Aroma

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Daemon seguía observando cómo Xander se llevaba a aquella mujer. Sentía el corazón romperse en mil pedazos, sentía como aquel olor que sentía de ella se evaporaba , se sentía excitado y con ganas de haberla echo suya, de que toda su hombría entrase en aquel rincón exquisito.
Se sentía furioso , pero no por lo ocurrido, si no por el mismo. Empezó a caminar, y fue cuando estuvo apunto de llamar a Caraxes y seguirlos , pero la voz de Rhaenyra , que en ese momento llegaba llamaba a su tío marido.

En la otra punta de la isla , se encontraba Missidia, aún encima de Xander en la silla de montar, no podía creer que se había entregado del todo a él, y Daemon la había rechazado en el último momento.

— A salido todo mal— le susurraba a Xander entre sollozos — casi caigo, pero duele ... duele esa negativa. — Xander, la protegió tapándola con sus alas , dando el calor que su jinete necesitaba.

Rhaenyra abrazaba a su tío esposo con desgana, casi como una obligación, Daemon solo cerraba los ojos imaginando así que era a Missidia que abrazaba, pero no tenía a aquel aroma , que tanto lo excitaba y le llenaba de lujuria. Rhaenyra sabía que le pasaba algo, no le dijo nada en ningún momento, últimamente no era la misma con él. Ambos en silencio se fueron a palacio. Daemon no paraba de pensar en lo que realmente quería , pero se fue de su lado.

La tarde noche caía, y Xander, seguía protegiendo a Missidia. La joven mujer paró de llorar hacía horas . Pero el dragón sabía que necesitaba tiempo.
— Es hora Xander, debo de ir. — pero el dragón no se movía— vamos debo de ir sin levantar sospechas, debo seguir investigando, aunque... no sé cómo lo haré, si él está cerca. — De nuevo se puso en movimiento, así como obligado, ella apretó contra ella aquel collar que la tranquilizaba.

Daemon tenía entre sus manos una copa de vino, observaba como el fuego, consumía la leña de la chimenea, suspiró. Rhaenyra lo había dejado solo, la verdad a él, no le importaba. Había perdido a aquella mujer, por negarse a amarla aunque sea un día . Cerró los ojos y fue cuando olió de nuevo aquel aroma, creyó que estaba loco, pero
Las voces de dos mujeres hicieron que voltease, Rhaenyra y Missidia venían juntas riendo.

— Entonces, ¿se quedará unos días más con nosotros?— le pregunto la reina.

— Por supuesto mi reina, será un placer.— Daemon la observo, buscaba aquella mirada pero no la hayo, ya que la joven mujer evitaba mirarlo. No pudo dejar de mirar aquellas labios femeninos de mujer.

— My rey, Lady Missidia se quedará unos días más— se puso a su derecha, él solo la sonrió.

— Está bien, ningún problema de mi parte, My reina— Rhaenyra lo tomó de el brazo , bajo la atenta mirada de la huésped, Missidia apartó la mirada, pues se sentía incómoda.

— Con su permiso , me retiro.— dijo la joven mujer, Daemon la miró atento, ambos se observaron por un segundo, lo suficiente para acelerar el corazón de ambos.


En los aposentos de la joven mujer, Missidia, llegó acelerada , no estaba bien, se sentía angustiada, pero sobretodo celosa.
— (Tranquilízate por favor)— se dijo a sí misma , se quedó detrás de la puerta, cayendo hasta el suelo para quedarse apoyada contra la puerta, no pudo evitar abrazarse, para colocarse en forma fetal, se tapó la cara, de nuevo sus ojos se pusieron cristalinos, de nuevo le escocían los ojos, señal de que iba a ponerse a llorar. Dos toques en la puerta, hicieron que se ordenase a sí misma no llorar.— Pase— dijo después, abrió la puerta y se asomó una doncella.

— ¿Lady necesita algo?— dijo la joven desde la puerta.

— No gracias, me daré un baño, aunque...—

— Si quiere le sirvo algo de comer, el señor Daemon me ha dicho que le ofrezca algo, ya que la ha visto decaída. — Missidia sonrió .

— Está bien, me doy un baño y ahora iré, yo misma le aviso.

— Perfecto, ¿Le preparó el baño?

— No querida, gracias, yo misma lo hago.— la doncella cerró la puerta para dejarla sola. Missidia después de preparar el baño, se sumergió .

Daemon se sentía feliz, aquella sonrisa suya apareció cuando vio entrar a Missidia, el hombre se levantó para indicar que pudiera sentarse la joven

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Daemon se sentía feliz, aquella sonrisa suya apareció cuando vio entrar a Missidia, el hombre se levantó para indicar que pudiera sentarse la joven. Missidia, trago saliva, se dio cuenta de que estaban de nuevo solos.
— Por favor, My Lady, tome asiento. — pero ella no se movía , aún seguía quieta en el mismo sitio, fue el propio Daemon que se acercó de nuevo hasta ella, la apoyó contra la puerta y besó aquellos labios. Ella intentó detenerlo, pero no pudo, no quería que eso parase, aquella calor , la estaba volviendo loca, quería sentirlo como esa mañana, cálido, hermoso — no se me que me pasa con usted, deseo tanto besarla, deseo tanto tocar su piel.

— My rey por favor... No — la puerta de el servicio se abrió , Daemon automáticamente se separó de Missidia tomando de nuevo su asiento y el aliento.

— Puede servir— le dijo a la doncella mientras no volvió a mirar a Missidia. Esta última, se sentó en la silla que estaba vacía, justamente al lado de Daemon.— Puede ir a buscar a mi sobrina esposa— le dijo a la doncella— luego nos puede servir.— los dejo solos de nuevo, y Daemon la miró— discúlpame de nuevo.

— Por supuesto my rey. — se cogió de el vestido, apretando las manos y las ganas de no llorar, no le daría el gusto de que la viera llorar.

— Es tu aroma, tu olor que me vuelve loco.

— A mi también me ocurre lo mismo, pero no quiero que me haga daño, es por eso , que dentro de unos días me iré, así no será ni malo , ni tentador para ambos. — Daemon la observó, para tomarle de la mano, aquellas palabras también le angustiaron .

— Y si...

— Se lo que piensa, pero eso no podrá suceder, usted es un hombre casado, aparte de my rey, si le entrego mi virginidad no habrá cuenta atrás, porque sería yo, la que quedaría presa para siempre de su aroma. — le apretó por un momento la mano, y se la soltó al ver cómo aparecía Rhaenyra.

Solo una jinete +18 Daemon TargaryenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora