Capítulo 5| A dos bandas

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Ya han pasado varias semanas desde el mensaje de James, fuimos diciendo fechas pero no coincidíamos... A quien quiero engañar, me inventé que tenía algo que hacer cuando lo único que hice fue quedarme en mi casa comiendo helado.

Por otro lado, a el señor Monclair lo he visto cada día, pero no hemos vuelto a tener una conversación desde nuestro encuentro, no sé muy bien porque pero tampoco voy a ir detrás de un hombre al que le quedan dos segundos para jubilarse.

Supongo que siempre seremos Karla y yo contra el mundo, no necesitamos a ningún hombre, solo traen problemas.

10 de diciembre, Milan, Italia.

—¡Naldiva! ¡Naldiva! —Empezó a gritar Karla mientras recorría todo el salón dando gritos.

—¿No piensas explicarle que no es hoy? Faltan 15 días...—Me preguntó Shanon.

—Ya no hay nada que hacer, ella vive en una constante "naldiva", vamos a dejarle que sea feliz.—Contesté.

De pronto me empezó a sonar el teléfono.

—¿Quién es?—Me preguntó Shanon.

—Que raro... Don mandíbula marcada.—Contesté viendo el nombre de Sebastian en la pantalla de mi Iphone 15.—Pensaba que no me hablaba... Ya sabes, después de toda la borrachera y eso...

Tras pasar 5 minutos debatiendo sobre si cogerle el teléfono o no, Shanon me lo arrebató de las manos y atendió a la llamada.

—¿Señorita Mellark?—Preguntó con la voz ronca.

Shanon me lo devolvió y yo me quedé en silencio, no quería contestar.

¿Hay alguien ahí?

—¡Contesta!—Me dijo Shanon.

—¡Shhhh! No sé qué decir...—Susurré.

—¿Qué tal un simple "Hola",? Que no hace falta que le pidas matrimonio.—Me respondió.

Señorita Mellark, no tengo tiempo para sus bromas infantiles.—Repuso Sebastian.

—¿Bromas infantiles?—Preguntó Shanon indignada.—¡Me cago en su puta madre! Nadie se mete con mi niña ¡Contéstale, dile que se vaya a la mierda!

Shanon estaba elevando el tono y si yo no cogía el teléfono iba a acabar escuchándole así que lo cogí.

—¿S-sí?—Pregunté con la voz temblorosa.

—Has pasado de diva italiana a "Cagada italiana" háztelo mirar.—Me dijo Shanon.

La ignoré y seguí hablando con Sebastian.

—¿Pasa algo, Señor Monclair?—Pregunté.

Llevas dos días sin venir a la oficina ¿Hay algún motivo? —Preguntó.—Porque si no lo hay, podrían haber problemas.

Sí, mi hij- mi hermana está enferma.—Me corregí.—Pero he estado tele-trabajando, he hecho todas las tareas.

Ya veo... Necesit- Quiero que vengas.—Dijo.—Que la cuide tu madre, que por algo la tuvo.

Acto seguido colgó.

—¿Qué quería el hijo de puta?—Me preguntó Shanon.

—Mmm... Lo siento Shanon, pero te vas a tener que quedar a solas con doña navidad, me necesitan en la oficina.

—¿Te necesitan? Querrás decir te necesita, ¿Qué clase de jefe está todo el día pidiéndole a una trabajadora que vaya a hacerle visitas a su despacho? Él no quiere que reforcéis la empresa, quiere que ejercitéis la lengua.—Contestó.

Nuestra Primera VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora