3 - Casette averiado.

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El dolor en su espalda comenzaba a presentarse, notaba incluso que sus piernas dolían debido a algún sobreesfuerzo hecho durante el día. Lo único que recordaba, era haber movido unas cuantas cajas para conseguir limpiar el polvo del suelo. Nada más que recuerdos fugaces que buscaban respuesta por su mente, se arremolinaban en parpadeos que cada vez tenían menos sentido. Eran una completa bazofia, comenzando a ser una molestia indescriptible que incrementaba a medida que intentaba recordar.

Lo único significativo, era haber hablado con...

Se levantó de inmediato, golpeándose el talón con el borde de la cama mientras se ponía de pie. No traía lentes y lucía más indefenso que de costumbre, su capacidad visual era mediocre y de seguro estaba burlando a la muerte de seguir allí acostado.

Un momento, ¿por qué seguía respirando?

Después de haber "retado" a Penguin, era lo que menos se esperaba.

¿Y porqué olía a químicos... especialmente ácido fluorhídrico?

Buscó sus gafas con el tacto de su mano, palpando en la mesita de noche, para ponérselos y luego mirarse al espejo, encontrándose con la imagen de sí mismo desnudo y con algunas marcas en las muñecas, caderas y labios.

—¿Qué ha sucedido, exactamente?— dio la vuelta para examinar su reflejo, y con algo de pena, comenzó a recordar con ira la imagen de sí mismo siendo sometido—. Ese imbécil... así que usó ácido fluorhídrico para drogarme y luego...— apretó los puños, logrando que estos permanecieran pálidos—, quedé inconsciente, tras respirar grandes cantidades de ese aire tóxico.

Vaya manera de presentarse como Omega.

La ira se apoderó de su cuerpo, no había tristeza, solo rabia, rencor y humillación. Quería vengarse, y apesar de que sabía que eso no estaba bien, no iba a permitir que volvieran a trapear el suelo con él, mucho menos descubriendo su nuevo género secundario.

<<Estás enojado, y eso está bien, ¿por qué no salimos a jugar un poco? Encontraremos con qué relajarnos, esta vez.>>

Permaneció en silencio, observando su desastrosa apariencia en el espejo, mientras poco a poco cambiaba a una expresión socarrona en el reflejo. Una mirada retadora que no veía de él.

<<¿Eres un cobarde?, ¿quieres que yo me encargue de nuevo?>>

—No— se dirigió al armario, buscando algo qué ponerse—, y cállate— se vistió rápidamente y salió del apartamento—. Yo me encargaré ahora.

Decidido, salió en camino a la comisaría, dando por sentado muchas cuestiones al pensar en caliente. Sin notar la bolsa negra bajo su cama, lugar donde se despedía un olor a químico similar al que llevaba consigo Edward junto a una nota verde con un signo de interrogación dibujado en él.

De todas formas, no podían culparlo si ni siquiera recordaba lo sucedido.

Podía usar eso a su favor.

___ • ___

Un tanto inquieto, había entrado a la comisaría, intentando ocultar sus nervios al poner un pie donde tantos malos recuerdos le torturaban. Con la mayor normalidad posible, entró para cumplir con su turno al (extrañamente) tranquilo lugar.

Se encontró a sí mismo centrando sus pensamientos en algo que le distrajera del aroma a Alpha que rondaba por la sala en cuanto comenzó a vestirse con su traje de trabajo.

—No hay señales del médico, detective Miranda. Hizo su turno ayer, y es todo lo que sé.

Su oído se agudizó, sintiendo un extraño peso en su pecho al escuchar aquellas voces, provenientes de fuera.

—Detective Gordon, esas sí que son malas noticias, y yo que le necesitaba. Estaba investigando un caso en el que yo estoy implicada, me comprometí a resolverlo...— hubo un corto silencio—. ¿Ese chico Ed, se encuentra de servicio?

—Sí, creo que está en la sala de autopsias.

Su corazón dio un vuelco, retrocediendo por la sorpresa en cuanto oyó su nombre y unos pasos acercándose a la puerta. Con todo el valor que reunió, infló su pecho e inventó la primera excusa que se le vino a la mente en dado caso en que hiciera preguntas.

Un momento, ¿y porqué él tendría que estar preocupado?, ¿o acaso tenía algo qué ocultar?

—Oh, Nygma, es bueno verte— se asomó una chica morena, relativamente joven, con la suficiente experiencia en la policía como para llamarse a sí misma como uno—. Pasaba para preguntar si sabes dónde se ha metido el doctor Down, casualmente estabas con él ayer, ¿verdad?

A pesar de la relajada expresión en la detective, a Nygma no llegaba a transmitirle la tranquilidad que esperaba. Por dentro, sabía que algo no marchaba del todo bien.

Puede que sean los nervios y una reacción normal postraumática, están hablando de tu violador.

Las palabras forzadas en su cabeza, no sabían distinguirse de las que trataban de autocovencerse a sí mismo de que esa era la causa real de la inquietud que reinaba en su peso

Una casi invisible sonrisa apareció, desvaneciéndose tan pronto como la formó.

Soy la cuna del descanso y la dicha del agotado, ¿qué soy?

La mujer, un tanto descolocada, se permitió pensar un poco, y la primera respuesta que se le vino a la mente, le heló por un momento la sangre, pero tan solo fue por breves instantes, antes de encontrar una posibilidad presuntamente obvia.

—Se ha ido a casa, ¿se tomó unas vacaciones?— su ceño se frunció—, pero él nunca lo anunció— la sonrisa interna del castaño, se esfumó.

—Él olvidaba muchas cosas, por eso seguía teniéndome a mí como asistente— mordió su lengua al escucharse a sí mismo, luciendo tan confiado, ¿no se supone que debería estar destrozado mientras se duchaba en una tina de lamentos?, ¿por qué no le delataba y lo dejaba expuesto de su verdadera cara?—. Seguramente creía que yo me adelantaría a los hechos, pero él tampoco me dijo algo al respecto. La edad a veces es un detonante temporal, ¿no cree, detective Miranda?

¿Por qué se sentía tan placentero hablar en pasado?

¿Tan rápido pasaba página?

—Eso supongo— le miró por más tiempo del que pudo haberle gustado a Nygma, logrando ponerle nervioso, pero logró ocultar esas emociones de manera limpia gracias a algún talento innato que le beneficiaba ahora—. Espero que me informe más al respecto, si es que sabe algo más, señor Nygma— le tendió la mano, a lo que el nombrado correspondió en un suave (sin llegar a ser flojo) apretón de manos, suerte para ella que aún no comenzara con los procedimientos asquerosos con cadáveres—. Gracias por su colaboración— la mano firme de la mayor, prácticamente mantenía la dominancia en el acto, Edward no es tonto, sabía por dónde iba ella.

<<Así que juegas con la psicología.>>

Ese apretón significaba mucho, estaba tratando de saber más acerca de su personalidad, y si lograba entrar en su interior, se encontraría con algo más de lo que debería saber. Incluso para Nygma, a quien ya le tenía preparado algo.

¿Quería atrapado en medio de su juego? ¿o saldría victorioso?

En todo caso, ya había proclamado su premio.

Uncanny - NygmobblepotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora