Capítulo 13

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―Oye, ¿recibiste mi mensaje? ―Ben apoyó su mano en mi hombro mientras se daba la vuelta para mirarme.
―Sí. ―Recordé vagamente algunas palabras dulces sobre estar ansioso de volver a verme―. Pero no fue hasta mucho más tarde. Me fui a la cama temprano.
Por fin había vuelto a quedarme dormida anoche a eso de las dos y me desperté a las cuatro con el estómago lleno de nudos. Después de mi comportamiento desagradable ayer en clase y la forma en que había conseguido desviarme de mis metas, decidí abandonar el acto de chica dura. Su juego era demasiado difícil, y me estaba convirtiendo en una persona que no me gustaba.
Necesitaba hablar con K.C., pero no estaba segura de cómo manejarla. Mi temperamento se encendía más aún ante la idea de ella y Justin citándose, pero una cosa que dijo tenía sentido. Esta ira no me llevaría a ninguna parte, y yo quería seguir adelante. No sabía si podía sin guardar rencor.
―Así que, ¿te gustaría salir este fin de semana? Habrá una hoguera en lo de Tyler Hitchen la noche del viernes después de la carrera.
―Me encantaría, pero estoy tan abrumada en estos momentos. Voy a tener que ver cómo va mi semana. ―Cerré la puerta del casillero y empecé a caminar lejos lentamente.
―¿Puedo ayudarte en algo? ―Ben frunció el ceño con preocupación. Era dulce y me hizo sonreír.
―Bueno, no puedes correr mis vueltas por mí, o hacer mi tarea de matemáticas o ciencias, o tomar mis pruebas, así que eres bastante inútil.
―Sí, sí, lo soy. Veo que has estado hablando con mi mamá. ―Sus ojos brillaron con diversión, y su mueva estaba tomándome el pelo―. Trata de liberarte. Va a ser divertido.
Hannah la perra caminó hacia nosotros con su séquito, y arrojó un poco de su ni-siquiera-tienes-que-llevarme-a-cenar-primero hacia Ben. Sus travesuras eran tan transparentes. ¿Mover de un tirón su cabello mordiéndose el labio inferior? ¿En serio? ¿Quién hace eso? Ella me envió una "L" de Luser, y se lo devolví tras la espalda de Ben mientras pasaban.
Supongo que debería estar encantada de que alguien como Ben quiera salir conmigo. Hannah, y probablemente la mayoría de las otras chicas en esta escuela, estarían agradecidas de tener su atención. Él era muy atento y se comportaba como un caballero. Me encantaba pasar tiempo con él. Simplemente estaba tomando más tiempo de lo que pensaba desarrollar la chispa.
―Bien ―le contesté―. Lo intentaré.
Él tomó mi mochila y me acompañó a física.
―¿Nos vemos en el almuerzo? ―Me miró expectante.
―Por supuesto. Voy a estar sentada fuera hoy. ―Su presencia será bienvenida. Puede que necesite un amortiguador entre K.C. y yo si pierdo mi temperamento de nuevo.
―Nos vemos ahí. ―Su voz era baja y cálida. Al llegar a clase, me entregó mi bolso y se alejó en la dirección del pasillo.
Desearía que me gustara más Ben. Tal vez sólo tenía que llegar a conocerlo mejor.
El examen sorpresa de física hizo que el pánico quemara directo a través de mis huesos. Por suerte, fue suficiente para sacar mi mente de mi vida personal. Había hecho la lectura y completado las preguntas esta mañana en medio de mi bruma, pero aun así no me sentía preparada.
Las carreras que hicimos en educación física después alejaron el vapor de la mañana. Aunque la entrenadora estaba poniendo a prueba nuestro tiempo de carrera en un kilómetro, y lo completé en seis minutos exactos, ella me permitió seguir corriendo. La quemadura de mis músculos chamuscaba la frustración y el dolor de las palabras de Justin anoche, que habían estado flotando en mi cabeza toda la mañana.
No me importa si estás viva o muerta. Mis talones se hundieron en la tierra cuando me imaginé cavando su tumba.
―Hola, chicos. ―K.C. se colocó detrás de Ben y de mí cuando nos sentamos en una mesa de picnic afuera, comiendo nuestro almuerzo.
―Hola ―dije con la boca llena de ensalada de pasta, incapaz de mirarla a los ojos.
―Entonces, ¿cómo estás, Ben? ¿Listo para el partido del viernes?
―No estoy tan preocupado por el juego como por la carrera de más tarde esa noche. Tengo puesto algo de dinero encima del Chico Maravilla allí. ―Señaló con el pulgar hacia a la cafetería, en referencia a Justin, asumí.
―Oh, esa es una apuesta segura. ―Ella sonrió y agitó la mano en el aire―. Voy a estar en la carrera, también. ¿Vas a traer a ________? ―Su mirada se deslizó hacia mí.
―No pensé que ella disfrutaría de la carrera, pero estoy tratando de conseguir que venga a la hoguera después.
K.C. entrecerró los ojos hacia mí mientras mezclaba el polvo saborizador en su agua.
―________ sabe mucho sobre autos. A ella le encantan ―señaló.
―Chicos, estoy sentada aquí. Háblenme, imbéciles ―les grité sarcásticamente a ambos, sintiéndome como si fueran los padres discutiendo qué hacer con el niño.
Ben me metió el cabello detrás de la oreja, y me sacudí ante la intimidad del gesto.
―Lo siento, ________. A lo que iba, ama los autos. ¿Lo sabías, Ben?
―No lo hacía. Bueno, ella tiene que venir conmigo entonces. ―Sonrió mientras hacía estallar un Cheeto en su boca, y me sentí presionada como la crema en una galleta Oreo. Ellos me estaban empujando.
Todas las otras veces que habíamos estado en un entorno social anteriormente, Justin había hecho algo para arruinarlo. ¿Por qué molestarse?
Mirando a K.C., me preparé para el combate verbal.
―¿Esperas que vaya al Circuito y aliente por Justin?
―No, pero amaría que estuvieras allí conmigo, ya que no conozco a nadie. Puedes ver la carrera, disfrutar de los autos, y explicarme la diferencia entre una batería y un motor. Nunca entendí eso. Si tienes una batería, entonces ¿por qué necesitas un motor?
Ben y yo nos echamos a reír. Estaba siendo deliberadamente mentecata para conseguir que yo fuera agradable. Quería ir, pero sabía que K.C. estaría toda sobre Justin. Si quería pasar tiempo con ella, entonces tendría que estar cerca de él. No podía pasármela patéticamente sobre Ben toda la noche.
―Le dije a Ben que vería cómo va mi semana. Tengo mucho que hacer en este momento. ―Además de estar atrapada en mi tarea, quería salir adelante en algunas lecturas y llegar a la biblioteca para investigar sobre los temas de ciencias, así podría tomar mi decisión final. Por no hablar de que tenía que estar en la escuela a las siete de la mañana del sábado para tomar el autobús hacia una reunión a campo traviesa en Farley. No es como si estuviera tratando de evitar a Justin.
―Y sé lo que eso significa. ―K.C. agarró su teléfono y comenzó a desplazarse por él, claramente molesta.
¿Ella está enojada conmigo? A la mierda con eso.
―¡K.C.! ―Mi estado de ánimo se volvió negro como mis uñas―. Dije que lo intentaría. Jesús.
―Sólo estoy diciendo... ―sus ojos sobre su teléfono―, que creo que si no fuera por Justin, entonces irías. Tienes que intentarlo, ________. Él dijo que no tendría ningún problema contigo estando allí.
Mi cara enrojeció de vergüenza, eché un vistazo a Ben. Nunca aireaba mi ropa sucia frente a testigos.
―Oh, ¿él no tendría ningún problema con que yo esté allí? Supongo que ya que tengo el permiso del imbécil, entonces debería caer de rodillas en gratitud.
―Bueno, Justin no es el dueño de las carreras, y no dice quién está dentro o fuera. Puedo invitar a quien yo quiera ―aseguró Ben mientras se levantaba―. Necesito un Gatorade. ¿Alguna de ustedes quiere algo? ―preguntó, probablemente en busca de un escape, mientras K.C. y yo instalábamos nuestra pequeña discusión.
―Quisiera una botella de agua. ―Metí la mano en el bolsillo para sacar algo de dinero.
―No, no. Ya lo tengo. ―Él se alejó en el interior de la cafetería. Mi mirada lo siguió mientras me gustaba lo bien que se veía en sus pantalones vaqueros. Bueno, eso era algo al menos.
La voz de K.C. rompió el trance.
―Así que si Justin es un imbécil, ¿qué soy yo por verlo? ―La voz de K.C. estaba en calma, pero me di cuenta por la mirada puntiaguda y los labios fruncidos que la ira hervía debajo.
Justin era un imbécil. No era una suposición, sino un hecho comprobado. Mi frustración con ella por pasar tiempo con ese imbécil empezó a escaparse. Estaba tratando de agarrar mi ira antes de que se saliera de control, pero la maldita cosa seguía escapando.
―Tú dímelo. Él es un idiota. Tú lo sabes y yo lo sé. ―¿Qué demonios estaba haciendo?―. Pero de lo que no te das cuenta es que está usándote. Te está utilizando para conseguir meterse bajo mi piel. Se preocupa por ti tanto como Liam lo hacía cuando te engañó.
¡Mierda! Demasiado lejos.
Y lo hice. La expresión de su rostro me perforó el pecho. La había lastimado, y esperaba que se enojara, resoplara y finalmente entrara en razón. Pero la mirada de sus ojos me dejó con sólo la duda.
Después de vacilar unos momentos, comenzó a empacar sus cosas y agarró su bandeja.
―Ya sabes, Justin me pidió que me sentara con él hoy, y ahora mismo quiero su compañía mucho más que la tuya ―escupió sus palabras antes de irse. Y la dejé ir, porque entendía su decepción. En este momento, ni siquiera yo misma me gustaba.

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