Resist 15

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  Fui corriendo de una clase a otra al día siguiente. Tenía el corazón en la garganta ―sabiendo que en cualquier momento podría encontrarme con Justin―, así que mantuve mis ojos al frente.
Literalmente.
Durante la clase de francés fue casi imposible dejar de pensar en la noche anterior. Sus manos, sus labios, su...
Nop. No iba a ir ahí.
Me había gustado. Mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir. Pero, ¿por qué me beso, sino para probar que podía hacerlo? ¡¿Y por qué diablos le dejé?!
Había decidido tratarlo como un borracho movimiento por su parte, y una crisis emocional por la mía.
Mientras me dirigía a almorzar, metí a toda prisa mi mierda en mi casillero y giré rápidamente la esquina en dirección a la cafetería, tratando de evitar que mis ojos vagasen.
―Oomph. ―El aire salió de mis pulmones y tropecé hacia el suelo.
¿Qué de...?
Me estremecí con dolor en el culo por la caída al suelo de baldosas frías, e intenté alejarme de lo que había perturbado mí equilibrio. Algo me había sacado de mis pies.
Mirando hacia arriba, tomé aire y sentí una calidez revoloteando en mi estómago al ver a Justin cernirse sobre mí.
Mierda. Debía de haberme chocado justo con él. Y ahí estaba yo, tratando de evitarlo como a la peste. Esto en cuanto a los mejores planes.
No podía creer lo que solo su presencia me hizo. Lo miré boquiabierta estúpidamente, incapaz de apartar los ojos de lo asombrosamente que su camiseta colgaba bajo su estrecha cintura o lo sexy que su rico y oscuro cabello estaba peinado hoy.
Al verme completamente en mi culo, debería haberme dado una sonrisa de suficiencia o haber fruncido el ceño. Me sonrojé de vergüenza, sabiendo lo estúpida que debía parecer.
Pero no obtuve nada de él. Nada malo, de todas formas.
Se acercó a mí y lo miré con los ojos muy abiertos, preguntándome qué demonios estaba haciendo.
¿Estaba... ayudándome a levantarme?
Levantó su suave mano, de largos dedos, con la palma hacía arriba, para mí, y mis dedos se encresparon con el gesto.
Wow. Tal vez ese beso no fue algo malo. Tal vez se sería él mismo de nuevo. Y luego me arqueó una ceja, como si le molestase tener que esperarme. Fruncí el ceño ante su misma vieja actitud altanera.
Oh, no. ¡No me hagas favores, amigo!
Empujándome a mí misma más o menos fuera del suelo, me sacudí el polvo del pantalón y pasé junto a él, girando en la esquina.
Mientras mi cuerpo definitivamente reaccionó positivamente a él, mi cerebro practicaba una política de tolerancia cero... a partir de ahora.

***
Ben y yo quedamos el viernes por la noche después del partido. Quise mantener nuestra cita, a pesar de que había pasado la mayor parte de los últimos dos días intentando no pensar en otra persona. No había nada entre Justin y yo, y no había razón para cancelar una cita con un todavía-no-novio sólo porque besé a otro hombre, aunque me sintiese un poco culpable por ello.
Ben era fácil. Y yo necesitaba lo fácil. Me lo merecía. Sólo tenía que mantener mi cuerpo bajo control.
Jodidas hormonas.
―Así que quería preguntarte algo. ―Ben parecía entretenido, pero tímido mientras terminamos nuestra pizza.
―Vamos a ver. ―Puse mi dedo índice en los labios―. Sí, hago todos mis trucos, y no, no suelo comer tanto ―bromeé, y tomé un sorbo de mi Coca-Cola.
―No, no exactamente. ―Él agitó su dedo hacia mí y le sacó su tarjeta de crédito a la camarera cuando pasó por allí.
―Estoy escuchando.
―Hablaste de este chico del que tu personaje era amigo en el monólogo. Eran cercanos, y luego él se volvió en su contra. ¿Dijiste que conducía un Mustang?
Asentí, preguntándome a dónde iba con esto.
―Justin Bieber conduce un Boss 302. Un Mustang Boss 302 ―señaló.
El sudor estalló en mi frente, pero asentí otra vez. Sabía a lo que quería llegar, pero no hallaría ninguna respuesta si era eso lo que estaba esperando. Ya era bastante malo que hubiese besado a Justin, a espaldas de K.C., pero Justin y yo sólo habíamos tenido un beso. Y eso es todo lo que habría. No iba a explicarle a Ben algo que ni siquiera yo entendía.
―¿Y? ―Él puso sus codos sobre la mesa y se cruzó de brazos, inclinándose.
―¿Y cuál es la pregunta? ―Tenía la esperanza de que ser evasiva saliera bien, y él volvería a su línea de preguntas.
Mirando hacia un lado y luego de nuevo a mí, se rió entre dientes.
―Noté como te dio toda su atención durante el monologo. ¿Tú y Justin Bieber fueron amigos? ―Sus grandes ojos verdes estaban interesados.
―¿Qué quieres decir? ―Jugar duro para conseguirlo estaba resultando ser fácil. Podría hacer esto toda la noche.
Parecía como si él estuviera tratando de contener una sonrisa, pero apretó más.
―¿El monologo iba sobre él?
Incliné mi cabeza hacia él.
―Pensaba que se suponía que los monólogos trataban sobre un libro o una película.
―¿De qué libro o película viene el tuyo? ―me espetó.
Mientras el juego continuaba tenía el estómago temblando con la risa contenida. Esto se estaba poniendo divertido.
―Todo estará en mi ensayo ―le susurré cuando la camarera trajo la tarjeta de Ben y el recibo―. Pero... Justin no es nada para mí, para que lo sepas.
Sus labios se curvaron hacia arriba en las esquina, con suerte satisfecho con lo que le di. Tomó mi mano, me llevó fuera del restaurante y hasta su coche. Por desgracia, él conducía, por lo que me abrió la puerta para que me deslizase dentro.
―Nunca has estado en el Loop, ¿verdad?
―No. ―Até mi cinturón y empujé mi falda a rayas negra hasta los muslos como pude. Las tres hebillas finas sobre el muslo derecho brillaron a la luz de la farola tras la ventana.
―Bueno, vas a amarlo. Y van a amarte. ―Su mirada se deslizó a mi pecho antes de que desviase rápidamente la mirada. De repente me hubiera gustado haber llevado una camiseta en su lugar. Mi top blanco era, por suerte, un poco menos revelador debajo de mi corta chaqueta militar gris, pero aun así me sentí expuesta. La necesidad de taparme me molestaba. Quería estar guapa para Ben esta noche, ¿no?
O tal vez no era en Ben en quien estaba pensando cuando me vestí.
―¿Me van a amar? ¿Por qué es eso? ―pregunté.
―Porque te ves dulce. ―Sacudió la cabeza y encendió el motor.
Las palabras de K.C volvieron para atormentarme. Bueno, yo, por mi parte, ¡estoy muy emocionado de ver la expresión de su cara cuando te vea!
Mis manos se cerraron en puños, y me mordí el labio inferior para reprimir una sonrisa.
Sí, me mordí el labio inferior. Mierda.

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