Surprise

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Kara le abrió la puerta a Lena justo cuando llegaron al bello teatro; era una noche fría—como todas las navideñas—, pero no nevaba, agradecía eso enormemente. Se sentía entusiasmada por ver el Cascanueces, nunca lo había visto, sin embargo, sabía muchas cosas sobre ese bella historia y su significado si se veía en Navidad. Suspiró agradeciendo que tendría su mente ocupada, se sentía algo mareada de tantos sentimientos revueltos. No podía negarlo más, esa contusión que comenzó a sentir días atrás, se intensificó con ese beso, beso que le dio a la mismísima Lena Luthor. Uno tan inofensivo que se convirtió inevitablemente a una enorme bola de nieve y con solo pensarlo sus labios ardían, —¿acaso estoy enamorada de Lena?—, pensó mirando de reojo a su atractiva acompañante despampante con ese vestido negro y bolso GUCCI, estaba segura que moriría en cualquier momento si sus ojos se desviaba de los suyos.

Ahora tendrían que estar casi dos horas sentadas juntas y casi apretadas gracias a la butacas del teatro; se preguntaba si Lillian Luthor lo hizo intencional para fortalecer su "noviazgo", o si Lizeth tenía que ver.

—Ahí están nuestras asientos —señaló la abogada colocando su mano suave sobre su espalda media—, mamá siempre consigue los mejores.

—Ya lo creo, ustedes siempre consiguen lo quieren, ¿no? —sonrió burlona haciéndola sonreír mientras se dirigían a sus lugares, el teatro estaba casi lleno.

Ninguna tuvo la valía, o mejor dicho, valentía de comentar nada respecto al beso, prefirieron sepultar el tema que, por supuesto, hacía eco en sus cabezas ante el pensamiento. Como le sucedía a Lena cada vez que escuchaba la intensa risa de Kara junto a sus sobrinos, o cuando sus miradas se mezclaban. No quería admitirlo, lo sabía, pero no quería confirmárselo a ella misma; deseaba besarla de nuevo, su alta curiosidad y mente razonable necesitaba confirmar lo que sintió en ese pequeño e inocente beso, este fue el causante de su desvelo, eso pequeño roce logró su objetivo, convencer a sus padres y cambiarlo todo entre ellas, o al menos en ella misma, pensaba.

Estaba consciente de que muchas cosas cambiaron en la familia Luthor desde que la chef llegó a sus vidas, no había sentido desde hacía mucho tiempo las ganas  de compartir más con su familia. Respiró profundo descubriendo que le sonreía divertida recordándole sus propias palabraa sobre esa obra.

—No tenías que venir, Lena —la abogada negó con su cabeza.

—Quería venir contigo, deja de mirarme como un juez —se rieron disfrutando en secreto la compañía mutua.

El ballet comenzó tan pronto como las luces se apagaron, cada escena lograba sacarle un suspiró a Kara. Amaba el romance, su hermana y ella pasaban mirando comedias románticas todos los fines de semana cuando esta terminaba sus turnos en el hospital temprano. Con cada giro, alzada que los bailarines ejercían, erizaban su piel. Tan ensimismada estaba que no notó las miradas de Lena, casi no notó como tomaba su mano sobre el respaldar de la silla echa fino mármol y tela victoriana. Tampoco las lágrimas comenzaron a correr sobre sus mejillas, suspiró limpiándose con cuidado de no arruinar su maquillaje y miró por primera vez en mucho tiempo a su acompañante. Vio cómo sacaba de la pequeña cartera un pañuelo, se lo ofreció sacándole una sonrisa sincera.

—Estuvo precioso —comentó entusiasmada a las afueras del teatro—, es hermoso ver como esa bella mujer rompía la maldición del Cascanueces —Lena sonrió bajando su mirada al suelo, planeaba, no, necesitaba besarla ahí mismo—. Adelante, puedes burlarte de mí —Kara pensaba que se reía.

—No me estoy burlando, en serio —volvió a sonreírle con sinceridad—. Es todo lo contrario, nunca le presté tanta atención hasta que llegaste. Es hermosa —admitió sintiendo como su cuerpo se comenzaba a congelar.

A Christmas ProposalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora