Sonrió ladinamente viéndolo mientras alzaba la mano por encima de la puerta y la apoyaba en un lector de huellas. La puerta se abrió por unos cinco segundos en los que el alfa lobo ingresó escuchándose la puerta cerrar detrás suyo. -Bienvenido a tu nuevo hogar, mi amor.- Tocó una tecla y una gran cantidad de luces de colores, incluyendo estrellas con movimiento en el techo, se encendieron.
Las luces coloridas lograron tranquilizar un poco a Douma, quien observó con curiosidad un enorme colchón en el suelo y una cama matrimonial junto a este. En la cama había una gran cantidad de peluches y almohadones. Frente a la cama había un gran armario con un espejo en este, un televisor junto al armario empotrado a la pared, una heladera debajo del televisor y a la pared contraria de la cama un sofá.
Michikatsu dejó con cuidado a Douma en el suelo, quien con la colita entre las patitas traseras y las orejitas bajas comenzó a recorrer la habitación y olfatearla, notando que todo tenía el aroma del alfa: madera y café.
Cuando el pelinegro se acercó a el, chilló asustado y se escondió bajo la cama. -Tranquilo Dou.- Rió con ternura sentándose en el suelo apoyando la espalda en la cama y estirando las piernas sobre el colchón del suelo. -No te haré daño pequeño, solo quiero lo mejor para ti. Después de ver como te trataba tu horrible familia y el idiota de tu hermano hice este lugar para protegerte. Pero no esperaba que escapes y tuviera que traerte antes.- Vió al zorrito asomar la cabeza alzando las orejitas con curiosidad y internamente sonrió alegre de que haya caído tan fácil. Sí, pensaba secuestrarlo, pero quería hacerlo la siguiente semana, luego de que hubiera llegado una compra que hizo para poder soportar la compañía de su hermoso zorrito sin abalanzarse y profanarlo antes de tener su consentimiento.
Douma se transformó en humano, quedando acostado en el suelo viendo el rostro del mayor. -Usted... ¿Es mi ángel guardián? Dicen que cuando estás en problemas tu ángel guardián te salva y cuando huí de mi familia y usted me encontró en el lago me salvó.-
-Así es pequeño, soy tu ángel guardián. Yo te protegeré por el resto de tu vida de que tu familia no te encuentre. Me llamo Kokushibo.- Sonrió dulcemente viendo sus hermosos arcoíris que lo estaban hipnotizando.
-¡YEY!- Douma salió de abajo de la cama y saltó sobre el alfa abrazándose a su cuello. -¡Muchas gracias Kokushibo!-
El lobo tuvo que soportar las ganas de arrancarle la ropa y poseerlo ahí mismo, limitándose a rodear su delicado y sensual cuerpo por la cintura mientras hundía el rostro en su cuello, disfrutando ese delicioso y dulce aroma a melón y chocolate.
El híbrido de zorro comenzó a ronronear acurrucándose en brazos del híbrido de lobo disfrutando sus caricias.
-Tu cabello es muy suave y hermoso.- Susurró Michikatsu acariciando la nuca del veinteañero.
Douma suspiró entre sus brazos y cuando comenzó a acariciar su nuca con la yema de los dedos un suave jadeo escapó de sus labios. -Ah~-
Michikatsu tragó saliva ansioso, soportando las punzadas en su pene comenzando a erectarse, concentrándose solo en su Douma acurrucado entre sus brazos y no en su propio placer y darle placer al hermoso veinteañero.
Continuó acariciando su nuca, escuchando como seguía jadeando mientras su delicado cuerpo se relajaba cada vez más y más, hasta que finalmente se quedó dormido entre sus brazos.
El Tsugikuni se puso de pie cargándolo cual princesa y lo recostó con cuidado en la cama, quitándole las zapatillas y el pantalón, dirigiéndose al armario en el cual abrió la puerta del lado derecho, guardando el pantalón bien doblado en un estante y las zapatillas en el suelo del armario. Se estiró y agarró unos shorts suaves de algodón color rosa pastel, cerró la puerta y regresó con Douma.
Le colocó con cuidado de no despertarlo el short, aprovechando la oportunidad para acariciar y besar sus suaves, pálidas y largas piernas, apretando un poco sus muslos y glúteos, pero muy poco, no quería despertarlo.
Se acercó a su rostro y besó dulcemente su frente mientras le quitaba la coleta soltando sus platinados cabellos.
Finalmente cubrió a Douma con las mantas y se recostó en el colchón del suelo, revisando en su celular si tenía alguna que otra notificación.