2 - Hombre de acero

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No respondió. Sus pies no se movían, su respiración se incrementó y su ritmo cardíaco se aceleró con una gran magnificencia, tanto, que temió estar sufriendo los síntomas de un paro cardiorrespiratorio.

-Chico, ¿traes...?- su mirada clavada en Edward pareció estar un tanto preocupada al ver su palidez-. ¿Estás bien? No tienes buena pinta- se acercó hacia Nygma, el cual ahora estaba encorvado sobre sus rodillas.

-Estoy bien- su voz se notó diferente, tensando al doctor Down, el cual se detuvo en su camino, algo que notó el afectado-. ¿Qué pasa?- levantó la mirada, encontrándose con la intensa del hombre que apretaba los puños y relamía los labios como si saboreara algo en el ambiente, y ese algo parecía ser él-. Oh, no puede ser...- al ver sus intenciones, y entender lo que sucedía, se levantó rápidamente del suelo e intentó escapar, pero se vio frustrado ante la voz que recorrió su espalda hasta dejarle paralizado.

-Alto ahí, insolente.

Cerró los ojos, intentando vencer esos nuevos instintos que le pedían a gritos obedecer a cada palabra dicha por el Alpha que ahora le asechaba. No era posible de que eso le estuviese ocurriendo ahora.

-Todavía no has hecho lo que te dije- sintió la respiración pesada del hombre mayor contra su cuello, olisqueando como un maldito animal-, pero ahora creo que podemos centrarnos en otras cosas- las manos bajaron hasta sujetar su cintura, un agarre patético que pretendía excitarle, pero que no causó más que repudio ante esos asquerosos toques-. Tenías bien guardado tu secreto, patético Omega.

Su reflejo nuevamente impactó contra su vista mientras era tocado. Pensó que alguien más en esa imagen, arruinaba por completo su apariencia, no lucía tan bien siendo sometido.

-No he nacido para esto- su antes calmada y sumisa expresión, se encendió a una fría y analítica, endureciendo las fracciones mientras se soltaba de ese abrazo mortal de manera furiosa- Siento decirte que me veo mejor sin ti en el espejo- tomó el pedazo de acero para mirarse en él, admirando la belleza solitaria que evocaba el ser libre.

-No resistas ante tus impulsos. Nadie viene por estos lugares, estás muy solo y eres un Omega, tienes todas las de perder- de golpe, le acorraló, tomándole de la cadera hasta presionar dolorosamente, marcando los dedos y uñas, eso dejaría una horrible marca decorativa de presentación-, chico raro, por fin te daré el uso que te mereces- le tomó del mentón, forzando a que se acercara hasta los mugrientos labios del atacante, con aquel aliento petulante que tanto odiaba y que se marcaría en el rincón especial de sus recuerdos más oscuros.

-No lo creo, doctor Down- sonrió de una manera sádica, mientras empuñaba el filoso metal en su mano y lo dirigía hacia el vientre del Alpha, logrando perforar la piel con técnica quirúrgica.

Un grito desgarrador se escapó, uno que Edward cubrió con su mano, amortiguando los silenciosos lamentos que salían de él; la sorpresa era tanta, que el pobre no podía reaccionar por lo paralizado que se encontraba, ahogándose allí mismo por la falta de aire. Definitivamente no esperaba esa reacción, ni la fuerza con la que le estaba sometiendo.

-Soy lo único seguro en la vida, la sentencia de algunos y la escapatoria de otros- retiró el filo para volver a encajarlo, siguiendo ese mismo ritmo mecánico una y otra vez con una pasión poética, un arte recién descubierto de gran violencia-... aveces soy inesperada- le apuñaló aún más profundo, cortando lo que parecía ser entrañas y órganos importantes; había logrado llegar al punto sin retorno-, y todos en este mundo están destinados a ser mis víctimas...

Realmente disfrutaba oír aquellos lamentos ocultos entre sus manos mientras la sangre comenzaba a empapar sus ropas y el hombre sin fuerzas se aferraba a su cuerpo sin fuerzas para continuar batallando, con los miembros retraídos del dolor que parecía quemar bajo la mirada socarrona del Omega.

Uncanny - NygmobblepotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora