acertando.

Esta vez, algo le decía que tenía que ver con Yoongi. A pesar de que él mismo le había dicho que no quería que volviera a contactarle, algo no terminaba de cuadrar en su cabeza.

¿Por qué había ido ese chico a recoger sus cosas de la oficina en lugar de su amigo? Además de eso creyó haber oído otra voz durante esa llamada, que para nada la hizo sentir más tranquila, porque sabía que Yoongi no era así, si quisiera terminar su amistad se lo diría en persona.

De por sí, la chica era una persona diagnosticada con trastorno de personalidad paranoide leve, y el peligris era casi un hermano para ella, sabía que la pareja de él (que nunca conoció en persona) había estado comportándose algo violento.

¿Le habría hecho más daño?

Habían pasado unas tres semanas desde que le dijo que no lo volviera a buscar, pero recién ahora estaba teniendo ese presentimiento.

Decidida a seguir su intuición, se dijo que luego de terminar su jornada laboral iría a su casa, de paso sabría directamente si los deseos del chico eran los que le expresó aquel día.

Concentrada en sus pensamientos terminó chocando con alguien a dos cuadras de llegar a su trabajo, cuando se recuperó del golpe levantó la vista y se sorprendió.

— ¿Hobi? — Hace mucho tiempo no veía al ahora rubio.

— Dae, sigues siendo igual de despistada que siempre ¿Cómo has estado? — el chico se veía apagado, esa sonrisa tan característica suya, no estaba. Al menos, no de forma sincera.

— La verdad, algo preocupada por Yoongi ¿Has hablado con él?

— Justo a eso venía, no me ha querido hablar desde hace meses, vine hasta acá, pero me dijeron que ya no trabaja aquí. — todo empezaba a cobrar sentido en la mente de la chica. — ¿Sabes por qué renunció?

— La verdad, no. Yoon ni siquiera vino a recoger sus cosas, vino otro chico castaño y un poco más alto que él. — Hoseok elevó sus cejas.

— Debe ser Jimin, ¡Claro! ¿Cómo no lo había pensado antes? Yoongi me había dicho que él estuvo actuando extraño.

— Ah, ese maldito. Yoon también me dijo que le llegó a levantar la mano, y ese idiota me llamó para decirme que me alejara de él. Lo voy a castrar. — frunció el ceño.

— No pensé que llegaría a esos extremos, tenemos que ir por Yoonie antes de que ese loco le haga algo peor.

— Sí vamos ya mismo, después hablaré con mi jefa. Por si algo envía a la policía.

Y el rubio así lo hizo, le dijeron que estarían en 30 minutos en la dirección dada.
Tic tac.

El tiempo corre, y quizá a ellos ya se les estaba haciendo tarde.

Pidieron un taxi para llegar más rápido. La ansiedad en Daehyun aumentando al tener esa horrible sensación en su pecho que no le había abandonado desde que se despertó esa fatídica mañana.

[...]

Un vendaje improvisado cubría su muñeca derecha, que ya no tenía cinco dedos, sino cuatro.

Ese día Jimin le había cortado el meñique sin dudarlo; si antes le aterraba, ahora no podía ni siquiera escucharlo sin temblar de los nervios.

¿Qué había pasado luego de eso? Taehyung prácticamente se mudó a su departamento, escuchaba sus risas y también sus gemidos junto a los del castaño, casi todos los días.

No sólo lo había escuchado, lo había visto en directo porque le obligaban a mirar.

Dejó que su vida se convirtiera en una mierda, debió haberle hecho caso a sus amigos, que le habían advertido varias veces de cómo podrían terminar las cosas. Daehyun que fue quien más había insistido.

¿Por qué fue tan estúpido? Pudo haberse alejado de todo eso hace mucho tiempo.

Tiempo. Ya no quedaba tanto.

Del tinte gris en su cabello no quedaba mucho, ya que, el tiempo lo había desteñido.

¿Tanto pasó encerrado? Lo cierto es que ya no sabe ni siquiera en qué día está, todos los días parecen el mismo, pero con algo horrible que le permite distinguirlos.

Jimin no fue el único que lo violó.

Sí... En eso se había convertido su patética vida.

— Yoonieee~ — le llamó el dueño de sus pesadillas alargando la última vocal. Tenía un tono burlón extraño que le desconcertaba de pésima manera. — Vamos a jugar.

Otra vez no. — fue lo único que pudo pensar antes de ser tomado por el brazo y arrastrado a la sala donde estaba la otra causa de su sufrimiento.

Jimin lo sentó en las piernas de Taehyung, quien lo tomó por la cintura.

Le daba náuseas que le tocaran.

— ¿Has oído de la ruleta rusa bebé? 

Violentómetro | JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora