— Creo que le debes una muy larga explicación al pequeño Xiao. No sé en que momento pensaste que yo sabía el paradero del chico...— Dijo entre risas el de mechas verdes.
—Venti, deja de molestar y díselo, no estoy para juegos.— El castaño suspiró para relajar las ganas de gritarle al bardo pero se retuvo por tener a desconocidos alrededor suya.— Llevo un día horrendo, ¿y ahora tú me dices que no sabes nada sobre el viajero?
— Zhongli, Zhongli, Zhongli... ¿nunca pillas mis bromas? Estás un poco mayor, ¿no crees? — Se levantó de la silla en la cual estaba sentado y se dirigió junto a él.— Exactamente no sé el lugar, pero hay alguien que tal vez lo sepa, quién sabe.
—¿Y quién es esa persona?¿Y a qué esperamos a ir con ella?— Preguntó el Yaksha desesperado.
— Sobre eso... No es de Mondstadt, es de otra nación... Pero ella seguramente sepa dónde está, me debe unos cuantos favores así que no creo que pase nada si vais y preguntáis. — Musitó y volvió a su lugar en menos de un segundo.
— No es la que yo creo que es, ¿cierto, Venti...? — El ex arconte Geo rezó para que no fuese quien él creía que era, porque si fuese así tendrían que hacer un gran viaje hacia otra nación a miles de kilómetros de distancia.
— Para vuestra mala suerte sí, es ella. Nos llevamos de maravilla así que no creo qu-—
— Venti, ni siendo un Dios me creería tal afirmación. A ella no le caes bien por beber en demasía y la entiendo, eres un bebedor excesivo. — Explicó tranquilamente el castaño.
—¡Uhmn! No aprecias el gran, espectacular y maravilloso sabor del vino. Es que es increíble, es algo mágico. Si pudiese me casaría con el vino.—
— ¿Nos podemos ir, Zhongli? — musitó el Adeptus pelinegro arto del bardo.
— Vayámonos.—
—¡E-esperar!— Gritó el de trenzas.— Os llevaré con ella y os puedo asegurar que ella nos dirá su paradero. ¿Te parece bien, Adeptus Xiao?
— Como sea. Pero vayamos hacia esa nación ya.—
— No es así de fácil, Xiao. Debemos volver a Liyue y esperar al siguiente barco que vaya a aquella nación.— Explicó el castaño.— Aparte de eso, hemos hecho un largo viaje hacia aquí, creo que deberíamos descansar todos, sobretodo tú.
— Yo marcharé hacia Liyue en unas horas. Señor Zhongli, usted puede quedarse junto al fatui si lo desea, pero yo tengo que hablar con unas personas en concreto gracias a la información que nos ha brindado el bardo Venti, no puedo perder más tiempo del que ya perdí.— Respondió cortante el Yaksha.
— Haz lo que desees, no te obligaré a quedarte.—
—Bien, entonces me voy.— Como bien dijo, se fue rápidamente del lugar sin mirar atrás.
—¿Crees que lo que estás haciendo está bien, Zhongli?— El de trenzas miró con desprecio al castaño. Se había metido en problemas con la Gran Maestra Intendente gracias al favor que necesitaba este.
—No es de tu incumbencia. Si me disculpas, ¿quién es la persona que nos daba alojamiento?—
— Es el tabernero Diluc, es un hombre alto, de pelo rojizo...—
————————————————
Al cabo de varias horas, había caído la noche y el Adeptus Xiao había llegado a la posada en Liyue. Había subido a su habitación pero antes de llegar se encontró con Verr Goldet, quién la esperaba encantada con una pequeña sonrisa en el rostro.
— Querido Xiao, bienvenido. — Verr Goldet sonrió ligeramente.
— Buenas noches, Verr Goldet. — Agachó su cabeza, saludándola.
Caminó hacia la habitación que casi siempre tenía asignada, no era grande como las demás pero se sentía cómodo en un lugar tan acogedor como ese. En aquella habitación tenía tantos recuerdos con su prometido de los que pudiese imaginarse. Desde hacerse trencitas el uno al otro, hasta dormir acurrucados una noche fría de un duro invierno. De aquella habitación siempre provenían carcajadas, pero ahora solo quedaba el silencio de la soledad que tanto odiaba escuchar el Yaksha.
"Lo extraño demasiado."
Revolvió su cabello para olvidarse de aquellos pensamientos que no lo dejaban pensar con claridad, debía mantenerse fuerte para lo que tarde o temprano vendría. Se dirigió a una mesita que tenía al lado de su cama, no era grande pero tampoco era pequeña, era perfecta. Se sentó en la silla que acompañaba la mesa y como imaginaba, Verr Goldet le había dejado en la mesa un par de pergaminos sin usar, tinta y plumas. Le caía bien, era una humana bastante amable. Sujetó con firmeza su pluma, la pintó de tinta y empezó a escribir fluidamente en su pergamino, no sabía lo que escribía, simplemente escribía lo que sentía. Desahogarse en un pergamino cuando ya no puedes más no está mal, ¿no?
・────────────────・
Querido Aether:
Ya no sé ni que día es hoy. Ha pasado tanto tiempo desde que me separé de tu lado que se me hace difícil soportarlo.
No había sentido esto por nadie, se siente extraño. Solo sé que donde sea que estes, estés bien y no estes en peligro.
¿Te acuerdas de nuestra habitación en la posada? Estoy en ella, no he vuelto aquí desde que desapareciste y eso es debido a que me trae muchos recuerdos que prefiero no recordar.
Últimamente siento a todos muy extraños conmigo, antes hubiera supuesto que era normal ya que no soy tan abierto como tú. Pero supongo que eso a estas alturas da igual, solo confío en Zhongli, mientras lo tenga a él seguiré buscándote.
Dentro de poco partiré a Inazuma, espero que te encuentres ahí.
Tu Xiao.
・────────────────・
¡No olvides votar la historia si te ha gustado!
¡Ad Astra Abyssosque, viajero/a!
ESTÁS LEYENDO
𝘿𝙖𝙧𝙠𝙣𝙚𝙨𝙨─-.𝘟𝘪𝘢𝘰𝘵𝘩𝘦𝘳-- (SE IRÁ PRONTO)
RomanceXiao, escribe cartas sobre su día a día a su querido prometido desaparecido, sin respuesta alguna del contrario decide prender un viaje por todas las naciones junto al maestro Zhongli, él cual esconde un gran secreto. Lo que los espera en dichos lug...