Resist 6

128 13 1
                                    

Agarré mi toalla, que todavía estaba envuelta alrededor de mi cuerpo, y tiré de ella más fuerte mientras desesperadamente buscaba alrededor a la entrenadora.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Sus ojos estaban sobre mí mientras hablaba con todo el mundo, y me hizo asquearme con mi sexo al ver cómo todo el mundo se escabulló, dejándome a solas con un chico que no tenía derecho a estar aquí.

―¿Me estás tomando el pelo? ―le espeté mientras sus pasos avanzaban igualando a los míos retirándome.

―________. ―No había usado mi apodo ________ desde que éramos niños―. Quería asegurarme de que tenía tu atención. ¿La tengo? ―Parecía relajado, sus hermosos ojos se clavaron en los míos haciéndome sentir como si no hubiera nadie más en el mundo entero, sólo nosotros.

―Di lo que tengas que decir. Estoy desnuda aquí, y estoy a punto de gritar. Esto es ir demasiado lejos, incluso para ti. ―Me detuve en retirada, pero mi frustración era evidente cuando alcé mi voz y mi respiración se aceleró. Un punto para Justin. Me había sorprendido, y ahora estaba completamente vulnerable. Sin cuerda salvavidas y... sin ropa.

Agarré la toalla en la parte superior de mis pechos con una mano y me abracé con la otra. Todas mis partes importantes estaban cubiertas, pero la toalla cubría hasta justo debajo de mi trasero, dejando la mayor parte de mis piernas al descubierto. Justin entrecerró los ojos en mí antes de que comenzaran a caer hacia abajo... y siguió bajando. Mi mente se arremolinaba y mi rostro enrojecía por el calor mientras continuaba registrándome. Sus tácticas de intimidación eran estelares.

Ninguna sonrisa acompañó a su transgresión. No me jodió con los ojos como Madoc. Su mirada vagabundeaba resistiendo, como si fuera involuntario. Su pecho se movía un poco, y su respiración se volvía más pesada. Un estremecimiento cubrió mi cuerpo, y otra sensación por lo que estaba un poco molesta se asentó entre mis piernas.

Después de unos momentos, su mirada se encontró con la mía de nuevo. Las comisuras de sus labios se alzaron.

―Saboteaste mi fiesta la semana pasada. Y asaltaste a mi amigo. Dos veces. ¿En realidad estás tratando de hacer valer alguna fuerza en esta escuela, _________?

―Creo que ya es hora, ¿no? ―dije sorprendiéndome, él ni siquiera parpadeo.

―Por el contrario ―dijo, apoyando su hombro en los casilleros y cruzando sus brazos―, me he mudado a pasatiempos más interesantes que agredirte, lo creas o no. Ha sido un año muy tranquilo sin tu petulante, soy-demasiado-buena-para-todos-los-demás maldita cara por estos pasillos.

Su tono mordaz era noticia vieja, pero sus palabras me cortaron, y apreté los dientes.

Me burlé de él con falsa preocupación.

―¿Qué, está el gran y malo Justin sintiéndote amenazado? ―¿Qué demonios estaba haciendo? Tenía una salida. Él me estaba enfrentando. Debería estar tratando de hablar con él. ¿Por qué no estaba tratando de razonar con él?

En un instante, él se apartó de los armarios e invadió mi espacio. Caminando hacia mí, puso sus manos en las puertas de los casilleros a ambos lados de mi cabeza, con sus ojos mirando hacia mí. De pronto me olvidé de cómo respirar.

―No me toques. ―Había querido gritar, pero salió como un susurro. Incluso con los ojos en suelo, podía sentir el calor de su mirada vapuleándome. Cada nervio de mi cuerpo estaba en estado de alerta por su proximidad, y cada pequeño pelo en mi piel se erizó.

Justin movió la cabeza de lado a lado tratando de atrapar mis ojos, sus labios a centímetros de mi cara.

―Si alguna vez pongo mis manos sobre ti ―dijo en voz baja y ronca―, tú lo querrás. ―Llevó sus labios aún más cerca. El calor de su aliento me tapó la cara―. ¿Lo quieres? ¿Lo deseas, quiero decir?

Resist.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora