2: Mensaje

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Eso para mi fue un wooow!!! Porque era extraño que uno me pidiera el número y de contra el otro se sentara a mi lado.

Antes de seguir con la historia voy a presentarme soy Amaya, pero me dicen Maya, Fernández Rodrigo y ahora mismo tengo 15 años y tres meses. Soy morena, delgada, castaña y de ojos carmelitas oscuros.
Siempre desde chica e sido muy seria y de no mostrar mis sentimientos, de poco hablar y socializar, esas características las heredé de mi padre porque mi mamá es todo lo contrario.

Bueno sigo por donde iba contando. Él se había sentado a mi lado.....

—Dame tu número— me dijo y me acerco su teléfono

Y yo sin pensarlo dos veces cogí el teléfono y se lo dí. Si, ya me estaba fijando en él y esa oportunidad no la iba a perder, además ya tenía el número de el hermano. Ya tenía el teléfono de Allen porque una compañera mía si los conocía y si se llevaba bien con ellos y lo anotó en mi teléfono simplemente para hacerle una broma telefónica y yo número que anotó en mi celular, número que no borró.

Entonces le escribí mi número y él me dió el suyo. Se empezó a comportar medio extraño, como nervioso, me decía lo mismo que solo me pidió el número para ver estados en WhatsApp, pero después me dijo que le escribiera y me insistió unas cuantas veces en eso. Entonces recordé que no sabía su nombre y aproveché que lo tenía a mi lado para preguntarle

—¿Y tú cómo te llamas—- le pregunto
—Aaron ¿y tú?— me respondió
—Amaya, pero me dicen Maya
—que bonito, nombre de niña buena
—jaja, gracias— me rio un poco nerviosa

Me siguió insistiendo que después le escribiera, yo le decía que me escribiera él pero dice que mi nombre no se le grababa bien y mi contacto todavía no le salía en su WhatsApps porque no tenía conexión por el camino. Pensarán que como soy de pocas palabras no seguimos hablando, pues sí, si hablamos un poco más

—¿tú en qué grado estás?— le pregunto, porque yo pensaba que él estaba en mi año, pero resulta que no
—en octavo ¿y tú?— me responde
—yo estoy en 9no
—a sí, que bien

Como yo aparento ser más joven, parece que Aaron pensaba que yo también estaba en su año, aunque es un poco tonto el chico porque los niños de séptimo y octavo tienen la parte de abajo del uniforme azul y los de noveno lo teníamos de amarillo, por eso solo al fijarse en mi uniforme se tenía que haber dado cuenta, pero bueno lo de los futbolistas es el deporte no la inteligencia.

—¿Cuántos años llevas en la escuela?— me pregunta
—tres, casi cuatro, porque entre en séptimo
—ño mucho, nosotros entramos hace siete meses nada más
—ah, ya se aburrirán— le digo sonriendo

En ese momento que él también me sonríe empieza lo malo, porque lo miré a los ojos y me dí cuenta que sus ojos son verde claro, además también sentí el olor de su perfume y como que algo se movió dentro de mí.

Aaron es atractivo, lo normal, depende del gusto de cada cuál. Es atleta, osea que está bien físicamente.
Ellos, los hermanos, son lo que se dice en mi país mulatos de ojos claros, los de ellos verde y el pelo no tan mal, además son castaños claros también. Estatura promedio para su edad, nada mal.

Volviendo a la parte de que me fijé en sus ojos, yo no suelo fijarme a la primera en los ojos de alguien, y menos de alguien a la que no conozco. Era la primera vez que hablaba con él, y ya me estaba fijando inconscientemente en sus ojos y que de contra son de un color hermoso, la cosa va mal y me empezé a dar cuenta más adelante.

Un rato después que terminamos de hablar por fin habíamos llegado a donde vivíamos, ellos se bajaron antes que yo, incluso Aaron me enseñó en que casa vivían. Al rato llegué yo también a mi casa y estaba feliz de volver a ver a mi familia después de unas esaustás dos semanas.

Nunca Me VisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora