Martes 09: "Into the night"

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Es noche cerrada. En una habitación se encuentran durmiendo dos jóvenes adultos, abrazando el de mayor estatura al contrario. Éste último se revuelve en sueños, despertando al fin, bañado en sudor. Mira a su alrededor, y se calma al sentir los brazos de su pareja sobre él.

Se libra fácilmente de su agarre y se dirige al baño. Se mira al espejo y ve en su cuello algunas marcas de mordidas y chupetones. Se lleva una mano al cuello mientras sus mejillas enrojecen y sonríe al recordar lo que hacía unas cuantas horas había estado haciendo con su pareja.

Se coloca bien la camisa a rayas de su pareja, se recoge su cabello anaranjado en una pequeña coleta y se moja la cara con agua para despejarse un poco. Rememora fragmentos de la pesadilla que ha tenido y aprieta los puños mientras frunce el ceño.

Mira hacia donde Dazai sigue durmiendo y suspira. No soportaría verlo lanzarse de un edificio como había ocurrido en su pesadilla.

Apaga la luz del baño y se dirige a la cama, tumbándose de nuevo al lado de Dazai. Mira su rostro sereno y coloca una de sus manos en la mejilla del castaño, sonriendo al ver el anillo que reposa en su mano.

Aún no se cree que Dazai se le ha propuesto hace tan sólo unas horas. Se acurruca en el pecho del castaño y piensa en todo por lo que han tenido que pasar hasta llegar a ese momento.

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Lo primero que viene a su cabeza fue el momento en el que se conocieron.

Lanzó a Dazai contra una pared y después lo golpeó un par de veces mientras él evitaba que se levantase con su pie sobre él.

En aquel momento, el pelirrojo pensó que sería a causa de la posición en la que estaba y la iluminación, pero el rostro del castaño le pareció bello, a pesar de estar cubierto de vendas y parches. Y por alguna razón, cuando se tomaron de las manos en aquella batalla contra Rimbaud, se sintió algo mareado y sintió que el aire escapaba de su cuerpo mientras su corazón se aceleraba.

A medida que pasaban tiempo juntos, se fue dando cuenta que Dazai era un completo idiota. Un completo idiota del que no había podido evitar encariñarse. Porque había visto la soledad y la tristeza en los ojos del castaño, y por algo que no sabía cómo definir, quería ayudarlo. Aunque le sacara de sus casillas, sabía que Dazai no era del todo una mala persona, y esa realidad era lo que le daba fuerzas para continuar con su propósito.

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A su mente también viene el recuerdo del año siguiente, en el que apareció Paul Verlaine, un asesino que lo llamaba hermano por alguna razón.

El pelirrojo, quien nunca había tenido la verdadera necesidad de saber sus orígenes, se vio obligado a conocer de dónde procedía, y empezar a cuestionarse si era un humano o un simple clon y experimento de laboratorio.

Durante todo ese período de tiempo, se sintió mal. Podía ver una y otra vez en su mente los cuerpos sin vida de "The Flags", sus amigos, quienes había perecido a manos del rey de los asesinos, y lo único que conservaba de al menos uno de ellos era la motocicleta de Albatross, la cual, sigue conservando con cariño a día de hoy.

Las voces en su cabeza le decían que tenía la culpa de todo el sufrimiento que había causado a sus seres cercanos. Al final, terminó por creerse todo aquello, y tras la derrota de Verlaine, se encerró en su casa, sin salir para nada. Necesitaba un tiempo para él, ya que había experimentado demasiadas emociones a la vez, pero al parecer, Dazai tenía otros planes.

Irrumpió en su casa y lo encontró tumbado en su cama, de espaldas a la puerta. En vez de decirle que si quería hablar, que fue lo que en un inició pensó que haría, se posicionó frente a frente con él y comenzó a secar sus lágrimas que caían a gran velocidad por sus mejillas.

Soukoku Month 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora