"¿Camille?"
Estaba de pie en un lugar extraño. O eso le parecía.
Había un amplio lago debajo de él, lo sabía solo con mirar los peces de colores nadando a sus pies o las plantas acuáticas moviéndose despacio.
De algún modo, Ferdinand supo que si se movía, no sé caería al lago, así que caminó, observando las gruesas nubes de tormenta que amenazaban el cielo.
Cuando al fin llegó a tierra fue recibido por un hermoso jardín con flores de todos los colores y todas las especies que había visto en persona o en sus libros. Era un lugar hermoso y sereno.
'Este lugar le gustaría a Camille, me gustaría saber dónde estoy'.
Ferdinand siguió caminando entre las flores, notando cómo poco a poco comenzaban a aparecer más y más árboles hasta crear un bosque. El color de su estación era el color predominante del entorno. Se sentía tan bien que cuando uno de sus pies se hundió en el fango, se asustó.
"¿Qué es esto?"
Seguía estando en el bosque, solo que parecía que el fango lo estaba devorando todo a su paso.
"Si al menos tuviera algo con que eliminar esto..." de pronto, Ferdinand notó una bolsa colgando de su cintura.
La tomó entonces, abriéndola y encontrando semillas en su interior. Tomó una, observandola con curiosidad y fascinación. Sintió la necesidad de dejarla caer y de pronto, ahí donde una vez hubo fango comenzó a brotar pasto y retoños de flores y arbustos.
"¡Que semillas más extrañas! Pero me gusta más como se ve todo siendo verde"
El niño metió la mano en la bolsa, tomando varias semillas que comenzó a lanzar a su alrededor, sonriendo al notar cómo la tierra y el bosque comenzaban a sanarse de nuevo.
Emocionado, el niño prosiguió su camino, lanzando más y más semillas.
Justo cuando creyó que había terminado, sus pies comenzaron a caminar en un suelo duro y frío.
Al mirarlo, notó la piedra blanca con que estaba construido el palacio. Luego miró al frente, abriendo mucho los ojos al notar la glorieta de su villa con la mesa del té dónde solía pasar media campanada cada día de la tierra con Camille. Los postres se estaban pudriendo. Las flores estaban marchitas. Podía notar el óxido en las sillas de fierro verde, desmoronándose y el sillón que había sido añadido la última vez lucía en cenizas, cómo si lo hubieran quemado.
"¿Qué es esto?" se acercó un poco más, aterrado al notar todo tipo de insectos carroñeros deambulando por la mesa y el deplorable estado del mobiliario completo.
"¿Porqué? ¿Qué fue lo que sucedió aquí? ¿Camille?"
"La niña ya no está en tu jardín, Ferdinand" escuchó una voz extraña y cavernosa que lo obligó a voltear.
Una sombra apenas perceptible lo observaba desde la salida del bosque, mirándolo a pesar de no distinguir dónde estaban sus ojos.
"¿Quién eres? ¿Dónde está Camille? ¡Habla!"
La figura se acercó en un parpadeo, quedando a poca distancia suya en tanto el bosque, el jardín y el cielo desaparecían.
"¡He venido a advertirte, Ferdinand! Debes rezar a Leidenshaft y aquellos subordinados de su casa para obtener el valor, la fuerza y la determinación para enfrentar el juicio de Glücklität. Reza a Dultzetzen para que te guarde hasta que Verdraos pueda ser invocado a tu casa. Sobre todo ruega a Mestionora por su sabiduría, solo así podrás alcanzar tus deseos y evitar que tu rifa siga corrompiéndose".
ESTÁS LEYENDO
La flor y el demonio: Libro 1: La Flor del Desierto Blanco
FanfictionAU. Camille una joven princesa de Lanzanave es enviada a Jurguensmith al palacio de Adalziza. Debido a su gran cantidad de maná sería entregada al hijo de zent, Ferdinand, como concubina. Siendo todavía niños, Camille decide contarle al príncipe alg...