04 Ignorar, ley del hielo

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Espero unos cuántos minutos hasta que aquella sombra desapareció, por la parte baja de la puerta, por aquella abertura se podía ver un poco de luz, y también como una sombra se había pasado ahí por unos largos minutos hasta que desapareció.

No espero más y se puso una campera como lo decía, se subió el cierre hasta el topé, cubriendo todo su vientre y pecho, hasta su cuello. Abrió la puerta con cuidado de no hacer ruido y la cerro de la misma manera, luego de haber salido. Suspiro un poco, se sentía como si estuviera entrando en un horno, pero no hacía calor en el lugar, era el y su cuerpo, sentía que podía desmayarse si es que lo estimulaban, así fuese un poco.

Se encamino por los pasillos, su rostro y orejas un poco puntiagudas quemaban, paso por su mente la posibilidad de haber entrado en celo, pero era imposible, considerando la última fecha, era imposible.

Sigo su camino hasta el campus de entrenamiento, era de noche, lo cual minimizaba sus esperanzas de encontrar aquella joya que andaba buscando. Se dió una caminata por todo el lugar, de esquina a esquina, las cuatro esquinas, comenzaba a alarmarse, más de lo que ya estaba. Luego de sentarse un momento en el césped y pensar en los posibles lugares en dónde podía estar ubicado aquel objeto, se levantó y siguió con su búsqueda.

Volvió a los solitarios pasillos en aquel momento, después de todo tal vez y eran casi las once de la noche, era poco probable encontrarse con alguien a esa hora, y menos a los de limpieza o mantenimiento de la universidad.

Fue al comedor, busco en la mesa, el piso, incluso en la sillas, reviso todo el lugar, incluyendo la cocina y dándose una pasada por el pasillo en dónde estaba la habitación de planes del cuerpo técnico.

Y por último la sala de juegos, suspiro cansado, apostaba a que ya era media noche, y el por ahí merodeando el lugar.

Entro a aquel cuarto, como ya era costumbre esa noche, con sumo cuidado de no hacer siquiera el menor ruido, jadeo un poco al notar alli a alguien, a esas horas, era imposible, se cubrió la boca con una de sus manos y se quedó quieto allí en la puerta sin entrar del todo.

Noto como aquella solitaria sombra no parecía darse cuenta de su presencia, podría haber salido del lugar y buscar a la mañana, pero no. No. Entro con un paso muy suave, y casi imperceptible, se acercó para ver quién era el que estaba allí muy tranquilo jugando en la play a esa hora. Al acercarse lo suficiente observo aquel rostro iluminado por las luces de la pantalla plana en frente, con colores azulados y verdosos fosforescentes, era Enzo.

No esperaba que el muchacho volteara hacia su dirección y le mirara algo perplejo.

— ¿Leo? — musitó, su voz salió ronca y casi seca, pero no en mala manera, tal vez era la falta de hidratación.

— Ah... Enzo — susurro bajito mientras también miraba al alpha casi al frente suyo.

Se quedaron un momento en silencio, pero no parecía un minuto para Leo, quién comenzaba sentirse otra vez de esa manera, se había calmado hace unos cuantos minutos, pero al sentir el aroma a agrio a naranja y un poco de perfume casi sofocante que siempre usaba el centro campista. Su cuerpo dió señales de querer ser tocado.

Se acercó un poco al menor y este lo miro un poco confundido, no entendía por qué el Omega estaba despierto a estas horas, y sobretodo; porque desprendía aquel aroma dulce y a chocolate que casi dando ganas de tomarlo, pero debía controlarse, después de todo era su capitán.

R E D Scaloneta X Messi VIOLENTO-METRO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora