Esther Pov
Lavo mi rostro con agua fría, con la esperanza de despertar; el sueño gobierna todo mi sistema en este momento, pero solo yo soy la responsable de esto.
Como siempre, dije solo un capítulo más y terminé acabando el libro en una sola noche.
Ahora tengo que lidiar con las consecuencias, pero cada palabra en ese libro valió la pena.
Miro mi reloj de pulsera y si no me doy prisa, se hará tarde para la escuela, no es como que tenga muchas ganas de ir, pero es lo que toca, todo iría bien si no tendría que exponer yo sola frente a todo mi maldito salón que al mínimo detalle se ríe, como si ellos fueran perfectos los muy idiotas y para acabarla me pongo a tartamudear cuando comienzo a ponerme nerviosa.
Tomo un cepillo del estante, con la esperanza de que indomable cabello rizado sea domado pero el día de hoy para nada copera. Valla novedad, opto por trenzarlo por completo dejando una sola trenza con un grosos impresionante.
Termino de arreglarme y bajo a la sala, para tomar mis cosas y salir a recorrer mi zona suburbana para tomar mi autobús e ir hasta mi escuela. Por suerte mi amiga Nat, ya se encuentra en la misma parada de autobuses.
—¿Lista para hoy? —pregunta refiriéndose a mi exposición.
—Por supuesto que no—le respondo, todo sería más fácil si ella fuera en el mismo salón que yo, no entiendo porque en pleno nivel bachillerato tenemos que exponer como siguiéramos en secundaria, se suponen que todo debe de estar enfocado en que querremos estudiar.
—Lo aras genial, ignora a esos idiotas—dice mi amiga dándome un apretón en el hombre, miro a Nat y aprecio lo muy buena persona que es, además de bonita. Su piel es un poco más oscura que la mía, pero envió su manejable cabello negro, es completamente lacio. —Si no te pones nerviosa, te comprare un gigante capuchino helado de la cafetería "Matthews" —promete.
—¡Eres la mejor amiga! —exclamo antes de abrazarla.
—Lose bebé—responde, pero déjame que ya viene en autobús—señala y cuando se detiene, subimos y nos ubicamos en los lugares desocupados más próximos.
A pesar de que aún no son ni las 7:00 am, el autobús va bastante concurrido.
—Voltea discretamente para atrás—me pide Nat.
—Ese chico está mirándote de nuevo—me explica y trato de girar lo más discretamente posible, miro al chico y es muy guapo, su cabello castaño es lindo en verdad, aunque el color de sus ojos no lo alcanzó a distinguir.
—No sé porque sigues bromeando con eso—le recrimino, siempre es lo mismo, ese chico estudia en la misma escuela que nosotras, pero no tengo ni la menor idea de quien eso. Cada vez que nos subimos al autobús y viene él es lo mismo. Nat dice que me mira y cuando yo volteo siempre está viendo por la ventana y lo miro varias veces en el trayecto y nunca lo veo mirándome.
—Es la verdad, algún día lo sorprenderemos—asegura determinada.
Dejamos de lado nuestra conversación y me concentro en repasar las notas de mi exposición.
¿Por qué demonios tengo que exponer sobre la meiosis?
No voy a estudiar algo relacionado con la medicina, eso lo tengo más que decidido a pensar que aún no se ni que estudiar, a diferencia de Nat, que ella tiene claro que es lo que va a estudiar... Quiere ser maestra de jardín de niños.
Bajamos del autobús en la parada de la esquina donde se encuentra la escuela, al tener dos entradas el autobús, el chico baja por la parte trasera como es costumbre, mientras nosotras por la parte delantera.
—¿Por cierto, ya sabes a que taller te inscribirás este año? —le pregunto a Nat.
—No es que allá muchas opciones, prácticamente solo hay talleres si quieres estudiar medicina, ingenierías, pintura y música y costura—se queja; aunque la verdad tiene razón, son limitadas las opciones. —¿Y tú? —pregunta —¿Continuaras en costura, como desde primer año? —
—Creo que sí, ni la medicina ni las ingenierías me llaman la atención—respondo.
—Yo creo que seguiré en pintura y música, al menos me servirá la pintura para las manualidades de los niños—responde mi amiga, seguimos caminando hasta los pasillos de nuestros salones y quedar frente a las puertas de nuestros salones.
—¡Suerte! —me desea con entusiasmo Nat antes de darme un abrazo. Le correspondo y tomo un poco de aire antes de entrar a mi salón.
***
—¿Cómo te fue? —pregunta Nat, cuando me ve en la hora del almuerzo.
—Me puse nerviosa como de costumbre—le comienzo a contar al mismo tiempo que quito el papel aluminio de mis sincronizadas. —Pero al menos no tartamudee esta vez; y la maestra me felicito—le cuento.
—¡Esa es mi amiga! —exclama Nat y me abraza, ella es toda efusividad mientras yo no soy tan expresiva. —Por cierto, ya me anoté en pintura y música y ya me dieron la lista de material que necesito para la clase del viernes. ¿Me acompañas a comprar? —pregunta.
—Si, te acompaño. Me anotare yo también, lo bueno que aún tengo bastante material del semestre pasado—ya que la maestra Lisa se caracteriza por pedir un montón de material que no alcanza a en el primer semestre que llevas el taller.
Como es costumbre, Nat comienza a buscar al chico del autobús.
—No esta, ya deberías de saberlo—este asunto del chico del autobús, empezó exactamente el último mes de clases antes de terminar el segundo año de bachillerato, Nat en una ocasión había querido que lo siguiéramos, pero nunca me había animado.
—Literalmente, se baja en la misma parada que nosotros, es obvio que viene a esta escuela. Además de que trae mochila y el mismo uniforme que nosotras—responde ella.
—Ya lo sé, pero tal vez es muy tímido o que se yo—le digo antes de dar un bocado a mis sincronizadas.
Por suerte Nat cambio el tema de conversación y así pasamos la media hora que teníamos para almorzar.
***
Al fin tocaron el timbre, dando la señal de que el día escolar había acabado. Meto mis cosas rápidamente en mi mochila y salgo hasta esperar a Nat, al ver que ya todos han salido y ella no, me asomo un poco.
La miro hablar con un chico de piel morena.
¡Oh por dios, es Jackson!
Que escondidito se lo tenía mi amiga.
Le doy privacidad y decido apoyarme en la pared aun lado de la entrada, y esperar a mi amiga.
Jackson salió del salón sin reparar en mi presencia y espero a ver a Nat.
—Que escondidito te lo tenías—le recrimino y al verse sorprendida se sonroja.
—No es nada seguro, apenas hoy me invito a salir—me cuenta, está más que feliz, desde primer año le ha gustado este chico y al fin la ha invitado a salir.
—En compensación, exijo un acompañado de un pay de limón—le digo. Posterior a eso comenzamos a caminar en silencio hasta la parada de autobuses y tomar el que nos lleve al centro de la ciudad donde se ubican la mayoría de las tiendas.
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Nuestro Segundo Llamado
RomanceLas Zapatillas del Doctor nos dejo varios romances pendientes, pero la historia de Esther es la que merece ser leída primero. ¿Crees en el amor adolescente? Yo lo encontré a la edad de 17 años, el primer amor nunca se olvida...es lo que muchos dic...