Un cadeau de Noël

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Dos años habían pasado desde que Enid no veía a su madre, más no se quejaba, no necesitaba volver a verla.

Su padre era otro tema, se veían cada cierto tiempo para hablar o simplemente saludarse.

Hace dos años y algunos meses que su madre lastimó a su novia.

Hace dos años y algunos meses... desde los que viven felices.
Sin miedo.

Hace unos meses se graduaron y era hora de ir a la Universidad.

Merlina y ella se habían ido a vivir juntas, ya que así podrían estar juntas el tiempo en el que no estuvieran en la Universidad. 

Enid con una carrera en artes visuales.

Merlina con una en medicina forense.

Seguían siendo polos opuestos.

Casi nada cambió, lo único que cambió era el amor que sentían por la otra.

Ya que ese amor si cambió, dejo de ser un amor adolecente, para volverse un amor de por vida.

Estaban incluso más enamorada de la contraria, no importaba cuantos años pasarán.

-¡Al fin! -Grito Enid entrando a su hogar, las vacaciones de invierno llegaron, y eso sólo significaba tres cosas. 

1- No tendría que soportar a los idiotas que le pedían el número de su Luna.
2- podría pasar más tiempo con su pequeña novia.
3- ¡La Navidad llegaba! Y con eso... UNA VISITA A SUS SUEGROS.

Pasar la Navidad con los Addams era algo sumamente divertido y extravagante.

La última Navidad fue una de sus favoritas, pero ¿A quién engañaba? Cada Navidad era mejor.

Pero la pasada superó todo, recuerda la reacción de su novia al llegar a casa de sus padres y ver todo tan... colorido.

Esa Navidad Morticia le dio el permiso a Enid para adornar el hogar Addams, más ninguno (o todos) se esperaban que la casa terminará siendo una fiesta de colores y luces.

Fue hermoso.

La rubia dejo salir un suspiro para así poder levantarse y prepararse algo de comer, e incluso dormir un poco.

Sabía que Merlina no llegaría hasta más tarde, aproximadamente a las 8 u 9pm, apenas eran las 4pm.

-Malditos horarios diferentes -comenzó a quejarse Sinclair- ¿Quién inventó esas cosas? Cuando lo sepa lo golpeare...

Se quejaba e insultaba mientras se cambiaba la ropa.
Que idiotez tan grande, extrañaba a su novia, extrañaba que la besara...

Se puso pijama y se recosto, de verdad necesitaba dormir.

.

.

.

- Si, tengo un perro grande - explicaba una Merlina ya estresada a uno de los niños que vivía cerca de ellas.

- Siempre lo escucho aullar todas las lunas llenas ¿es normal? ¿qué tan grande es? ¿me dejas verlo? ¿me lo prestas? -y por esa razón JAMÁS tendría hijos, son muy... asquerosos.

El niño continuaba haciendo preguntas, preguntas que Merlina no quería contestar.

Se agachó un poco para poder ver al niño a los ojos.

Le dio una sonrisa ladina que perturbo un poco al niño, antes de que éste llorara Merlina hablo.

- Es lo suficientemente grande para arrangarte la garganta de un mordisco- le dijo con cuidado- y si sigues haciendo preguntas, tus padres no te traerán nada para Navidad.

Conociendo a los Addams|| Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora