Resist 12

132 9 1
                                    

Por la tarde, bostezos brotaron de mi cuerpo cada cinco minutos. Después de la llamada de atención, el laboratorio, los episodios entre Justin, K.C. y Madoc, la sesión de sollozos en el baño, y el corazón a corazón en el almuerzo, mi cuerpo necesitaba apagarse por un tiempo. Una clase más y podía dirigirme a casa a dormir. Si tenía suerte, veríamos una película en Banda Sonora, aunque, una renovada tensión lanzó fuego a través de mi hombro y músculos del cuello.
Después de sentarme, Nate Dietrich caminó a mi escritorio y se inclinó.
―Hola, ________, ¿qué tal si sales conmigo este fin de semana?
No puede evitar reírme para mí misma. El chico me pasó en el pasillo la semana pasada y sujetó su ingle en mi dirección.
―No gracias, Nate. ―Con su cabello castaño rizado y ojos avellana, era algo lindo, pero demasiado estúpido para tolerar. Si no estaba contando alguna broma inmadura, entonces él era la broma inmadura.
―Oh, vamos. Dame una oportunidad. ―Su largo tono cantarín sonó como si estuviera hablándole a un bebé.
―No. Estoy. Interesada. ―Hice contacto visual deliberadamente, lanzándole una advertencia con mis ojos. Ahora definitivamente no era secreto que podía encargarme de mí misma. Debería tomar la advertencia. Abriendo mi cuaderno y mirando mis notas, esperaba que tomara la pista de que esta conversación había terminado.
―No te entiendo. ―Nop. Como dije, demasiado estúpido―. Se lo diste a Bieber en los vestidores la semana pasada, y luego dejas a Jamison salir contigo. Probablemente se lo diste a él también. ―Se inclinó más y recorrió su mano por mi brazo.
Cada nervio en mi cuerpo estaba electrificado. Quería llevar la cabeza de este tipo contra mi rodilla tan duro que brotara un flujo de sangre que competiría con las cataratas del Niágara.
―Vete ―rechiné, aún tratando de estudiar mis notas―. Esa es tu última advertencia. ―No podía siquiera mirarlo, tan repugnante como el encuentro me había hecho sentir. La idea de todos pensando que era alguna sórdida desechable hacía que las paredes se cerraran sobre mí. Tanto como tratara de actuar como esto fuera normal para mí y que estaba acostumbrada a eso, aún se sentía como mierda. Lo que las personas pensaran de mí importaba.
―Justin tiene razón. No vales la pena ―susurró Nate con un gruñido.
―Siéntate, Nate. ―La profunda y autoritaria voz nos sorprendió a ambos.
Alzando la mirada, vi a Justin de pie detrás de Nate, dándole su mirada asesina. Mi corazón dio un vuelco cuando me di cuenta de que, por una vez, el ceño de Justin no estaba dirigido a mí.
Como siempre, Justin daba la impresión de que podía vencer a un ejército por sí solo.
Nate se giró lentamente.
―Hola, hombre, sin ánimo de ofender. Si no has terminado con ella... ―Nate se encogió de hombros, retrocediendo del camino de Justin.
―No hables con ella de nuevo. ―La voz de Justin era plana, pero sus ojos eran amenazadores.
¿Qué demonios?
―Vete. ―Justin movió su barbilla, y Nate se fue como si sólo fuera despedido.
Dejé salir un suspiro amargo. ¿Cómo se atrevía a resolver un problema que él creó? Todos ellos, en un momento u otro, habían pensado que era una zorra debido a él. ¿No es eso lo que quería? ¿Que fuera acosada e incómoda la meta de toda esta intimidación? Enferma de su tormento y juegos, obligué a calmar la urgencia en mis puños sacudiéndose de golpearlo. Fue entonces que me di cuenta de que quería lastimar a Justin. Realmente lastimarlo.
Te odio.
Mis emociones cayeron en una lividez relajada.
―No me hagas ningún favor ―espeté, encontrando sus ojos. La satisfacción de lastimarlo por una vez se sentiría jodidamente bien―. Eres un miserable pedazo de mierda, Justin. Pero entonces, supongo que sería miserable también, si mis padres me odiaran. Tu papá te dejó, y tu mamá te evita. Pero quién puede culparlos, ¿cierto?
Justin se estremeció, e inmediatamente sentí mi interior temblar. ¿Qué estaba haciendo? ¡Esta no era yo! Bilis subió por mi garganta. ¿Qué acababa de decirle? Esperé a que la satisfacción llegara, pero nunca lo hizo.
Él se mantuvo callado, y sus ojos se entrecerraron en mí con un toque de rabia y desesperación. No había manera de que pudiera borrar lo que acababa de hacerle. Incluso aunque escondió sus emociones, lo había visto estremecerse.
Así es como se hacen los matones.
Acababa de hacerlo sentirse no amado ni querido a propósito. Le dije que estaba solo. Incluso con todo lo que me había hecho, nunca me había sentido abandonada o aislada. Siempre había alguien que me amaba, alguien con quien contar.
―Bien, clase. ―La señora Penley entró por la puerta, sorprendiéndome. Justin no dijo nada y continúo por el pasillo a su asiento―. Por favor saquen sus brújulas y busquen su Este. Cuando diga "vayan", por favor tomen sus materiales y siéntense junto a esa persona para la discusión de hoy. Siéntanse libres de mover escritorios lado a lado o frente a frente. Vayan.
Parpadeando alejando las lágrimas que se acumularon, apenas tuve tiempo de atrapar mi aliento antes de que mi Este llegara a mí.
―Hola, chica bonita. ―Levanté la vista para ver a Ben ya a mi lado, buscando un escritorio vacío.
No hoy. Acomodé mi cabello detrás de mis orejas y tomé un respiro profundo. Ben y yo no habíamos hablado desde nuestra cita la noche anterior, y no me había dado cuenta hasta ahora,
―Hola, Ben. ―Aguanta una hora más, canté para mí misma. Necesitaba mi música, mi cama, y definitivamente a mi abuela.
―Estoy bien. Ahora. ―Él lanzó una sonrisa brillante, y no pude evitar exhalar una débil risa. Era un chico feliz y era fácil de estar con él. Le concedería eso.
―Bien, todos, como hicieron con su Sur la clase pasada, por favor preséntense con su Este ―instruyó la Sra. Penley a la clase. Todos gimieron, al igual que la otra clase, porque todos nos conocíamos de cualquier manera―. Lo sé, lo sé. ―La maestra movió sus manos para callar a todos―. Es buena práctica para todas esas entrevistas para la universidad que harán. Al igual que presentarse, quiero que, esta vez, compartan su recuerdo favorito para conocerse. Adelante.
La señora Penley comenzó a recorrer el salón que ya vibraba con conversación. Miré a Ben, y ambos resoplamos como si esta fuera la última cosa en la que quisiéramos pasar el tiempo.
―Hola. ―Él extendió su mano, la cual tome, rodando mis ojos y asintiendo―. Mi nombre es Benjamin Jamison. Mi recuerdo favorito es hacer mi primer touchdown en la preparatoria. Saber que era del equipo universitario, y la multitud era mucho más intensa, ese sentimiento fue increíble.
Era difícil no simpatizar con un recuerdo como ese. Con todos los espectadores animándolo, apuesto que debió haber tenido su corazón latiendo con fuerza.
―Hola, mi nombre es _______ Brandt. ―Sacudí mi mano y sentí como si estuviera en una película durante una escena de Alcohólicos Anónimos. Le diría "soy alcohólica" después―. Y mi recuerdo favorito fue cuando... ―Mis ojos fueron inmediatamente a Justin y después a mi escritorio. Ese recuerdo en particular no tenía precio para mí, pero tenía un momento difícil admitiéndolo a mí misma. Quizás debería sólo mentir, ¿pero entonces por qué debería ser quien se escondiera?―. Uh, supongo que no parecerá un gran asunto como el tuyo, pero... tuve un picnic en un cementerio una vez.
Los ojos de Ben se ampliaron.
―¿De verdad? ―Me miró con curiosidad―. ¿Entonces por qué fue eso?
―Bueno. ―Tragué con dificultad―. Mi mamá murió cuando tenía diez, y tenía miedo de visitarla en el cementerio. Realmente me asustaba. Por dos años, me negué a ir. Odiaba la idea de que ella estuviera debajo del suelo así. Entonces, este chico del que era amiga... en ese tiempo, empacó un almuerzo para nosotros y me llevó al cementerio un día. Estaba bastante enojada cuando me di cuenta de dónde me estaba llevando, pero me dijo que debería estar feliz de que mi mamá estuviera ahí. Dijo que es el más bonito, silencioso lugar en la ciudad. Él fue realmente comprensivo y paciente. No sentamos cerca de la tumba de mi mamá y comimos nuestro almuerzo, escuchamos la radio que había traído. Me hizo reír en poco tiempo. Nos quedamos un rato, incluso después de que la lluvia comenzara. Ahora, es uno de mis lugares favorito al que ir. Debido a él. ―Mi rostro dolía, y me di cuenta que tenía una sonrisa pegada durante toda la historia.
Tan horrible como Justin se había convertido, y ahora cuan terrible me había convertido, aún atesoraba ese recuerdo. Sonreía cada vez que pensaba en lo que había hecho por mí ese día. Me dio un poco de mamá de vuelta.
―Wow. Mi historia del touchdown parece un poco superficial ahora. ―Ben en realidad parecía interesado en lo que le había dicho.
―Me gusta tu historia del touchdown. Me gustaría tener más touchdown, por decirlo de una manera.
―Entonces, ¿son tú y este chico aún amigos? ―preguntó Ben.
Mientras miraba a Justin al otro lado del salón, su mirada encontró la mía, y el cabello en mi cuello se erizó. Su helada mirada se movió hacia Ben, y luego de vuelta a mí. Ni una pista de emoción pareciendo algo humano.
―No, prácticamente somos extraños ahora.

Resist.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora