Capítulo XIII

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Hola a todos! Acá un nuevo capi jeje.

Recuerden comentar.

Y si, en este capítulo viene la confirmación de algo que ya todos sabían, pero no querían que fuera verdad jaja.

Besos y abrazos.

El rey, Aemond y Jacaerys miraban el escenario frente a ellos. El rey miraba impasible, casi escuchando en su mente la burla silenciosa de Viserys por lo que ocurría, Aemond parecía dispuesto a tomar su espada y convertirse en una mata sangre, y Jace, se preguntaba en qué minuto su madre dejó de ser una adulta responsable para convertirse en una niña nuevamente.

Aunque Jacaerys se preguntaba ¿Cuándo fue que Lucerys volvió a acercarse a su madre? 

Sabía que Luke ya no era cercano a ella, que rehuía de ella, pero en ese minuto, él estaba riéndose de lo que su madre y su tío hacían. 

Ellos estaban intercambiando parte de sus armaduras sin realmente un motivo alguno, solamente para bromear entre ellos y alivianar la tensión del momento.

- Cambio- dijo Rhaenyra tirando partes de su armadura a su hermano Aegon mientras él le tiraba partes de la de él.

- Solo no me cambies la pechera- dijo Aegon y Rhaenyra rió- No creo poder usarla- dijo Aegon y observó a Lucerys reír discimuladamente.

- Quédate quieto si quieres que pueda atar tú armadura- se burló más Rhaenyra y Aegon asintió, aunque no vestía armadura hace un tiempo y le daba cosquillas.

Eso terminó con Aegon saltando y Lucerys teniendo que ayudar a que se quedará quieto.

Lucerys se burló de Aegon diciéndole que había engordado y Rhaenyra estuvo de acuerdo. Ambos rieron ante el rostro ofendido de Aegon.

Daemon sonrió y negó. Era bueno poder verla sonreír.

Nunca esperó que ella se llevara bien con Aegon a pesar de que eran hermanos, pero era bueno que hubieran encontrado algo en común, aunque fuera ser el dolor de cabeza de todos en el palacio.

Aegon intentaba hacer sonreír a Rhaenyra, porque sabía que ella estaba nerviosa. Lucerys y Jace irían a la guerra, irían en sus dragones, pero aun así ella sentía que no estarían a salvo. Ninguna madre jamás pensaría que su hijo estaría a salvo si iba a la guerra. 

Rhaenyra intentaba sonreír junto a Aegon, pero estaba aterrada, sus hijos irían a la guerra. Estarían en peligro, irían en Vermax y Arrax, pero cualquier cosa podría dañarlos.

Si no lograban sujetarse bien de sus dragones, si quedaban en la línea de fuego. Cualquier cosa podía acabar con ellos.

Su esposo había recibido una horrible quemadura en la guerra, aun cuando estaba sobre Caraxes y el dragón lo protegió.

Tenía miedo, pero sabía que no podía impedir que ellos fueran.

Al menos Baela y Rhaena estarían a salvo. Sabía que no podía tentar a su suerte acercándose a ellas muy pronto, pero al menos estaba un poco más tranquila de que ellas se quedarían a salvo junto con Aegon el menor, Viserys, Visenya y Joff.

Había hablado con sus hermanos, y habían decidido que esta vez Daeron no iría a la batalla, sabían que probablemente el muchacho no tendría problemas en volver y montar a Tessarion para ir a la batalla, pero llevaba tiempo alejado de su dragón, y él no tenía los años de experiencia como jinete de dragón que tenía Rhaenyra.  No era conveniente que él participara en la batalla.

Daeron era amable y no era secreto para nadie que era el hijo de la reina Alicent y el rey Viserys que la corte menos odiaba por su carácter apacible, así que a todos les pareció buena idea que él no fuera a esa batalla. Preferían protegerlo pues era básicamente el único recuerdo del rey Viserys. Él y Helaena, pero dado a que Helaena estaba casada con Aegon, la corte tampoco la tenía en muy alta estima. Diferente era la gente que la amaba, y Rhaenyra se sentía feliz de que su hermana fuera querida por la gente.

Una historia de traiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora