Crecer rodeado de mujeres le había otorgado cierta perspectiva con respecto a qué hacer en este tipo de situaciones. Y mantenerse alejado de Sophie parecía ser la opción más conveniente. Sin embargo, Timothée estaba seguro que la distancia no sería suficiente para aclararle las ideas y mucho menos su inquietud. Necesitaba hablar con ella, porque si no se había podido quitar el primer beso de la cabeza, el segundo lo había desmoralizado por completo. Pero no podía forzar más las cosas, Sophie ocupaba un lugar demasiado importante —y complicado— en su vida como para arruinarlo todo por un tonto beso. O dos.
Maldita sea. No podia estar pasándole esto de nuevo. Tenía que haber un error. ¿Qué tenía esa familia en contra de él? O la culpa era toda suya y estaba volviéndose loco. Ni hablar de que Sophie sería la futura esposa de uno de sus amigos...
Dios, las cosas no podían ponerse peor de lo que ya estaban.
Emma examinó el vestido de seda color blanco que Sophie se había quitado por orden suya. A través de la puerta del baño de su dormitorio oía correr el agua de la ducha y los sollozos de su amiga. Había presenciado miles de llantos histéricos de novias al borde del ataque de pánico unas pocas horas antes de la boda, era lo normal. Y estaba segura que con algunas palabras de aliento, Sophie se tranquilizaría y vería las cosas con más calma. Había sido tan solo una costura descosida, la modista lo arreglaría en menos de dos segundos, no habia razón de tanto alboroto.
Alguien llamó a la puerta y fue a abrir. Paige se asomó y miró de soslayo hacia la puerta del baño.
—¿Qué tal va?
—Bueno, ha pasado de los sollozos a los lamentos — Contestó Emma — En unos minutos estará mejor.
—Ha sido mucho para ella — Se lamentó Paige — Creo que fue un rejunte de cosas, no solo lo del vestido.
—También lo creo. No ha parado un segundo desde que llegó. Pero ya conoces a Sophie, todo tiene que salir perfecto.
—Lo sé. ¿Nos dejarías un rato a solas?
Emma asintió, agarró el vestido y cerró la puerta tras ella. Paige respiró hondo, fue al baño y llamó con los nudillos.
—Sophie, ¿Todo bien?
Sophie abrió la puerta. Llevaba una toalla envuelta en el cuerpo, y los mechones de su cabello largo y rojizo, oscurecido por el agua, le goteaban sobre los hombros. Le brillaban los ojos, que tenía hinchados y enrojecidos, como si estuviera a punto de echarse a llorar otra vez.
—Me siento fatal — Murmuró.
Su hermana se acercó y le tocó la frente para comprobar su temperatura.
—No tienes fiebre.
—Tengo náuseas.
Paige frunció el seño.
—No estarás embarazada...
—Ay cállate.
Sophie se llevó los puños a los ojos como si fuera una niña, mientras se apoyaba en el hombro de su hermana.
—Ha sido mucho para tí — La consoló Paige — Sentimos mucho no haber podido llegar antes.
—Lo sé — Sophie se sorbió la nariz y fue a sentarse a la cama — ¿Cómo está mamá? No quise darle un disgusto.
—Está preocupada. Todos abajo lo están.
—¿Fred?
—No volvió aún. Se fue con Timmy a jugar al padel, tal como lo planearon para la prueba del vestido.
Oír aquel nombre hizo que se le estrujera el corazón.
—Tranquila, Sophie — Su hermana malinterpretó las lágrimas que comenzaban a derramarse otra vez por su rostro — El vestido estará listo para mañana, no tendrás que preocuparte de nada. Ahora solo debes enfocarte en la cena de ensayo de esta noche.
—Estoy cansada — Sollozó ella.
—Lo sé, pero mira el lado positivo — Le sonrió — En menos de 48 horas estarás de luna de miel junto al hombre que amas. Todo el esfuerzo habrá valido la pena.
Sophie se arrojó a la cama y cerró los ojos, pensando en lo que estarían haciendo Fred y Timothée en ese momento. Quizá Timothée le estaría confesando todo a su mejor amigo, advirtiéndole la clase de mujer que tenia a su lado. Quizá ni siquiera tendria cargo de conciencia. ¿Qué pensaba de todo aquello? ¿Por qué la había besado él también? ¿Acaso había tomado todo aquello como un juego?
—¿Quieres que te ayude a cambiarte? — Paige se sentó a su lado en la cama — En un rato vendrán a maquillarte y peinarte.
Resignada, Sophie se incorporó y dejó que su hermana le desenriede el cabello.
—Besé a Timothée — Le confesó tras un largo rato de batalla consigo misma.
—Todas hemos besado a Timmy — Señaló Paige.
—No, lo que quiero decir es que lo besé, y luego él me besó a mi — Al oír sus propias palabras, Sophie se quedó atónita, pero a la vez se sintió un poco aliviada — ¡Es increíble lo estúpida que puedo llegar a ser!
Paige la miró confundida, hasta que comprendió la cuestión.
—Ah. Osea que le diste un beso a Timmy. Ya. Buf.
—Estaba malhumorada, fuera de mí. Entonces me lo crucé en la cocina de la fiesta del miércoles. Su manera de hablar fue tan arrogante, típica de él... — Sophie habló con un rencor que creía haber superado.
—A mi también me ha sacado de quicio varias veces, pero nunca se me ha dado por besarlo.
—Pero no fue para tanto — Sophie se intentó convencer a si misma — Al menos, sé que él no le ha dado mucha importancia.
—Pero para tí sí ha significado algo — Murmuró Paige.
—No lo sé. Fue un impulso. Un momento de locura. Oh mierda... — Murmuró Sophie, y hundió la cabeza entre las manos.
—¿Has dicho que él te devolvió el beso?
—Si, en la piscina — La ansiedad que le punzaba en el estómago se reflejó en su voz — No te quedes callada, Paige. Por favor, dime algo.
—No lo sé — Paige frunció los labios, pensativa — Lo conocemos de toda la vida, pero no pondría las manos en el fuego por él tampoco.
El pánico se apoderó de Sophie.
—¿Qué quieres decir? ¿Piensas que podría estar vengándose de Augustine liándose con su hermana menor?
Paige se echó a reir.
—No seas paranoica, Sophie. No digo eso. Solo digo que no sé lo que sentirá él por tí. No es algo seguro.
Las miradas de las dos se cruzaron.
—Insinúas que...
—No insinúo nada — La interrumpió Paige — Pero ya lo conocemos a Timmy. Fred, en cambio, es responsable, está mejor parado en la vida y te quiere muchísimo.
Sophie se quedó callada. Al parecer, había malinterpretado las cosas una vez más. La pragmática siempre habia sido Paige. La tonta romántica siempre había sido ella.
—Piénsalo bien, cariño — Le dijo su hermana, acariciándole la mejilla — Sé que te importa Timmy.
—Claro que me importa — Sophie se ruborizó y necesitó aclarar: — A todas nos importa Timmy.
—Muy bien — Paige se levantó cuando oyó que llamaban a la puerta — No te preocupes, todas tus dudas se despejarán de camino al altar — Le aseguró abriéndole la puerta a la peluquera — Créeme. Ya lo verás.
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Champagne Problems || Timothée Chalamet
RomansPrimer libro de la Colección: Taylor Swift's Playlist Sophie Brown, a punto de casarse con el hombre de sus sueños, descubre que lo que siente por su vecino y mejor amigo de la infancia, quizá no sea solo algo platónico como ella pensaba. Y lo que e...