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—Hace unos meses mi hermano Timothy tuvo una experiencia desafortunada en la que ingirió demasiado de una sustancia.—Explicó Simon mientras dejaba las cajas de fármacos en la mesilla.—Estuvo dos minutos muerto. Pero... ¡Lo resucitamos!

—Kate... Es tu momento.—Deena habló.

Gael miró a su al rededor topándose con un teléfono.

—S, ¿sigue funcionando el teléfono?—Indagó el azabache a su novio, este asintió.—Ya vuelvo.

Gael se alejó con una idea en mente.

Tomó el teléfono y con valentía marcó un numero.

—¿Quién mierda llama a esta hora?—Dijo l voz de fondo.

—La mierda que tu aportaste a crear, padre.—Habló áspero, Gael.—Escúchame una cosa. Me importa el pito de mi novio, si quieres decir algo al respecto o no. Pero que me oyes me oyes.—Suspiró al darse cuenta que si salía vivo, al día siguiente no diría lo mismo.— Tal vez sea la ultima vez que oigas mi voz, apréciala. Mi hermana siempre dijo que eras buen padre, nunca le creí. Ella conoció a su padre, no al mío. El mío me golpea para olvidar que su esposa e hija murieron y que su hijo trató de matarse en cuanto tenía posibilidad. Mi padre me dejaba noches afuera durmiendo en el frio invierno, porque no sabía cocinar, y luego se quejaba de que andaba enfermo. Mi maldito padre descuidó tanto de mi que si lo tuviera al frente, le diría que ojala se muera y se pudra en el infierno.—Gael juró oír lagrimas e hipidos pero nada podría confirmar que el responsable era el hombre mayor.— Pero al no tenerlo al frente solo le digo, que si de este día no paso, que él mejore como persona por lo que no pudo ser como padre conmigo. Así que si la policía va a casa, papá, múdate de país, cambia como persona y haz lo correcto de una puta vez.—Gael sollozó bajito antes de cortar la línea.

Inspirando hondo, se obligó a mantener la compostura e ir con sus amigos.

Sam, con la manos sangrante se acercó a Gael, y trazó una X.

—Hace media hora querían asesinarme. No tienen que hacerlo, pueden marcharse.

—Tú decidiste sacrificarte por nosotros.—Kate habló.—Lo acabaremos juntos.

Gael sonrió.—¿Sin rencores?

—Sin rencores.—Afirmó Sam, devolviendo la sonrisa.

—Buena muerte, amiga mía.—Simon apoyó su mano en el hombro de la rubia.

Kalivoda tomó a Josh del hombro.

—Atrás estará vigilado.

—Oye.—Kate llamó a Josh, y este al girarse en respuesta, la chica lo besó.—Los distraeré arriba.

—Iré al deposito.—Afirmó Gael.

Caminando por los pasillos, Gael tomó unas botanas y las comió, habría que matar el tiempo de alguna manera.

Una vez, Gael estuvo en su área, todo lo que venia ocultando cayó en su mente.

Gael podría morir.

Los sueños que tenía, las metas que había pensado, los logros que tanto costaron, se irían a la nada.

Los ojos del chico se nublaron por las lagrimas, y su respiración se aceleró, todo daba vuelyas y su corazón latía tan rápido que lo sintió en su garganta.

¿Verdaderamente podría morir hoy?, pensó.

Sus temblorosas manos se apoyaron a la primera pared que vio.

Rezaba internamente para que ese momento se terminara.

Los recuerdos de todo lo vivido pasaron por su mente.

Su padre, sus maltratos.

Su madre, su cariño que poco duró.

Su hermana, sus palabras de apoyo.

Su novio, su razón de vivir.

Sus amigos, su apoyo en situaciones malas.

De a poco su respiración se normaizó, pero sus lagrimas no pararon.

Lloraba por lo que no pudo llorar jamás.

Gael lloraba por la rabia que sentía de no haber aprovechado más el tiempo, lloraba por no haberle hecho frente a su padre cuando pudo, lloraba por las veces que dejó pasarse por encima, lloró por las veces que no aceptó salidas con sus amigos, lloró por todo el sufrimiento que calló.

El grito de su pareja, fue lo que lo volvió a dar lucidez.

Gael, aceptando el posible destino, secó sus lagrimas y con una nueva confianza, tomó el mazo de madera que había a su lado, listo para defender.

Porque si iba a morirse, se iba a morir luchando por los seres que ama.

[...]

Pasando por los pasillos en silencio, ve a lo lejos una figura encapuchada moverse.

Él aceleró el paso con decisión.

Simon y Josh aparecieron detrás de Gael, y exclamaron ante la vista.

Kate, su amiga, había sido asesinada por el enmascarado.

Su cuerpo yacía inerte en una maquina que rebanaba comida.

El azabache oyó unos pasos, girándose notó una figura corriendo con dirección a Simon.

Este sin dubitar, soltó el mazo y corrió hacia su novio.

Casi cayéndose, tomó el rostro de Simon, y lo besó, dándole la vuelta para cubrirlo del asesino.

El hachazo cayó en la espalda de Gael, quien no resistió el dolor y gritó con fuerza.

Fue tanto el impacto, que Simon trastabilló y Gael cayó sobre él.

El asesino volvió a usar el hacha en Gael, quien yacía semi inconsciente.

—Corre.—Murmuró como pudo el azabache.

Simon se movió de debajo del cuerpo de su novio, mirando con perturbación, como el asesino, insertaba otra vez el hacha en su espalda.

Simon miró el cuerpo de Kate y notó un cuchillo enterrado.

Con rapidez, lo sacó del cuerpo, y con una ira retenida, gritó lo más que pudo antes de clavarle el arma al asesino.

El asesino se giró y sin dudarlo clavó con fuerza el hacha en la cabeza de Simon.

Simon cayó inerte, a unos centímetros de su novio.

El asesino siguió caminando sin notar como los ojos de Gael se abrían.

—No.—Masculló con las pocas fuerzas que tenía el adolescente.

Su cuerpo, adolorido se movió con lentitud hasta llegar a tomarle la mano a su difunto novio.

Gael dejó caer sus lagrimas, mientras el ultimo suspiro de vida salía de su boca.

La mano de Gael resonó en el suelo frio.

11 MINUTES², fear streetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora