IV.-LA ESPERA

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Rhaenys observó con detenimiento su viejo hogar en la niñez. Red Keep era una fortaleza espléndida. Realmente estaba feliz por el matrimonio de su hijo, siendo el príncipe consorte que algún día estaría aun lado de la reina legítima, viviría aquí felizmente.

Pero dentro de esa felicidad, también hubo tristezas. Había dos escenarios en su vida, donde sintió flaquear su gran temperamento, a lo que se refiere su hijo, su pequeño omega. Laenor siempre había sido más débil, a lo que se refiere mostrar fortaleza como miembro de las familias principales de la vieja Valyria, a diferencia de Laena, quien siempre protegía a su hermano menor, muestra de fuerza digna de un alfa.

Estaba preocupada por los chismes de su hijo antes del compromiso, jugueteando con otros hombres, caballeros plebeyos...

Y lo que pasó en la fiesta de su matrimonio...

Nunca había sentido tanta pena en su corazón, estuvo a punto de cancelar todo si no hubiera sido por que su esposo la detuvo. Después del nacimiento de su primer nieto, las habladurías detrás de las herencia físicas del cachorro, que siquiera se dignaran a dudar la paternidad de su hijo; dentro de su corazón sabía la verdad de la descendencia de ese cachorro, al ver al caballero fuera de la puerta de las habitaciones del parto, pero nunca le gusto que hablaran de su hijo de ese modo. Este parecía encantado con su recién nacido, y eso calmó su corazón. Pero cuando le presentaron al niño... nunca pudo cargarlo, cierto que los niños no tenían que pagar por los pecados de sus padres pero...

—Es hora de bajar, Rhaenys.

La voz de su esposo la trajo a la realidad y le sonrió de manera tensa. Ahora tenía que mostrar felicidad por la noticia de su hijo...

*/*/*

—¡Pero mírate nada más muchacho! ¡Te ves radiante!

El primero en hablar fue Lord Corlys, quien sin investidura alguna abrazó a un muy embarazado Laenor.

—Gracias padre, estoy muy feliz de verlos. Pensé que estarían muy ocupados con las gemelas de Laena.

Rhaenys observó cómo su hijo, en efecto, irradiaba bajo su propio brillo. Su túnica era de un azul suave, que resaltaba las perlas en su cabello, debidamente cuidado y peinado.

—¿Cómo te has sentido cachorro? ¿Has tenido algún problema?— Rhaenys apretó la mano de su hijo, conciliadoramente mientras le preguntaba, ella nunca fue tan efusiva como Corlys, pero demostraba su amor a su manera.

—Aparte de las náuseas matutinas, todo está muy bien. Los maestres dicen que en pocas lunas tendremos a nuestro cachorro. Rhaenyra me ha cuidado muy bien...

Laenor sabía que lo que le importaba a su madre era eso último. Aunque no le mintió en absoluto, Rhaenyra se preocupaba y lo atendía debidamente, lo mimaba y cuidaba que todo estuviera en orden. Pero el que al final, se llevaba el premio sería Harwin, quien le cumplía cualquier capricho que le surgía, a cualquier hora. Eso le recordó a cuando la misma princesa heredera estaba embarazada, el pobre caballero moviéndose de un lado a otro.

—Me alegro, hijo. Iremos a darle nuestros respetos a Viserys, se dice que no ha estado muy bien estos días.—Corlys le comento.

—Si, el rey ha estado un poco decaído, pero todo está bien, Rhaenyra toma el papel de princesa regente algunas veces y eso le ayuda mucho.

—Y ¿Cómo están los cachorros del rey? ¿No es muy pesado que se hagan cargo? Tu con tu embarazo, ella con sus deberes reales...—Rhaenys preguntó nerviosa.

—¡No! Para nada... Ellos se portan muy bien. Aegon nos ayuda mucho con Jacaerys, estamos esperando tener un omega muy instintivo cuando ocurra su presentación, es muy bueno con los niños. Aemond no es muy demandante y es un cachorro muy inteligente, además él ha estado muy apegado a mí últimamente, y junto a la dulce Helaena son una buena compañía.

LA FAMILIA DEL DRAGÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora