— ¿Cómo te fue? — Yo solo la miro. — ¿Qué traes ahí? — Me traslado a mi cuarto, enciendo la luz y veo a Sia durmiendo plácidamente en mi cama, paso a un lado de ella sin acércame y dejo la caja a un lado de mi cama, me quito la chaqueta que llevaba puesta y me doy cuenta de que es la de él.
— Rayos, lo olvide.
— ¿Qué olvidaste? — Habla a lo lejos. — Ese suéter no es tuyo ¿De quién es? — Lo dejo a un lado y Sia se mueve, dejo mi bolsa en el buro. — Ya dime como te fue. — Me giro y agarro la correa de Sia.
— Lo siento.
— ¿Por qué?
— No es hacia ti. — Levanto a Sia, aun con su cara de sueño la alzo hacia Mónica entrando en euforia espantando a Mónica, cayo hacia el sillón girando al suelo.
— Respira Serena, relájate, aleja a tu demonio.
— ¡¿Cómo te atreves a hacerme una jugarreta así Mónica?!
— ¡Fue por tu bien, créeme! ¡Ya aleja a tu demonio!
— ¿Mi bien? ¿A que llamas mi bien Mónica?
— Siempre dices que te aterra hablar o salir con un hombre, no te confías fácil, y menos desde que te lastimaron nuevamente, te pones a la defensiva. Me pediste la última vez que te de impulso y eso fue lo que hice.
— ¡Pero no me refería a esto! — Dejo ir a Sia y agarro un cojín con el que le empiezo a pegar. — Es de quien me gusta o le gusto tarada y no se va con otras intenciones.
— Pero se nota que le gustas Serena y es amable. — Dice en quejas por los golpes. — Para ¿Acaso no lo ves que le interesas?
— ¿No veo que? Es una persona normal que lo metiste a tu maldita locura de conseguirme un novio. — Sigo peleando
— Basta Serena. ¿Te la pasaste mal?
— No. — Paro y me quedo pensando en todo de él. — Pero no estamos hablando de eso Mónica. — Vuelvo a golpearla, ella logra alcanzar un cojín para contratacarme. — Hablamos de la tetra que me hiciste
— Pero te gusto ¿Verdad?
— No digas tonterías Mónica. — Le quito su cojín y vuelvo a golpearla.
— Si te gusto. — Dice tomando la almohadilla en sus manos para arrebatármela.
— Dame el cojín Mónica.
— ¡Te gusto, admítelo! — Lo jalo alzándola, pero me resbalo y caigo al suelo, ella cae encima de mí.
— ¡Estas loca!
— ¡Te gusto!
— ¡Mugre niña loca!
— ¡Te ayude!
— ¡Ponerme una trampa no es ayudarme Mónica!
— ¡Pero te gusto, lo puedo notar en tu cara roja!
— ¡No estoy roja y quítate de encima!
— ¡No hasta que lo aceptes! — Sus manos fijas en mis muñecas para mantenerme en el suelo, mientras que yo me muevo como gusano.
— ¡Suéltame Mónica o si no! — Empezamos a discutir, yo por la tetra que me hizo y ella para calmarme e intentar decir que fue bueno para mí y convencerme que siga en el juego.
La puerta del departamento es abierta y paramos nuestra discusión, observamos quien cruzo, era Tom, fue directo a la cocina y agarro una manzana del frutero, se la metió a la boca, su mirada quedo estática al vernos.
— ¿Por qué están así? — Mónica y yo nos vimos y volvimos a verlo.
— No necesitas saberlo — Dijimos al mismo tiempo.
— Yo no le di ninguna llave. — Habla Mónica sin comprender la presencia.
— Yo tampoco. — Nos miramos y giramos a verlo. — ¿Cómo es que tienes llaves? — Preguntamos al uníso.
— Les saque copia a la de una de ustedes. — Exclama con un pedazo de manzana en la boca
— ¿Qué haces aquí Tom?
— Me quedé fuera de mi casa y vine a pasar la noche aquí.
— ¿Por qué no vas con tu ligue?
— Porque están sus padres. — Las dos suspiramos. — ¿Por qué están en esa posición? ¿Ya se declararon su amor? ¿Se van a besar?
— Oh dios, contrólate. — Dice Mónica parándose de mí, veo que Tom da un salto de lado, observo que Sia había pasado por ahí. "Nenita".
— Esperen. — Lo miramos, yo me levanto del suelo ignorando la pequeña riña de Mónica y yo. — ¿Quién me va a dejar dormir con una de ustedes?
— Haz como planeaste cuando entraste sin previo aviso. — Le indico.
— Bueno, me iba a meter a una de las camas de ustedes, preferente la de Mónica, es más pequeña, ocupa menos espacio y tú gata me da miedo.
— Ni se te ocurra, ya está ocupado el espacio. — Habla Mónica cerrando su puerta.
— ¿Por lo menos me podrían dar una cobija?
— Mi gata no da miedo.
— A ti no te ataca. — Ruedo los ojos, entro al cuarto y veo que Sia que está olfateando la caja.
— No Sia. — La sujeto y la pongo en la cama, coloco una sábana en la caja y unas cosas a su alrededor para evitar que se acerque a ella, saco una cobija y una almohada, salgo a la sala y se la aviento a Tom. — Mañana nos invitas a desayunar por esto.
— Okay. — Cierro la puerta, me cambio y pongo mi pijama, quito las cosas de la cama, sujeto la chamarra de Noah y Sia esta olfateándola.
— No Sia, no le hagas nada. — Exclamó cuando la veo enterrarle las garras para que se la de oler. — No la dañes Sia, no es mía. — Le quito la pata y la dejo lejos de ella, donde no la pueda alcanzar a olfatear, veo que da un pequeño estornudo. — Salud. — Digo en risas. — ¿Eres alérgica a Noah? — Le pregunto, dando su No, es respuesta. — Claro que sí. — Se enojo y dio la vuelta. — Que amargada eres. — Me dio un gruñido con su no y se hecho dándome la espalda, me acomodo en la cama y conecto mi teléfono, mostrándome un mensaje. "Numero desconocido: Ya descansé y no me deshago de usted. 11:30 pm." Sabia quien había enviado ese mensaje, una sonrisa apareció en mí, deje el teléfono en la mesita y me acomode, escucho los refunfuñados de Sia porque estaba invadiendo su espacio, pero las ignore hasta que me quede dormida.
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Las 3 Reglas
Romance¿Recuerdan las reglas que les decían de pequeños? Las simples, no hables con extraños, no aceptes cosas de extraños, no te vayas con extraños, uno va creciendo y las va olvidando, ¿De que nos sirven de adultos?. ¿De qué me sirven?, Qué tan equivocad...