El tiempo seguía siendo un concepto desconocido para él en el estado en el que se encontraba. Buscó a Max con la mirada para obtener alguna explicación, ¿por qué seguían dentro del recuerdo? O mejor aún, ¿por qué él recordaba una escena tan simple?

Eddie y él permanecían echados en la cama perezosamente, el castaño todavía estaba cansado, por lo que aprovechó en apoyarse sobre el pecho de su novio para dormir un poco más.

Entonces sintió un vuelco en su corazón cuando vio a Eddie. Lo miraba con devoción absoluta, como si Steve fuera un diamante u otro objeto valioso. Era la definición más pura de amor. Y deseó con todas sus fuerzas volver al pasado.

-Dios. Eres tan hermoso - susurró el rizado antes de besar su frente - No creí que podría enamorarme así hasta que te encontré.

-Si tus fanáticos supieran lo cursi que eres te pedirán que te dediques a las baladas románticas en lugar del rock pesado - comentó adormecido con una pequeña sonrisa - Es mi forma de decir que también te amo, tonto.

-Prefería cuando lo demostrabas de otra manera - respondió jugando con el elástico de su bóxer.

-¿Otra vez? ¿No te bastó con lo de ayer?

-¿Bromeas, amor? Jamás tengo suficiente de ti, mírate, eres perfecto - dijo besándolo - Mi chico lindo.

-No empieces algo que no terminarás, Edd - le advirtió.

-¿Y por qué no lo terminaría? - el timbre sonó anunciando la visita - ¿Esperas a alguien? Por favor, no me digas que es Robin, es muy temprano para soportar su sarcasmo y caras largas.

-Pensé que habías pedido algo para desayunar - contestó el castaño - ¿Será la señora Johnson? ¿Otra vez dejaste que su gato durmiera dentro?

-Se llama Ringo - corrigió - Y no, no durmió aquí. Iré a ver quién es. Espérame aquí, sin ropa interior, de preferencia.

-Dios, qué asco - se quejó Max tapándose los ojos - Un trauma más para añadir a la lista, si hubiera sabido lo que estaban haciendo creo que no hubiese entrado.

Oh. Ese día... Cielos.

Eddie abrió la puerta desesperado por atender lo más rápido posible a quien sea que estuviera llamando a su apartamento, pero una gran preocupación albergó su pecho en cuanto vio a una llorosa Max frente a su puerta.

-¿Roja? ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Alguien te hizo daño? ¿Tus papás saben que estás aquí? - preguntó, pero lo único que obtuvo como respuesta fue un gran abrazo de su parte, mientras su pecho subía y bajaba producto del llanto - Hey, Max, linda, necesito saber lo que pasó para ayudarte.

- Tenía que hablar con alguien - dijo en voz baja.

-Claro que sí, ven, pasa, corazón... ¡Steve! Ven a la sala, Max está aquí - avisó antes de ofrecerle papel a la menor para que secara sus lágrimas. El castaño salió confundido de la habitación, pero corrió hacia su hermana al verla tan afectada - Yo iré a dar una vuelta para que puedan hablar tranquilos.

-No, Eddie, no te vayas - le pidió la pelirroja - Quiero hablar con los dos.

-¿Qué sucede, Maxi? ¿Tuviste problemas con mamá? - Steve la miró lleno de preocupación.

-Algo así... O bueno, los tendré muy pronto.

El rizado buscó la mirada de Steve tras no entender el trasfondo de las palabras de Max, pero lucía igual - o incluso más perdido - que él. Aquello no pasó desapercibido por la menor, quien bufó irritada.

The Loneliest (Steddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora