8 - Arma secreta

64 9 0
                                    

Habría querido quedarse más tiempo cuidando de los detalles, pero tuvo que apresurar sus acciones de ocultar las pruebas del crimen para volver a su lugar de trabajo y que nadie sospechara de su ausencia.

Vivió su vida laboral con normalidad, intentando no demostrar nerviosismo ni su actual estado, porque sí, aun seguía en celo. Podía ocultarlo con los supresores y medicinas que robó del laboratorio, pero no podía simplemente hacer la vista gorda cuando los obvios cambios se presentaban en su cuerpo cada vez más intensos. Era realmente molesto no poder hacer decentemente las cosas en su diario vivir.

—Ed— el aludido dirigió su vista al detective Gordon, el cual distraídamente leía el expediente de algún criminal que investigaba—. Ven aquí— Nygma obedeció, dejando su trabajo de organizar inútilmente los envases de muestras por tamaño en su desesperada búsqueda por no aburrirse en la habitación de autopsias con la carencia de trabajo que considerara interesante.

Desde la "desaparición" del médico, no había mucho qué hacer más que oír los chismes de los que se pasaban por allí para pedir algún documento, tal parece que el trabajo divertido se lo estaban dejando a alguna agencia externa. Le hartaba que no le confiaran esa tarea solo por ser el asistente, que no se fiaran de sus capacidades solo por un título que a veces le quedaba grande a muchos profesionales al lado de él.

Ese imbécil del Dr Down seguía jodiéndole la vida aun después de muerto, no le bastaba con ponerle en aprietos desde que esa oficial comenzó a investigarle, comprometiendo su puesto de trabajo y libertad. ¿No podían solo reemplazarlo o tomar siquiera en cuenta a Edward?

—¿Qué necesita, señor?— preguntó con su usual actitud, sin rastro de arrepentimiento por su fechoría anterior, solo había tranquilidad—. Puede contar conmigo para lo que sea.

—Gracias, pero solo vengo a avisarte que vendrá un nuevo forense en vista de la ausencia del anterior— pareció revisar su reloj, una actitud que delataba prisa, seguramente por algún caso—. No tengo mucho conocimiento, pero estoy seguro de que se llevarán bien, supongo que la costumbre te hará extrañar al otro.

—Es una pena— hizo un puchero, luciendo como si de verdad le importara aquel "ser inferior" en su vida—, pero intentaré adaptarme al cambio, sé que nos llevaremos bien— mostró una suave sonrisa que calmó al contrario, al parecer Nygma lo había tomado bien o eso parecía ser—. Será un trabajo en equipo.

—Bien...— apartó la vista de su muñeca para mirar al Omega, el cual seguía sonriendo—. Te dejo, tengo que atender unas cuantas cosas relacionadas con Don Maroni y Penguin, no pueden dejar de causar problemas— lucía estresado en el momento en el que se giró para salir por la puerta—. En cualquier momento— pero se congeló en su sitio por alguna razón— llegará el reemplazo...

Cuando el policía dejó de hablar, Nygma arrugó el entrecejo e inclinó el cuerpo hacia un lado para ver lo que veía Gordon en ese momento tras su silueta y saber qué era lo que frenaba su deseo de saber más detalles sobre lo que involucraba a Penguin.

Iba a preguntar más al respecto, pero vaya sorpresa se llevó al revelar quién les veía ahora.

Una mujer de cabello negro, de figura esbelta y alta les saludaba con una alegría que parecía ser contagiosa en una ciudad tan sombría como Gotham. No le extrañaba que Gordon se hubiera quedado encantado con esa aura tan brillante, porque él mismo logró contagiarse.

—Soy la nueva forense— les sonrió a ambos—. ¿Quién será mi asistente? Estoy ansiosa por conocerlo.

—¡Oh, claro!— intervino Gordon, casi pareciendo olvidar que tenía "muchas cosas qué hacer" para concentrarse en la nueva forense—. Él es Edward Nygma, será tu compañero— le señaló, causando que demasiada atención le causara cierta timidez.

<<¡Hey, yo quería saber qué pasó con Oswald!>>

—Mucho gusto en conocerte, Nygma— se dirigió a él de una manera tan dulce, que por un momento olvidó que Riddler existía y se encontraba a un lado de él, gritándole para que parara de actuar como un idiota, insistiendo en indagar más en el caso Oswald—. Espero llevarme bien contigo.

—Lo mismo digo— devolvió la sonrisa que le brindaba sin segundas intenciones, sin que sea solo por cortesía; había algo en ella que le apaciguaba, no parecía ser una mala persona, y eso era algo inusual en Gotham—. Serviré en todo lo que necesite, señora...

—Leslie Thompkins— le tendió la mano—, pero por favor, solo llámame Leslie.

—La razón por la que no debería dejarte al mando a menudo, es esta— apareció Riddler tan campante en la habitación—, haces cosas como estas tan estúpidas— se acercó a la mujer, arrugando la nariz en cuanto le tuvo al lado y la examinó de arriba a abajo—. No luce mal, pero no es mi tipo, y parece que ha captado la atención de nuestro querido caballero andante— esta vez su vista se dirigió al detective.

Sería fácil disimular que su segunda personalidad no se encontraba rondando por allí libre a sus anchas, de no ser por las miradas fijas que le tenían hostigado, murmurando cosas que no lograba entender muy bien. Riddler le estaba fastidiando demasiado y hablaba muy alto hasta el punto en el que su cabeza dolía y no permitía distinguir bien los sonidos reales de los imaginarios.

—¿Estás bien, Ed?— fue Gordon quien preguntó, posando una mano sobre el hombro del castaño, el cual al notar eso, de inmediato se alejó—. ¿Qué pasa?— pareció buscar algo en la habitación, ya que Edward se concentraba en perseguir con la vista algo que él no podía ver.

Ahora creerán que estaba loco. Debía hacer algo que justificara su actitud.

—Oh, estás pensando en usar tu arma secreta, Omega atrevido— rio en voz alta, observando el caos en el hombre que luchaba contra sus impulsos—. No te queda de otra, estás teniendo un ataque psicótico, todos se darán cuenta de lo loco que estás, tienes un médico enfrente que sabrá diagnosticarte correctamente. Quizá te ceden para evitar que le hagas daño a los demás, o incluso a ti mismo— le tomó por los hombros desde atrás, tensando al afectado cuando susurró contra su cuello—. Todo un peligro para la sociedad.

—¡No!— sus piernas se debilitaron, topándose con el frío suelo que le recibió con rudeza, y allí supo que debía hacer lo que Riddler le decía—. Está bien, tú ganas...— murmuró en un susurro.

Todos tenemos un arma secreta que tememos usar por el daño que podría causar.

Uncanny - NygmobblepotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora