IV.-CELOS INFANTILES

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Lucerys nunca había sido un niño violento, ni siquiera malvado. Sus travesuras siempre hacían reír a todos en su familia o en la corte. Con sólo 6 años, Lucerys era la luz de los ojos de la mayoría de su familia, sobre todo de su tío Aemond, quien era casi su sombra. Lo esperaba siempre para ir a desayunar y le limpiaba la boca cada que se ensuciaba con los pays de limón que le encantaban. Lo acompañaba a sus clases con los maestres y le daba una mano cada que podía en los entrenamientos. Lo defendía de cualquier persona que osara siquiera manchar su nombre con una palabra que aún él no entendía, algo como "bardo". Su tío Mondy, como le decía de cariño, era su héroe.

La noche anterior se habían acostado tarde, Aemond lo acompañó a sus habitaciones, como la mayoría de las noches, desde que tiene uso de memoria habían dormido juntos, su tío acariciando sus rizos hasta que cayera dormido por el cansancio, y esa noche no era la excepción. Sus tíos, Daemon y Laena, habían ido de visita, para anunciar el pronto nacimiento de su tercer hijo, y habían traído a las gemelas con ellos, estas eran un año mayor de Lucerys, así que se divirtieron en la noche jugando.

Cuando despertó a la mañana siguiente, su Mondy no estaba con él, acarició tristemente el lado vacío de su cama y una tristeza lo embargo, hasta que escuchó unos sonidos fuera de su habitación. Eran como quejiditos. Se levantó y tomó una de sus mantas por el frío de la mañana.

Cuando salió, delante de él estaba Aemond y su tristeza se esfumó. Pero fue reemplazado por enojo. Delante de él estaba también su prima Rhaena, que era abrazada por SU tío Mondy. ¿Por qué? ¿Por qué la abrazaba?

Con cuidado regresó a su habitación, y volvió a recostarse. Unas pequeñas lágrimas salieron de sus ojos. No sabía porque se sentía de esa forma, su corazón se estrujaba al tener imágenes confusas en su mente.

El maestre les contó hace poco que cuando supieran sus castas, todos estarían comprometidos con grandes Lores o Ladys, para afianzar el poder de la corona. ¿Qué tal si comprometían a Aemond a Rhaena? ¿Y si se llevaba lejos a su tío Mondy? Entonces estaría solo...

Nadie lo cuidaba como su tío Mondy.

*/*/*

—Mi pequeña perla, ¿Qué es lo que pasa? — Laenor le preguntó a su dulce cachorro esa mañana mientras peinaba su cabello.

Se había dado cuenta que llevaba días triste, su semblante no era el mismo de siempre, hasta lo había visto alejarse de Aemond, su fiel caballero.

—Es que... ¡No quiero que se lleven al tío Mondy!

—Pero, ¿Por qué lo dices? ¿Quién se lo llevara?

—El tío Daemon casará a Rhaena con el tío Mondy. El se irá de aquí y me dejará solo.

—Lucerys...

A Laenor se le estrujo el corazón al ver sufrir así a su bebé.

—Eso no pasará, tu tío aún no ha presentado su casta. Nadie en realidad. Para tomar una decisión así, falta mucho tiempo. Además nos tienes a nosotros, aún están tu tío Aegon, Helaena, tu mamá, Lord Harwin y yo. Tus abuelos también, ¿Ha que le temes cachorro?

—Yo solo quiero al tío Mondy, él es mío...— Contestó abochornado Lucerys.

—Bueno, ¿Qué te parece si le preguntas a tu tío Mondy que está pasando?

Lucerys dudó un poco en el consejo de su Muña. Sin esperar nada más salió corriendo del lugar, sabía donde estaba a esas horas su tío Aemond.

*/*/*

Ahí, en el campo de entrenamiento, estaban su hermano, su tío Aegon, su tía Helaena, las gemelas Criston Cole y más importante su tío Mondy. El omega los estaba entrenando, pero sin importarle aquello, gritó a todo pulmón.

LA FAMILIA DEL DRAGÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora