Capítulo IX. No me importaría experimentarla.

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Los maullidos eran más urgentes, poco a poco sin hacer ruido pase ente las piedras, intentando que no captaran mi presencia, pude verlos, un par de chamacos con una bolsa negra, mientras que esta se movía.

"Como odio de verdad a las personas".

Mi mirada se endurecio.

Observe como con dificultad agarraban una roca y la arrastraban hacia la bolsa, logro pasar el pasadizo de piedras y lodo sin hacer ruido y ensuciada.

—   Arrójala. —  Dice el de amarillo, como pude se la arrebate de las manos y la arroje al agua.

—   ¿Qué les pasa a ustedes? — Exprese enojada. — ¡¿Como se les ocurre hacer eso?! ¿Qué les pasa en el cerebro? ¿Les funciona o que carajo? — Él par de chicos me miraban molestos.

—   A ti que te importa pendeja. No te metas donde no te hablan puta. — Mi mirada viaja a ellos y hacia la bolsa.

Tenía que quitárselas antes que se les ocurriera otra cosa horrible.

—   Lo mismo les digo par de tarados, ellos no les hacían nada.

—   Deja de estar chingando estúpida zorra. — Sigue parloteando el chico con aires de superioridad, a pesar de estar más bajo que yo.

—   Lo mismo digo querido, deja de estar jodiendo a unos pobres animales. — Mi pequeña llama de enojo crecía cada instante, él tonto chico paso cerca de la pared, yo solo lo veía, sujeto un palo y me amenazo.

—   Veamos si sigues jodiendo morra. — Me intento pegar, pero logré sujetarlo con dificultad y sentí como el ardor del dolor se hacía presente en mis palmas, se lo pude arrebatar.

"Me alegra haberme peleado a golpes con mi hermano mayor".

Lo tire lejos de su vista, el otro salió corriendo inmediatamente.

"Vaya refuerzo".

—   Vámonos mejor. — Le dijo saliendo del radar.

—   A mí nadie me va a cagar mi diversión y menos una puta. — "¿No conoce otra palabra?".

—   Ay pobre de ti, un niño que no le pasa oxígeno al cerebro, que solo se sabe un estúpido insulto y en su diminuto cerebro que logra oxigenarse, cree que matar a criaturas indefensas es un juego.

—   Son horribles y deben de morir pendeja. No deben de existir.

—   Tú tampoco y aquí estas. — Veo que eso le molesto, pero no me importo. — Solo por algo que no te gusta, no significa hacerle daño, tú en este momento me desagradas y no te estoy ahogando en el rio.

—   ¡Mateo vámonos! — Escuche la voz de su acompañante, oigo quejarse al de enfrenté.

—   Solo a una puta gorda le interesa esas cosas. — "La misma palabra".

Me limite a rodar los ojos.

—   Y solo a un puto imbécil hace estas cosas. — No le pareció mi respuesta, pero ignore su molestia, creía que podía intimidarme, pero no lo permitiría.

Dijo algo que no fue muy audible para mi o, mejor dicho, algo que no entendí, dio unos pasos hacia atrás, pero se adelantó y pateo la bolsa hacia el agua, y se alejó.

Como pude me agache y logre alcanzar la bolsa hasta sacarla, moje parte de mi pantalón y la parte de mi panza en mi blusa, mis mangas de mi abrigo, inmediatamente abrí la bolsa dejado respirar a aquellas pequeñas criaturas, revise quienes estaban a dentro.­

—   Suficiente. — La voz de Noah apareció atrás de mí, volví mi mirada hacia él.

Noto que tiene las manos del chico sujetas con la suya.

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