6 - Talento oculto

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Se lanzó al amplio sofá, suspirando cuando sintió el terciopelo amoldando su piel. Dejó la pistola frente a la mesa, previniendo cualquier imprevisto sorpresa.  La butaca frente a él, permitía acomodar su pie a una altura idónea mientras permitía relajarse un poco.

—Mi querido Oswald, ya has llegado a casa.

Sonrió el escuchar la voz de su dulce progenitora. El niño interior dentro de él, despertaba, convirtiéndose por completo en algo diferente a como se mostraba ante sus enemigos.

Oswald se permitió liberar su olor natural al sentirse en plena confianza.

Se percibía el aroma a naranjas y uvas, con un toque de esencia a madera vieja, salir de él, llenando por completo la casa. La exótica combinación era exquisita para cualquier refinado olfato.

—Mamá— escondió el arma bajo un cojín, y se levantó para abrazar a la hermosa Omega que le había otorgado el don de la vida, Gertrud Kapelput era lo más preciado en la vida de Oswald—. Es un gusto verte.

—Mi pequeño Cubblepot, ¿qué te ha pasado? — su expresión grata, cambió a una preocupada, agrandando los ojos azul marino que resaltaban por su rubia melena—. Estás sangrando

<<Hemos olvidado limpiar bien nuestro rostro cuando nos cambiamos de ropa. Vaya fallo nuestro.>>

Suerte que supo cómo defenderse, y no permitió que le hiciesen más daño del necesario.

<<Por lo menos, la sangre que llevamos, ni siquiera es de nosotros.>>

—Oh, nada, mamá— intentó calmarla—. Me caí de camino a casa, después de salir del trabajo— le abrazó por los hombros—. Sabes lo torpe que soy.

La mujer no estaba muy convencida, pero como siempre, lo dejó pasar, aunque muy en el fondo, sabía que todo lo que salía de su boca con respecto al trabajo y vida personal, no era cierto; hizo la vista ciega y simplemente recibió a su hijo como se lo merece: con amor y mucho afecto.

—Mi pobre Cubblepot, tan trabajador— ofreció una radiante sonrisa, dirigiendo las manos a su rostro de una manera tan elegante, que parecía ser sacada de un cuento de hadas al estilo victoriano—. Voy a servir tu cena y luego sanaré tus heridas— acarició sus mejillas, aquellas que se hincharon con aquel acto.

—Gracias, mamá— se acercó, calmándose inmediatamente cuando su nariz reconoció el aroma materno que desprendía el cuello, en el cual acomodó su mentón. El aroma indicado: té verde y esencia de rosa—, realmente la necesito— escondió los rulos de la Omega detrás de su oreja, jugando un rato con el cabello que tanto presume.

—Debes comer para ser un hombre fuerte y saludable— acarició los enmarañados mechones del pelinegro—. Mi niño dirige un importante club nocturno, y debe permanecer despierto largas horas, así que necesita mucha energía, pero también debe dormir lo suficiente.

—Claro, mamá— le abrazó cuidadosamente, sin dar pistas de la verdadera bestia que escondía detrás de su inocente mirada—. Después de comer, me iré a la cama— tomó un poco de distancia para besar cada mano con cariño y sonreírle de la manera más tierna en la que un hijo podría mirar a su progenitora, de sa forma soñadora que le hacía sentir protegido—. Porque solo soy el dueño de un club nocturno, que necesita descansar.

De la manera en la que un ser humano amaría a lo más importante en su vida.

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Dormir a veces resultaba difícil, y por más sanguinario que fuese, constantemente sus pesadillas atormentaban en lo más profundo de su subconsciente.

Uncanny - NygmobblepotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora