Capítulo 1

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Capítulo I: Ser amigos
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Aegon tenía 10 años cuando se dió cuenta de su gusto por los Alfas Fuertes.

Todo empezó porque el Rey Viserys insistió hasta el hartazgo en que sus clases de entrenamiento se combinaran para un mejor resultado. Anteriormente Ser Criston era el maestro de todos los muchachos, pero luego de que Ser Harwin, luego de estar presente en uno de los entrenamientos, manifestó ante la Princesa Rhaenyra la preferencia de Ser Criston con los hijos de la Reina Alicent, Rhaenyra tomó la decisión de que Ser Harwin fuera el nuevo maestro de Jace y Luke. Por lo que durante medio año las clases de entrenamiento con la espada de los chiquillos quedaron separadas entre los negros y los verdes. Pero aún así compartían las lecciones con el maestre.

Cuando los rumores sobre el tiempo de calidad que pasaba el alfa Strong con los Príncipes Velaryon llegaron a los oídos del Rey Viserys este empezó a insistir en que las clases con la espada de los príncipes se mezclaran, y para evitar enemistades o favoritismos podrían a un guardia neutral.

Ahora tendrían tres maestros: Ser Criston Cole, el entrenador de Aegon, Aemond y Daeron, y Ser Harwin Strong, el entrenador de Jacaerys y Lucerys. Y por último Ser Erryk Cargyll, aquél que velará por la neutralidad y eficacia de sus clases.

Aegon solo se limitó a maldecir a los siete infiernos por someterlo a un entrenamiento con tres maestros. Si se le hacía difícil holgazanear, pavonear o incluso saltarse las clases con Ser Criston, ahora sería imposible con la presencia de tres Alfas. Le pareció estúpida la decisión de Viserys, pues los guardias reales estaban para proteger a la corona, no para ser maestros. Pero daba igual, su padre aparentemente siempre tomaba malas decisiones.

Aegon conocía bastante bien a ser Erryk y para que hablar de su "casi figura paterna" Ser Criston. Pero Ser Harwin era un fantasma, una entidad que siempre estuvo ahí pero que jamás le prestó real atención. Ser Criston le prohibía mirar en dirección de Ser Harwin, diciendo que un Alfa que engendra bastardos no es digno de una mera mirada ni la atención de un príncipe.

Aegon nunca cuestionó aquello, ¿para qué? Jamás se interesó por el uso de su espada ni los entrenamientos. Mucho menos por la irrelevante existencia de un Ser jurado a su media hermana y que los rumores lo señalaban como el padre de sus sobrinos.

Aegon quería salir huyendo y encerrarse en su habitación. Jamás fue fanático de las clases, el deber o sus obligaciones... hasta ese momento.

El momento en que entró al campo de entrenamiento y puso especial atención en la figura y rasgos de ese hombre. Simplemente no podía dejar de mirar al Alfa Strong.

Hombros anchos, quijada definida, ojos coquetos pero serios, sonrisa amistosa, piel dorada, cabello ruliento... Aegon se derretía cuando ese hombre se ataba el cabello, y sentía maripositas en el estómago cuando sonreía en su dirección, incluso Aemond le preguntó si tenía fiebre, pues se puso rojo como tomate cuando el Alfa Strong le corrigió una postura y toco su mano para que agarrara de buena forma la espada.

¿En serio con ese tipo de pensamientos su abuelo seguía insistiendo que Aegon se presentaría como un Alfa?

La gota que rebalsó el vaso e hizo que Aegon tomara la decisión de casarse con un Alfa como Harwin fue que, después del primer entrenamiento el hombre se acercó a él;

— Príncipe Aegon — Saludó con su profunda voz. Aegon, dió un salto en su lugar y por mera inercia se dió vuelta, bajando inmediatamente la mirada

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