Sophie intentó no darle muchas vueltas al asunto. La apretadísima agenda de su boda la ayudaba a no pensar en la increíble estupidez que había cometido la noche anterior, al menos durante cuatro de cada cinco minutos del día.
Timothée se lo merecía, sin dudas. Se lo veía venir desde hacía tiempo. Pero si lo analizaba con detalle, ¿A quién sino a si misma castigaba con ese beso? Porque ya no se trataba de teorías ni de conjeturas. Ahora sabía cómo era, cómo se sentía abandonarse a sus brazos. Nunca más podría convencerse de que besarlo no estaría a la altura de sus sueños.
Se lo había buscado y ahora tenía su merecido.
¡Y qué injusta estaba siendo con Fred! Si al menos pudiera encontrar las agallas para contarle lo que sentía, tal vez podría perdonarla y comprender que a veces los sentimientos son más traicioneros que las palabras y las promesas anudadas a ellas.
Por otro lado, Timothée no se merecía todo lo que le había dicho. Y si le había soltado tantas barbaridades, era porque le resultaba más fácil enojarse con él que admitir lo que sentía. ¡Besarlo había sido lo más estúpido que había hecho en la vida! Ahora tendría que rectificarse, pedir disculpas y protegerse. Menuda tarea le esperaba. Sin embargo, había logrado esquivarlo durante toda la mañana de aquel día.
Por la tarde, decidió ir a nadar en vez de hacer ejercicio en el gimnasio de la casa. La excusa fue que le apatecía un cambio, aunque se daba cuenta perfectamente de que en el fondo quería evitar a Timothée, al menos hasta decidir qué le diría. Quizá era mejor dejarlo pasar, se dijo trazando un largo en la piscina. En realidad, no había mucho qué explicar. Era ridículo pensar que sentía por él algo más que no fuera amor fraterno. Había perdido la cabeza durante un minuto, o quizá una década, pero ahora volvía absolutamente a la normalidad.
Cuando tocó de nuevo el borde de la piscina, Sophie cerró los ojos y se hundió. Tras haber hecho varios largos, la sensación de relajación era perfecta. Se sentía bien. No tenía porqué darle explicaciones a nadie. Había sido un beso, nada más. Subió a la superficie, se pasó las manos por el pelo para escurrir el agua, y cuando iba a alcanzar la escalerilla se le escapó un grito. Timothée estaba frente a ella tendiéndole una toalla.
—Por un momento pensé que tendría que lanzarme al agua para rescatarte — Le dijo en tono de burla.
Sophie apretó los dientes. Tomó la toalla y se la envolvió en el cuerpo.
—¿Qué haces aquí? ¡Me has dado un susto de muerte!
—Emma me dijo que viniste por un cambio de rutina — Le explicó él — O quizá encontraste la excusa perfecta para desaparecer todo el día y escaparte de mí — Se encogió de hombros — Contigo nadie sabe.
—Lo siento por no haberte pedido permiso, mi capitán — Ironizó ella.
Timothée solo se rio y Sophie sintió que la rabia empezaba a arder en su pecho.
—Queria pedirte disculpas por lo de ayer — Dijo a regañadientes. Era mejor hablar del tema cuánto antes, asi la dejaría en paz de una vez — Se me han acumulado varias cosas, aunque eso no justifica nada. No debí abalanzarme sobre tí. Comprendo que sientas la obligación de cuidar de nosotras, pero a mí eso me molesta. No puedo evitar ponerme de los nervios. Pero no tiene sentido que sigamos peleando...
—Ajá.
Sophie frunció el ceño.
—¿Eso es lo único que piensas decir?
—Se me ocurren varias cosas más. Lo que no entiendo es porqué demostraste tu enfado de esa forma tan... particular.
—Estabas insoportable como siempre, y me harté. Por eso dije cosas que debería haberme callado. Eso suele pasar cuando la gente se enfada.
—Me refería al beso.
Sophie frunció los labios, enrojeciendo de la vergüenza.
—Es lo mismo. Estaba furiosa, y lo siento. Si te gusta, bien, y si no, también.
Timothée soltó una carcajada.
—Te has enojado muchas veces conmigo — Repuso — pero nunca me besaste de esa manera.
—Esta vez quise darte una lección — Sophie se impacientó e intentó escabullirse, pero él le cortó el paso.
—¿De qué? — Le preguntó — Me parece que no lo capté.
—No le des tanta importancia — Musitó ella con las mejillas encendidas, apabullada ante la cercanía de él — Fue menos violento el beso que un golpe en la boca. Asi que agradece que solo te besé.
Él se cruzó de brazos, y alzó la barbilla con aire arrogante.
—A ver si entendí bien: te enfadaste conmigo por algo que vengo haciendo desde años, es decir, preocuparme por tí — Sophie hizo un mohín. Sonaba injusto si planteaba las cosas de ese modo — Luego me besaste para no darme un puñetazo en la cara. ¿Lo he resumido bien?
—Si, bastante bien — Masculló ella.
Lo esquivó limpiamente y fue a buscar el bolso que estaba apoyado sobre una de las bancas al costado de la piscina. Lo abrió y agarró una botella de agua. La destapó con un gesto violento y se volvió... Y chocó contra él. Timothée la tomó por los hombros y la obligó a ponerse de puntitas de pie.
—¿Qué haces? No te atre... — Sophie no pudo seguir hablando porque le fallaron las palabras.
Timothée la besó despacio, con suavidad, y el roce de sus bocas volvió a nublarle el juicio por completo. Se quedó inmóvil mientras él seguía sosteniéndola tambaleante en el espacio estrecho entre él y el borde de la piscina. Luego bajó las manos hasta posarlas en su cintura y ella se aferró a su cuello, envolviendo sus brazos alrededor de él. Aquello era mucho mejor que el beso del día anterior, pensó. Miles de veces mejor. Él la atrajo aún más hacia si y notó que el cuerpo de ella le obedecía.
El suave gemido que oyó escaparse entre los labios de Sophie no era de queja, sino de rendición. Timothée se sorprendió al descubrirla de ese modo, como si fuera un regalo guardado durante años... Pero más se sorprendió a si mismo ansiando más y más su cercanía. Y al parecer, ella sentía lo mismo, porque se agarró aún mas fuerte de él... y el agua de su botella los salpicó a los dos.
Timothée se echó hacia atrás y se miró la camisa mojada.
—Vaya...
Sophie parpadeó y sus ojos reflejaron aturdimiento. Él esbozó una sonrisa, pero ella se apartó bruscamente. Gesticuló con la botella en la mano, y volvió a derramar agua.
—Mierda... — Bajó la vista al suelo — Tengo que volver. Me necesitan.
—Sophie... — Él intentó asirla del brazo, pero ella logró safarse de su amarre — ¡Sophie ven, no podemos...!
Pero ella se giró sobre sus talones y salió corriendo.
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Champagne Problems || Timothée Chalamet
RomanceCOMPLETA Primer libro de la Colección: Taylor Swift's Playlist Sophie Brown, a punto de casarse con el hombre de sus sueños, descubre que lo que siente por su vecino y mejor amigo de la infancia, quizá no sea solo algo platónico como ella pensaba. Y...