Capítulo XIV: Torneos, carruajes y huidas.
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.El torneo por el día del nombre de la Reina Alicent se celebraría dentro de poco y el campo de entrenamiento de la Fortaleza Roja estaba abarrotado con la energía de los caballeros entrenando incansablemente para lograr el objetivo de ser la mejor espada de los Siete reinos, o en su defecto el mero ganador y obtener el honor del reconocimiento. Espadas chocaban, manguales se levantaban y escudos se golpeaban rítmicamente. En medio de toda la acción, Harwin Strong se encontraba en un rincón, descansando y compartiendo una jarra de agua fría con un caballero que empezó a platicar con él luego de un pequeño entrenamiento que emulaba un enfrentamiento cuerpo a cuerpo. El muchacho parecía muy entusiasmado pidiendo un centenar de consejos, ya que ese sería su primer torneo.
Tan ensimismados estaban ambos en la plática que no notaron como Ser Criston, con su porte imponente y mirada seria, llegó a su lado.
— Ser Harwin, necesito hablar con usted —, dijo con voz autoritaria. Despachando con la mirada al caballero que estaba en el lugar, quién acató la tácita orden y salió casi corriendo del lugar, muy asustado por las feromonas cargadas en enojo que soltaba el capa blanca.
Ser Harwin levantó una ceja, sorprendido por la repentina gravedad en el tono de Ser Criston.
— ¿Qué ocurre, Ser Criston? —, preguntó, ligeramente preocupado. Dejando su jarra en una mesa para prestar completa atención a lo que Cole tenía que decir.
Ser Criston cruzó los brazos sobre el pecho y se inclinó hacia Ser Harwin, haciendo que ambos tomaran una postura más rígida.
— He oído sobre los sentimientos que el Príncipe Aegon tiene por usted —, declaró con un tono amenazante —. Permíteme ser claro y directo, si te veo cerca de él, pasarás de ser “Ser Harwin Strong, el quebrantahuesos” a “El huesos rotos”.
Ser Harwin casi se atraganta con su saliva. Sus ojos se abrieron desmesuradamente y tosió violentamente mientras trataba de contener la risa.
— ¿El huesos rotos dices? —, balbuceó, luchando por mantener la compostura —. Creo que está de moda amenazarme últimamente.
Ser Criston frunció el ceño, desconcertado por la reacción de Ser Harwin. Aunque el hecho de que la reina Alicent en persona ya hubiera marcado límites con el heredero de Harrenhal no se le hizo tan alocado.
— No es una moda, Ser Harwin. Hablo en serio —, afirmó con tono firme —. Mi deber es proteger al Príncipe Aegon, incluso de pretendientes indeseables, así como usted.
Ser Harwin luchó por no estallar en carcajadas.
— Por supuesto, Ser Criston —, respondió, esforzándose por mantener una expresión seria —. Entiendo la importancia de su papel como protector de la familia real y le aseguro que mis sentimientos hacia el Príncipe son puramente... de lealtad y respeto.
Ser Criston entrecerró los ojos, desconfiando ligeramente de las palabras de Ser Harwin. La misma excusa había dicho cuando fue interrogado por las sospechas de quién era el padre de los bastardos de Rhaenyra.
— Mantén tus intenciones bien claras y tu distancia apropiada —, advirtió con seriedad —. No permitiré ninguna interferencia en los asuntos del Príncipe. El nació para ser Rey consorte, no un señor de una casa común y corriente.
Ser Harwin asintió rápidamente, luchando por contener la risa que amenazaba con escapar de sus labios.
— Por supuesto, Ser Criston —, respondió con voz contenida —. Mantendré una distancia adecuada, como debe ser.
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Alborotador
FanfictionOMEGAVERS Aegon siempre ha sido naturalmente revoltoso, le gusta meterse en problemas, tiene facilidad para evadir sus responsabilidades, su pasatiempo favorito es holgazanear junto a su dragón y aparentemente su único objetivo en la vida es sacar d...